Nombre: Exóticos Placeres
Autor: Dresti
Género: policíaco y romance
Clasificación: +18
Advertencias: Lemon, lenguaje obsceno y algo de violencia y OoC en algunos personajes
Publicaciones: MundoSasuSaku, NaruHina Foro, imperio-shippuden y anteriormente en Fanfic.es(me borraron la cuenta)
Resumen:Naruto Uzumaki (Kyubi)
Edad: 26 años
Profesión: ''Ilegal de noche, legal de día'', ''pasarla bien con las chicas lindas''
Estado: Picando de flor en flor.
Lema: ''Una joya bonita lo vale todo, pero mi culo fuera del trullo lo vale aún más''
Hinata Hyuuga
Edad: 25 años
Profesión: Inspectora de policía
Estado: Soltera
Lema: ''Dar caza al delincuente''
Ultimamente la policía metropolitana de Konoha no tiene descanso, sobre todo la sección de robos a gran escala.
Kyubi, un joven ladrón, mantiene a todos los museos y tiendas más importantes del país en vilo.
Vestido con traje y máscara de cuero nunca nadie le vio la cara pero su pícara sonrisa es conocida por todos los policías, al igual que sus habilidades para robar.
Todas las mujeres mueren por él y hasta tiene un propio club de fans que le proporciona información sobre objetos valiosos con tal de volver a verle.
Hinata siempre odió a todo aquel que inflinje la ley y para ella el ladrón no es más que un vulgar ratero al que encarcelar.
Paseando con su amiga Ino cuando derepente escuchan algo estallar.
Hinata se acerca al lugar, pero lo único que encuentra es a un auténtico Dios rubio de la belleza, comiéndosela con la mirada.
Nunca se había interesado tanto por un hombre, pero vastó una simplemirada para saber que aquel era de los que con un simple roce te hacía gozar de los más exóticos placeres.
Hi people!! bien pues aki empiezo de nuevo mi amado fic NaruHina jejeje, siento los k ya habia leido todos los capis pero tendreis k aguantaros y verlos otra vez :D en fin procurare subirlos todos lo mas rapido posible ;DPrólogo
La alarma sonó por todo el edificio mientras corría como un condenado por los largos pasillos del museo de Konoha.
A pesar de estar completamente en forma y de conocerse de memoria todos los rincones del lugar sentía que los guardias de seguridad y la policía le pisaban los talones.
Apretó los dientes y por un segundo miró la vasija que llevaba en sus manos.
Según le habían informado pertenecía a la antigua familia real japonesa y en el mercado negro se calculaba su precio en unos mil millones de dólares.
Y aparte de eso, pesaba una tonelada, a penas si podía sostenerla sobre sus brazos.
Las radios de los policías cada vez se escuchaban más cerca y él ya no sabía qué hacer.
Se metió dentro de un cuarto oscuro y dejó la joya de porcelana en el suelo, mirándola fijamente.
¿Qué debía hacer? si se la llevaba podía sacar una buena tajada pero si no se la llevaba tenía más posibilidades de escapar, y eso era lo más conveniente teniendo en cuenta que era el ladrón más buscado de toda América del Norte, China y Japón.
Cogió la vasija y volvió a salir al pasillo, ¿dónde podía dejarla?
Como ángel caído del cielo uno de los de seguridad apareció en ese instante con una pistola en la mano.
Por propia experiencia sabía que solo era de fogueo.
El guardia se quedó petrificado al ver a aquel hombre alto, vestido todo de cuero negro y con una máscara que le cubría media cabeza, dejando solo al descubierto la nariz y la boca del hombre que tan bien conocía por las noticias.
Kyubi, el ladrón más buscado del momento.
-¿Sabes? me vienes como anillo al dedo-dijo acercándose al guardia.
-¡No te acerques o te agujereo!-gritó nervioso apretando la boca de la pistola contra el pecho de Kyubi.
Kyubi rodó los ojos y apartó la pistola de un manotazo.
-No juegues con eso que te puedes lastimar-dijo-en fin, a lo que iba, tengo a toda la pasma detrás y esta vasija es una preciosidad pero mi culo fuera del trullo es más precioso aún, así que guárdamela, ya vendré a buscarla otro día.
El guardia estaba estupefacto mientras el ladrón le dejaba la vasija en las manos.
-¿No te la ibas a llevar?
Kyubi suspiró.
-Colega, tengo a todos los polis detrás y eso pesa más que el Everest, puede costar mucho pero valoro más mi vida.
Las radios de la policía cada vez se oían más cerca.
-¡Ahí está!-gritó un agente.
La luz de las linternas enfocaron a Kyubi de lleno en la cara.
-¡Inspector Inuzuka! ¿Vio que tenía razón cuando dije que nos veríamos esta semana otra vez?-dijo con una sonrisa dirigiéndose al hombre que iba al frente-creo que es la cuarta vez que nos vemos esta semana y la cuarta vez que me escaparé.
El hombre de pelo castaño y aspecto lobuno rechinó los dientes, ese tío lo sacaba de quicio, parecía el típico ladrón chapucero, siempre sabían dónde iba a atacar, pero era todo un profesional que tenía en vilo hasta al FBI.
Alzó la pistola y le apuntó directamente al pecho, luego dirigió una mirada de reojo al guardia que estaba junto a él, llevaba la vasija.
-¿No me digas que estás arrepentido?-dijo volviendo a mirar al ladrón-el gran Kyubi dejando los objetos que vino a robar.
-Bueno, tenía intención de volver más tarde a por ella pero si tanto te molesta que manche mi reputación me la llevaré, ah claro, entonces es la tuya la que queda por el suelo.
-Me acompañarás en este momento y te llevaré a una habitación especial con rejas y allí te haré hablar.
Kyubi sonrió de medio lado.
-No te ofendas querido, pero solo entraría en una habitación con rejas con una morena cachonda y no precisamente para hablar.
El inspector llameó de furia.
-¡Cogedle!
Kyubi volvió a sonreír antes de meter las manos en el bolsillo y sacar dos bombas de humo.
Era una suerte haberlas encontrado por casualidad.
-Chao, corazón-dijo lanzándole un beso al policía.
Acto seguido tiró las bombas al suelo y todo se llenó de humo.
-¡Demonios!-gritó el castaño-¡no dejéis que escape!
Pero el humo no dejaba ver nada.
Uno de los policías llegó a tientas a una de las ventanas y la abrió.
Cuando el humo se hubo ido Kiba gruñó de rabia.
La vasija había desaparecido de los brazos del guardia y no quedaba ni rastro del escurridizo ladrón.
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Hinata Hyuuga permanecía sentada con los ojos cerrados y la espalda recostada en la silla que quedaba en frente de su escritorio en la comisaría de Konoha.
El pelo largo y negro caía en cascada por el respaldo de la silla hasta casi rozar el suelo.
Sus delgadas y torneadas piernas permanecían descansando sobre la desgastada mesa del escritorio y entre montañas de papeles apiñados por toda la extensión exceptuando donde el viejo ordenador estaba instalado.
A esas horas de la mañana el departamento de tráfico de la policía de Konoha estaba totalmente vacío, salvo por ella y su compañera Ino que holgazaneaban en sus mesas mientras discutían sobre quien era más guapo, si Brad Pit o Jude Law.
-Lo que a ti te pasa es que te pirran los rubios-dijo Ino-y desde que viste Troya te has obsesionado con Brad Pit.
Ino, a sus veinticuatro años había sido compañera de academia y promoción de la pelinegra, posteriormente ambas fueron mandadas como becarias a la comisaría de Konoha y ahora eran dos agentes del departamento de tráfico.
La chica era todo lo contario a Hinata, rubia y de ojos azules, con un cuerpo exuberante que quitaba el hipo a cualquier hombre. Ino era alta y se movía con elegancia.
Ella era delgada y bajita, de pelo negro largo y de ojos perla, no se quejaba de su físico pero tampoco era que todos los hombres se matasen por ella, no cuando veían antes a Ino.
De todos modos nunca le importó, su trabajo era todo lo que necesitaba en esos momentos y le había cogido tal asco al amor que la idea de tener novio apenas si ocupaba algo de espacio en su mente.
No odiaba a los hombres, simplemente sus novios habían sido un fracaso.
Todavía recordaba al último con el que había estado. Chuk había intentado hacerla jugar a la ouija porque estaba convencido que en su casa había un espíritu que corría las cortinas por la noche.
Cuando acabaron, Hinata se había encargado de explicarle que el hecho de que se moviesen las cortinas era por el ventilador que encendía por la noche, sin duda un espíritu aterrador.
-¿Y qué pasa si me gusta Brad Pit?-dijo abriendo los ojos-es más ni siquiera dije que Jude Law me parezca feo, no se me pasaría por la cabeza.
Ino se rió con ganas.
-Es bueno saber que tu connotación sexual es estable, estaba empezando a preocuparme.
-Ino, a diferencia de ti, no necesito a un hombre rondando detrás de mí todo el día diciendo cuanto desea apretarme el trasero.
El último novio de Ino se encargaba de hacérselo saber a su amiga a todas horas.
-Vamos, Akira dijo eso con cariño-sonrió la rubia-aunque no negaré que me gusta que me apriete el trasero mientras...
-Suficiente-cortó la pelinegra levantándose-aquí no pasa nada, yo me estoy aburriendo y no necesito saber tus intimidades.
-La verdad es que si, como envidio a los de robos, se pasan todos los días arriba y abajo detrás de Kyubi-ronroneó la chica.
-Oh no, ya empezamos-susurró la ojiperla.
-Vamos Hinata, no me digas que nunca tuviste la fantasía de tirarte a un delincuente, yo de solo imaginar como es Kyubi en realidad se me derriten los huesos.
-Si nunca le has visto la cara, además no sé como puedes fijarte en él, es un ladrón que no respeta la ley y déjame que te diga que nosotras representamos la ley.
-La imaginación es suficiente, ojalá me robase a mí así podría descubrir que ''otras cosas'' sabe hacer, la ley a veces es injusta.
La rubia estiró la espalda por toda su silla con los ojos cerrados y una expresión típica de ''no recomendada para menores'' en la cara.
Desde luego que no entendía cómo podían ser amigas.
-Algún día descubrirás que el sexo no es la felicidad.
Ino se reincorporó con una ceja alzada.
-Y tú te convertirás en una amargada sexual por no aprovechar más tu cuerpo.
-Estoy muy bien como estoy y mi vida es perfecta, no necesito a ningún machito que me guarde la moto, gracias.
Ino iba a contestar algo pero en ese momento la puerta se abrió y por ella entró su jefe, el inspector Sai.
La cara de Ino se contrajo de inmediato en una mueca de aburrimiento.
Su amiga lo aborrecía, por el simple hecho de que era el único hombre con un físico de infarto que no había caído a sus pies.
Sai era alto y moreno, algo extraño pero agradable y era un buen jefe.
Esa mañana vestía camiseta de manga corta negra y ajustada con unos tejanos, nada habitual en un inspector de policía.
-Esto es para ti-dijo lanzándole un sobre.
Hinata lo cogió a duras penas.
Su boca se abrió tal cual extensa era al ver que era una carta de Asuntos Internos.
-Vaya, vaya, ¿qué habrá hecho la inocente Hinata?-dijo Ino tras ella.
-¿Quién te lo dio?-preguntó esta a Sai.
Él se encogió de hombros.
-Estaba en uno de los buzones.
Hinata rasgó el sobre con terror, si Asuntos Internos te mandaba una carta, solo significaba o bien que estabas despedida o bien que te habían ascendido, considerando la poca acción que había en su departamento ella sabía cuál era la opción más posible para ella.
Pero lo que allí ponía la dejó totalmente descolocada.
-Me han ascendido-susurró.
Ino profirió un grito de alegría y la abrazó mientras daba saltos.
Por fin, tras varios años por fin la habían ascendido.
-A ver, a ver, wow, inspectora del departamento de robos, ¡Hinata conocerás a Kyubi!-exclamó Ino fuera de sí-que envidia me das.
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Apoyó los codos en el lavabo mientras se miraba al espejo tras haberse dado una ducha.
Todo su bronceado cuerpo quedaba al descubierto salvó la zona cubierta por una toalla, dejando que la imaginación de cualquiera que lo viese así volase muy alto, pero que muy alto.
Sonrió al ver que detrás de él, sobre el váter, estaba la vasija japonesa.
No pudo reprimir las carcajadas al recordarse de la cara del inspector cuando vio que se había escapado con ella delante de sus narices.
Sin duda adoraba aquel trabajo, la adrenalina y la acción valían mucho más que cualquier cosa.
Ahora lo único que tocaba elegir era que hacer con esa vasija.
Normalmente se quedaba con lo más valioso en su colección privada pero el resto de objetos eran cambiadas por dinero, el cual mandaba a un fondo común con otros ladrones.
Porque aunque no lo pareciese él no estaba solo, no señor, pertenecía a una banda de ladrones que tenía al mundo en jaque.
Estaba formada por nueve ladrones (Ichibi, Nibi, Sanbi, Yonbi, Gobi, Rokubi, Shichibi, Hachibi y Kyubi) todos dirigidos por un líder común, Kakashi.
Bien ya lo decidiría más tarde ahora necesitaba relajarse, la noche anterior había sido muy larga y tras haber dormido poco ahora necesitaba un poco de aire y sol.
Volvió a mirarse en el espejo con una nueva sonrisa, nadie jamás lo reconocería.
Debajo de aquella máscara y ese traje de cuero se escondía un hombre alto, de cuerpo proporcionado y fibrado bastante bronceado, con el pelo rubio y algo largo, que generalmente llevaba recogido en una pequeña coleta, y unos ojos azules intensos.
No es que fuese presuntuoso pero era consciente de que las mujeres lo miraban y él como buen ladrón se dedicaba a robar corazones cada vez que podía.
Las mujeres eran su eterna tentación y la pasaba bien con ellas cada vez que podía.
Se vistió de forma casual y se puso unas gafas de sol de tipo aviador.
No tendría que ir a trabajar hasta las doce del mediodía.
Si señores, los ladrones también trabajan, y él lo hacía de mecánico.
Esa mañana entraba más tarde porque había conseguido que su jefe le diese unas horas libres, el pobre hombre aún no comprendía tan siquiera como un tipo rico como él se empeñaba en trabajar en un taller como el suyo.
Él simplemente lo hacía porque amaba los coches y porque odiaba mantenerse inactivo, así era él.
Ilegal de noche y legal de día.
Salió a la calle y comenzó a andar, como siempre, robando las miradas de todas las féminas.
Pero aún así no se dio cuenta de la persona que lo observaba entre las sombras.
-Queda muy poco para que tu felicidad se venga abajo, estúpido ladrón-dijo el hombre con furia.
1.Tentación
UN MES DESPUÉS
El sonido del despertador invadió todo el cuarto haciendo que Hinata se despertase con un sobresalto.
Miró el reloj y casi se cae de la cama. Hoy era su primer día de trabajo como inspectora y ya llegaba tarde.
Se levantó de la cama enredándose los pies en las sábanas y cayendo de bruces al suelo.
Maldiciendo se levantó y abrió el armario, no estaba segura de que sería más adecuado ponerse, si algo formal o informal.
Según le habían dicho su compañero, el inspector Inuzuka era alguien muy serio.
Optó por ponerse una falda lisa hasta las rodillas, una blusa y una chaqueta.
Entró al baño, dispuesta a darse una ducha rápida aunque fuese en agua fría, ayer en la noche se había roto el depósito del agua caliente.
Dejó que el agua le recorriese todo el cuerpo mientras suspiraba.
Estaba gafada, lo tenía asumido, cada vez que algo le salía bien sucedían un montón de fatalidades que acababan por fastidiarla.
Y no solo profesionalmente sino también sentimentalmente.
No por nada vivía ella sola en una casa de cien metros cuadrados con una terraza que daba a la calle central de la ciudad.
Todavía no lograba entender como había conseguido una casa así.
Pero el hecho era que Ino tenía razón, estaba sola y amargada, pero que iba a hacer ella si estaba destinada a que todo le saliese mal.
Salió apurada del baño y se alistó, una cosa era gafada y otra cosa era provocar su despido a propósito en el mismo día que comenzaba.
Se tomó un café rápido y se comió una tostada, no había tiempo para más.
Iba a salir de la casa y se acordó de que había olvidado la pistola y la placa en su cuarto.
Las recogió rápidamente y luego salió a la calle.
Era un día precioso, lástima que tuviese que encerrarse en una oficina.
Iba tan apurada que no se fijó en el hombre que venía delante de ella hasta que se chocaron.
-Los siento, señor, discúlpeme llego tarde al trabajo.
Lo único que llegó a ver de él fue su altura y su extraño pelo rubio pero no se molestó en fijarse en nada más.
Probablemente si lo hiciera descubriría la sonrisa divertida que cruzaba un rostro de ojos azules.
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Naruto sonreía divertido mientras veía a la pelinegra corriendo a toda velocidad por la acera.
Iba pensando en su próximo golpe y ni siquiera se había percatado de ella hasta que su cuerpo chocó con el suyo.
Aquellas exquisitas curvas inmediatamente le hicieron recorrer escalofríos por toda la espalda.
Ella era linda, muy linda.
Su pelo negro largo le caía alrededor de una exquisita delantera, que ya quisieran para sí varios equipos de fútbol, y a pesar de aquella falda pudo adivinar que sus piernas eran exquisitas.
Era pequeña, apenas si le llegaba al hombro pero realmente lo hipnotizó cuando lo miró de volada con unos extraños ojos perla.
Un fuego abrasador le atravesó el cuerpo cuando ella se separó de él rozando su vientre con la mano y se disculpó saliendo a todo correr.
Era exactamente su tipo de mujer, lastima no haberla encontrado en otras circunstancias.
Bajó la mano y suspiró al ver que cierta zona de su cuerpo había reaccionado ante aquella mujer, diablos ¿qué le pasaba que se ponía cachondo con solo haberla rozado un segundo?
Se obligó a matar el fuego que lo quemaba por dentro y regresar su mente al ataque de esta noche.
El mes pasado había logrado robar aquella vasija por los pelos y si no quería que lo pillasen debía planearlo todo mejor, no quería recibir una llamada de Kakashi haciendo de padre protector y mucho menos tener que rebajarse ante el estúpido inspector Inuzuka.
Iba a robar uno de los cuadros más importantes de Asia que estaba por una semana de exposición en el museo de Konoha.
Había estudiado de nuevo todos los pasillos del lugar a pesar de conocérselos de memoria, si hasta sabía en qué esquina estaba cada cámara.
El museo era como su segunda casa, pero cualquier ladrón bueno que se preciase debía tener cuidado.
Continuó caminando hacia el taller de mecánica donde trabajaba cuando de repente un hombre igual de alto que él, vestido de negro y con pasamontañas lo empujó hacia un callejón.
-¿Quién coño...?-preguntó zafándose del agarre.
Antes de que pudiese hacer nada el tipo sacó una navaja y le apuntó directamente al corazón.
-Volvemos a vernos-dijo en un susurro para que no le reconociese la voz.
-Mira tío si no dejas de apuntarme con eso te juro que te alargo con ella la raja del culo-dijo el rubio.
El tipo profirió un sonido de risa.
-Veo que no te acuerdas de mí, Kyubi-susurró.
Naruto entrecerró los ojos, eso sí que era peligroso, casi nadie sabía quién era él.
-Sí ya me acuerdo de ti-dijo-eres Osama Vinladem en versión rock y vienes a proponerme que tiremos las torres gemelas, siente decirte que te equivocas de década, de país y de persona.
El hombre se contrajo en ira y arrimó la navaja al cuello de Naruto más aún así este no se acobardó.
-No sabes con quien estás hablando-amenazó.
Naruto rodó los ojos, ¿y ese tío quería parecer amenazador? con ese atuendo ni Sherlock Holmes lo reconocería.
-Te diré una cosa, esta noche te espero a medianoche en la torre costera de Konoha, si tardas juro que volaré toda la zona en pedazos.
El rubio supo que no se marcaba un farol cuando le enseñó el explosivo de goma 2 que llevaba en la chaqueta.
-¿Quién eres?
-Alguien que está cansado de ti.
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Hinata entró como una exhalación en la comisaría y se dirigió al guardia de la puerta.
El hombre la observó con una ceja alzada mientras ella recuperaba la respiración y se aferraba al escritorio.
-Busco la oficina de robos-dijo como pudo.
-Usted es la nueva ¿no?-dijo con tono cáustico y echándole un visual-llega tarde.
-Lo sé-refunfuñó ella-¿puede decirme donde queda la oficina? llego tarde pero no quiero perder un minuto más.
El guardia señaló con el pulgar uno de los pasillos.
-Al fondo a la derecha y...suerte.
Hinata recorrió el pasillo mientras pensaba en porqué le deseaba suerte hasta que abrió la puerta y lo comprobó.
Aquello más que una oficina de comisaría parecía una de correos, todo estaba lleno de papeles.
El despacho hubiese parecido grande de no ser por las montañas de folios y periódicos que se amontonaban hasta encima de la cafetera.
‘‘¿Dónde me he metido? ¿En la leonera? ‘pensó mientras intentaba avanzar entre el desorden.
-Buenos días, ¿hay alguien?
Uno de los montones de papeles se movió y tras él apareció un hombre alto y atractivo.
Tenía el pelo castaño despeinado y unos ojos y una boca que le daban cierto aire perruno, el cuerpo estaba bien formado, seguramente de pasar horas en gimnasios, lo cierto es que era guapísimo.
Ino se moriría por trabajar allí.
-Tú debes ser Hinata-dijo él-yo soy Kiba Inuzuka.
Hinata abrió los ojos de par en par mientras el inspector jefe le tendía una mano.
¿El tipo serio y gruñón tenía su misma edad y estaba así de bueno? algo en las definiciones sobre él fallaba.
-Encantada-dijo estrechándole la mano.
-¡Chouji, Shino! la nueva ha llegado.
La pelinegra casi se muere del susto cuando al lado de ella cayó una pila de papeles y por ella apareció la cara más terrorífica que había visto.
El hombre estaba tapado con la chaqueta hasta el cuello, llevaba gafas de sol y un gorro de color negro, parecía sacado de una película de vampiros.
-Soy Shino, encantado-dijo antes de volver a desaparecer.
-Shino no es muy hablador-dijo Kiba.
Del otro lado apareció un chico rellenito que agarraba de tal manera su bolsa de patatas que parecía que la vida se le iba en ello, aún así le sonreía amablemente.
-Hola yo soy Chouji, cualquier cosa que necesites solo búscame entre los papeles.
Chouji llevaba el pelo castaño recogido y con un atuendo más propio de un partido de fútbol que de una comisaria.
Hinata no pudo evitar mirar su ropa, definitivamente quedaba fuera de lugar.
-Perdona el desorden-se disculpó Kiba-pero es que esta noche intentaremos cazar a Kyubi y necesitamos estar preparados.
Hinata asintió.
-Entonces dime que hacer y así no estorbaré en la misión-dijo tranquilamente.
Aunque la verdad es que estaba emocionada, el día que llegaba y ya saldría de misión.
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El museo se alzaba delante de él en medio de la noche.
Siempre solía estar relajado pero en ese momento el corazón le iba a mil por hora, todo el día había estado pensando en el tío que lo había amenazado y en su cita.
Miró el reloj, quedaba una hora para medianoche, así que tenía que apurarse sino quería que todo el barrio costero volase por los aires.
Algo en ese tipo le decía que era totalmente capaz de eso y mucho más.
Respiró varias veces y se coló por el conducto del aire.
No es que el sitio fuese muy cómodo, en realidad apenas si podía moverse por ese espacio tan reducido, pero era el modo más seguro de entrar, al menos esa noche.
Sabía que la policía lo tenía todo acordonado, pero siempre lograba escaparse sin sufrir ningún contratiempo.
Se deslizó sobre el conducto durante varios minutos más y luego fue a parar al sótano de la limpieza.
Se acomodó bien la ropa y la máscara y luego salió silenciosamente.
Bien, ahora se dirigiría al ala oeste y se llevaría lo que había ido a buscar.
Hinata respiraba trabajosamente, era la primera vez que hacía un trabajo de ese tipo y por encima se trataba del gran ladrón.
Estaba sola en esa ala del museo porque Kiba se encargaba de cubrir el ala oeste donde estaba el cuadro.
Maldijo por lo bajo, había estado toda la tarde trabajando y no había podido cambiarse de ropa ni calzado, ahora los tacones la estaban matando.
Escuchó un ruido al fondo y se quedó estática, con el corazón a mil por hora.
Echó a andar tranquilamente por el pasillo hasta que vio una sombra al fondo.
Apretó la pistola con fuerza y luego echó a correr hacia el lugar.
Y entonces chocó y cayó al suelo con algo encima de ella.
-Vaya, vaya, que linda sorpresa-le susurró una seductora voz masculina al oído.
Todos los nervios de la pelinegra se agitaron mientras el extraño hombre respiraba en su oído.
Abrió los ojos y se encontró con un hombre totalmente vestido de negro con una máscara, su corazón se le paralizo.
Era Kyubi.
Quiso moverse pero cada fibra de su cuerpo estaba pegada íntimamente al del chico.
Por alguna extraña razón eso le gustó, el cuerpo de él se sentía suave y cálido sobre ella casi como si...
¿Pero en que estaba pensando? tenía que levantarse y arrestarlo.
Pero sus manos sujetando firmemente sus muñecas le impedían levantarse, es más siendo sincera no quería levantarse porque aquello era la sensación más grata que había vivido en mucho tiempo.
Cada terminación nerviosa de su cuerpo tembló cuando él volvió a hablar.
-Empezaba a preguntarme cuando el inspector Inuzuka traería a alguien digno de ver, parece que se tomo en serio lo de encerrarme con una morena cachonda-ronroneó-y aquí estás muñeca, realmente hermosa.
Hinata se quedó sin aliento, ¿un ladrón la estaba ligando?
Se removió pero con eso solo consiguió notar el intenso bulto que él tenía entre sus piernas.
Su cuerpo se encendió como si alguien la hubiese enredado y sintió una cálida humedad entre sus piernas.
Genial, se estaba poniendo cachonda con un delincuente al cual solo conocía de los periódicos.
Naruto aspiró el aroma que desprendía el pelo de la chica y sintió como el fuego prendía más en su interior.
No la conocía de nada pero estaba dispuesto a hacerla suya allí mismo.
Era tan delicioso sentir sus senos aplastados contra su pecho y ver como se estremecía cada vez que él respiraba en su oído.
Rozó con su nariz su cuello y la escuchó jadear, sonrió.
-¿Sabes muñeca? me resultas endiabladamente sexy y me muero de ganas de arrancarte la ropa aquí mismo y enseñarte todas las formas de llegar al cielo.
Un gemido inconsciente escapó de los labios de Hinata.
¿Pero qué estaba haciendo?
Las manos de Kyubi acariciaban lentamente los laterales de su cintura impidiéndole pensar con claridad.
¿Qué le estaba pasando? debía empujarlo y arrestarlo, pero su cuerpo no le respondía y en el fondo de su ser sabía que aquella situación le encantaba.
El morbo, la promesa de placer con ese cuerpo fuerte, vigoroso y que la hacía temblar.
-¿Cómo te llamas muñeca?-preguntó él mientras rozaba sus labios con los de ella.
-Mmm...Hinata...
-Hinata...lindo nombre-dijo mientras seguía rozando sus labios con los de ella y acariciaba su piel bajo los bordes de la blusa.
Iba a apoderarse de sus labios cuando escuchó la radio de los policías en el otro pasillo.
¡Mierda, se había olvidado de donde estaba! ni siquiera había robado el cuadro y ya tenía a la poli encima.
Miró a Hinata, nunca le había pasado algo así, se había abstraído por completo con aquella chica.
Tenía que escapar pero su cuerpo palpitaba con fuerza por ella, si estuviesen en su casa no la dejaría salir hasta el amanecer.
-Bueno muñeca, ha sido un placer conocerte, si todos los polis fuesen como tú dejaría que me arrestasen pero hoy tengo otra cita.
Dicho esto le dio un corto beso en los labios y se levantó, dejándola en el suelo y echándose a correr.
Hinata era incapaz de moverse, todo su cuerpo temblaba y su cuerpo se quejaba por el placer insatisfecho.
No se reconocía, desde luego aquel no era su día, por Dios casi dejaba que el delincuente más buscado le hiciese el amor, aunque antes no le había parecido tan escandaloso.
Se llevó una mano a los labios, se había sentido tan devastadores al roce con los de él, se mordió el labio inferior echando de menos el contacto de su cuerpo sobre el de ella.
-¡Hinata!
Kiba apareció al fondo y fue hacia ella.
La pelinegra se sobresaltó y se levantó de golpe, arreglando su ropa y pelo.
-¿Estás bien?
La pelinegra se sonrojó, estaba mejor de lo que ella quería.
‘‘¡Ya basta! pareces una adolescente calenturienta, ¡recobra el control!'' se dijo, pero lo único que consiguió fue imaginarse cómo sería hacer el amor con aquel pasional ladrón.
Kiba la miraba extrañado, Hinata se ponía roja por momentos y otros fruncía el ceño en una mueca acusatoria.
-Estoy bien-contestó-quise detener al ladrón pero fui incapaz.
Por no hablar que casi se lo había tirado, gracias a que ellos habían aparecido sino no sabía a donde habría llegado todo aquello.
Se llevó una mano al pelo y se apartó el flequillo para atrás, su piel seguía ardiendo y no precisamente por la calefacción.
Bien, ella no era así, esta reacción era por culpa de Ino y sus siempre exaltadas hormonas que no hacían más que meterle cosas en la cabeza, eso era.
Además ese tío seguro que solo había hecho eso para dejarla en ridículo y evitar que lo atrapase.
Pues bien, eso no volvería a pasar, ella era una buena policía.
Dejó a Kiba con el resto de policías y bajó a tomar el aire.
Se sorprendió al ver que el exterior del edificio estaba lleno de gente que sostenía pancartas de ánimo hacia Kyubi, su club de fans.
-¡Hinata!
Se sorprendió al ver a Ino acercándose a ella con una pancarta que decía: ''I love You Kyubi''
-¿Eres policía y vienes a animar a un ladrón? menos mal que dijiste que eras mi amiga-dijo.
La rubia rodó los ojos y sonrió.
-Oh venga, eso no tiene nada que ver, ese chico me encanta, me muero de ganas por saber cómo es, si besa bien, como es su cara...
Con cada enumeración Hinata se ponía aún más roja.
-Acompáñame a tomar el aire por favor, ha sido una primera noche muy intensa.
Ino la siguió mientras caminaban lejos de la gente.
-¿Y bien? ¿Lo has visto? ¿Cómo es?
Estaba completamente segura de que no contestaría ninguna de esas preguntas y que borraría de su mente todo rastro de respuesta en imágenes.
Respiró varios veces mientras otra imagen de Kyubi besándola la atravesaba.
-No, se nos escapó y no tuve tiempo de verlo.
-¡Que lastima!
-A ver Ino, solo es un simple ladrón, no es un sex bond-dijo más para sí misma que para su amiga.
-Sí, lo que tu digas, ¿sabes? es medianoche y no tengo intención de malgastar mi tiempo con tu amargado carácter.
-¿Te pido un paseo para despejarme tras una misión y así me ayudas?
Ino iba a contestar pero en ese momento se escuchó una horrible explosión hacia el barrio costero.
-¿Qué ha sido eso?-preguntó Ino.
-Ino avisa a Kiba y llama a una ambulancia yo iré a ver.
Hinata echó a correr calle abajo, el barrio costero quedaba a unas manzanas de distancia.
En pocos minutos se encontró delante del incendio más grande que había visto en su vida.
Se tapó la nariz con la manga de la blusa y se acercó para buscar supervivientes.
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Había ido a verse con su ''chantajista'' y se había quitado el disfraz por el camino, no quería arriesgarse a que alguien más lo viese y avisase a la policía.
Pero cuando llegó no había nadie y casi instantáneamente todo el barrio estalló por completo.
Tuvo escasos segundos para no quedar atrapado en el fuego pero no pudo llegar muy lejos ya que un trozo de hormigón le cayó encima de una pierna.
¡Había caído en una trampa! menudo estúpido.
Ahora moriría arrollado por el fuego y eso no era lo peor, toda la gente del barrio también.
Maldijo y estaba a punto de rendirse cuando delante de él apareció la persona menos esperada.
Casi estuvo a punto de gemir su nombre, hasta que recordó que ella no lo conocía.
Hinata se inclinó hacia él con su dulce cuerpo y le sonrió cálidamente.
-¿Estás bien?
Él, hipnotizado, asintió y luego sonrió pícaramente al pensar que extraña era la vida, le mandaban a un policía a rescatarlo.
Hinata miró al hombre rubio con atención, decir que estaba como un queso era quedarse corta, ese chico era el hombre más guapo que había visto, ¿qué pasaba esa noche que Dios le presentaba tantas tentaciones?
Inconscientemente estiró una mano para tocar los duros músculos de los brazos y se imaginó como sería ser abrazada por ellos.
Él sonrió más al ver como ella lo miraba, Dios mío esa mujer era como una llamar ardiente que hacía que su deseo colapsase su modo de razonar.
Y su mano tocándolo así...el pantalón le apretó dolorosamente.
-Corazón siento interrumpirte la vista pero el fuego nos va a quemar-dijo al ver las llamas.
Hinata despertó de su trance al escuchar esa voz masculina potente, le sonaba y mucho.
Se sacudió la cabeza, tenía que alejarse de Ino por un tiempo o acabaría violando a alguien.
Lo ayudó a levantarse y a salir de allí.
Por Dios, él tío era un gigante y realmente estaba bien musculado.
Su mirada viajó por él hasta cierto punto que estaba animado, se sonrojó y apartó la mirada.
Él volvió a sonreír.
-Me ponen las chicas valientes.
Una descarga recorrió a Hinata mientras alzaba los ojos y los clavaba en los azules del rubio, inconscientemente se mordió el labio inferior haciendo que él desease besarla, en lugar de eso se presentó.
-Naruto Uzumaki.
-Hinata Hyuga.
Él le dedicó una devastadora sonrisa, por favor, necesitaba un psicólogo ya, si seguía así empezaría a pensar que estaba loca.
Pero que podía hacer cuando estaba junto a un hombre que con cada parte de su cuerpo prometía regalar el más exótico de los placeres.
2.Devastador
Naruto abrió poco a poco los ojos.
Un dolor punzante le laceraba la cabeza y sentía partes de su cuerpo escocer dolorosamente.
Todo estaba a oscuras y no se veía nada.
¿Cuándo había llegado él a su cuarto? lo último que recordaba era que había estado en el museo tratando de robar un cuadro y que por el camino se había encontrado con la poli más sexy que había visto.
Hinata.
La imagen de la chica tendida debajo de él y jadeando provocó que el cuerpo le estallase en llamas.
La profesión cada vez se volvía más divertida.
Decidió levantarse, sería tarde y tendría que ir a trabajar, a pesar de sus condiciones.
Se levantó de la cama pero se encontró con algo extraño, un mueble que antes no estaba ahí.
Recorrió la estancia a oscuras y a pesar de no ver nada se dio cuenta de que aquel cuarto era más pequeño que el suyo.
Extrañado, recorrió el lugar en busca del interruptor de la luz y cuando lo hubo encendido se quedó pasmado.
Aquello estaba lejos de ser su cuarto, en el que estaba sin lugar a dudas había sido decorado por una mujer.
¿Cómo había llegado él allí? no recordaba haberse ido con ninguna mujer.
Se miró a sí mismo y descubrió que únicamente estaba vestido con sus pantalones, su pecho estaba al descubierto y enrollado en una venda por el bajo vientre.
Entonces recordó todo, el hombre del pasa montañas, iba a reunirse con él en el polígono que quedaba en la parte costera de la ciudad cuando de repente todo había estallado en mil pedazos.
Hinata lo había salvado cuando él creía que moriría y con su ayuda consiguió salir de las llamas, y después de eso no recordaba nada más.
Aturdido salió del cuarto, para dar a un pasillo que terminaba en una especie de salón.
Escuchó trastos de la cocina chocando entre sí y con los sentidos alerta fue caminando hasta el lugar de donde procedían.
Atravesó el enorme salón y descubrió que al otro lado de este había un pasillo que daba a una terraza y del que solo contaba con una puerta, seguramente la cocina.
Se acercó y abrió la puerta silenciosamente, para sorprender al intruso, hasta que vio quién era.
Hinata le daba la espalda, danzando de un lado a otro de la cocina preparando algo que debía ser el desayuno.
Dejó que su mirada la escanease e inmediatamente la boca se le hizo agua.
La pelinegra llevaba un camisón azul claro que únicamente le llegaba hasta debajo de las nalgas y que marcaba su exquisita figura, eso bastó para poner a Naruto más que caliente.
-¿Es Navidad? sino no me explico el hecho de estar aquí contigo-dijo él asustándola-en tu casa...
Hinata se giró para quedar mirando al rubio.
Dios, inmediatamente se sintió babear, aquel pecho era el más exquisito que había visto nunca, bueno, en realidad todo Naruto era exquisito, y aquella forma ardiente con como la miraba hacía que ciertas zonas de ella reaccionasen.
''Céntrate Hinata, solo es un desconocido al que salvaste ayer por la noche y que se desmayó, nada más''
Si, pero vaya desconocido, ojalá y todos los desconocidos fuesen como él.
Naruto sonrió de una forma tan devastadora que creyó que sus piernas se habían vuelto de gelatina.
Y entonces rememoró lo que él había dicho, el chico estaba pensando algo que no era y por algún motivo eso no la molestó, solamente logró calentarla más.
El rubio se le había acercado peligrosamente y ahora solo se encontraba a dos pasos de ella, a esa distancia Hinata se vio envuelta por el delicioso olor a hombre que desprendía Naruto y la llama se prendió en su interior cuando descubrió el bulto que sobresalía de su pantalón.
La boca se le quedó seca y una necesidad imperiosa de bajar la mano allí abajo y comprobar si estaba tan bien dotado como parecía la abrumó.
Naruto se endureció más al ver la forma en que ella lo miraba y en como una pequeña capa de sudor recorría su cuerpo llegando al escote que recogía sus perfectos senos.
Pero justo en el momento en que la fue a tocar ella se alejó de él y fue hacia el microondas, de donde sacó un tazón de leche que dejó encima de la mesa.
-Me alegra saber que estas bien-dijo procurando mirar a todos lados menos a él-ayer me dejaste muy preocupada cuando te desmayaste.
El rubio se sentó en una de las sillas que había mientras observaba como sus caderas se movían en un seductor compás mientras ella andaba de un lado para otro.
-¿Qué pasó? no logro recordar lo que sucedió después de que me salvaras, corazón.
La forma en la que dijo corazón hizo que el cuerpo de Hinata se convulsionara y que casi un gemido ahogado escapase de su boca.
¿Qué se supone que le estaba pasando?
-Te desmayaste y como las ambulancias no daban abasto te traje a mi casa, no sabía donde vivías así que me pareció la mejor opción-contestó con voz trémula.
Naruto sonrió, entonces había sido ella la que le había quitado la camiseta y quién le había puesto la venda.
La idea de las manos de Hinata recorriendo su cuerpo hizo que un escalofrío le bajase por todo el cuerpo.
-Y dime corazón, ¿debe preocuparme el hecho de que una mujer me haya desnudado mientras estaba desmayado?
Hinata se detuvo de golpe, sonrojada hasta la médula y negándose a darle la cara, mientras los recuerdos la invadían.
FLASH BACK
Ino y ella llegaron a la puerta de su casa cargando con el cuerpo inconsciente de Naruto.
-Esto si que es un hombre-exclamó la rubia recorriéndolo de arriba a abajo con la mirada-todavía no comprendo como accedí a traerlo a tu casa y no llevármelo a la mía, yo si que lo cuidaría bien.
Ya claro, pensó Hinata mientras sacaba las llaves y abría la puerta de su casa.
-La idea es que descanse y que se cure Ino, no que una ninfómana como tú acabe por matarlo, además te recuerdo que tú estás con Akira.
La rubia profirió un sonido vulgar mientras cerraba la puerta y lo conducían por el pasillo donde se encontraban los cuartos.
Iban a llevarlo al de huéspedes pero Hinata recordó que lo había estado pintando y que apestaba a pintura.
-¿Lo vas a meter en tu cuarto?-preguntó Ino al ver hacia donde se dirigía su amiga.
Hinata no contestó, conocía a Ino lo suficiente como para saber que la mente perversa de su amiga estaba trabajando y no quería darle más ideas.
Lo metieron en el cuarto y lo dejaron tumbado en la cama.
-¿De veras no te pone ni un poquito tener a un tío así tumbado en tu cama?-preguntó Ino de repente.
Hinata se sonrojó por completo y no pudo evitar mirar a Naruto, por su puesto que tenerlo en su cama la ponía cachonda y le daban ganas de...
Sacudió la cabeza y tiró de Ino para fuera.
-¿Qué haces se quejó la rubia?
-Él necesita descansar Ino y tú y tus estúpidos comentarios no ayudáis-contestó mientras la arrastraba hasta la puerta de salida.
-Lo que a ti te pasa es que quieres quedarte con el bombón tú solita-dijo con picardía-no te culpo, yo haría lo mismo, y bueno...que si que ya me voy Dios, mañana te llamo, pasa una buena noche.
Hinata le cerró la puerta en las narices mientras su pulso se aceleraba.
Sabía que aquello no estaba bien que debía dejarlo descansar pero sus pies ya la estaban llevando de camino a su cuarto.
Se quedó parada en la puerta mientras lo veía allí tumbado mientras por su mente circulaban imágenes poco sanas de Naruto en su cama...con ella.
Iba a marcharse para apartar esos pensamientos de su cabeza cuando se dio cuenta de que la camiseta del rubio estaba manchada de sangre en el bajo vientre, al parecer estaba más herido de lo que pensaba.
Entró en la habitación y luego al baño que tenía en ella y sacó que kit de primeros auxilios que guardaba en su botiquín.
En la academia de policía le habían dado algunas clases en caso de emergencia así que tendría que ser capaz de ayudar a Naruto de alguna manera.
Volvió al cuarto y se sentó en la cama al lado de él.
Las manos le temblaban mientas indecisa se dirigía a quitarle la camiseta.
Con el corazón en la boca le fue quitando la prenda poco a poco hasta dejar al descubierto un torso de infarto, su cuerpo se incendió inmediatamente en respuesta.
Dios mío, aquel hombre era un auténtico Adonis.
Sin poder detenerse extendió sus manos y tocó aquellos perfectos pectorales.
Cerró los ojos y se mordió el labio, Ino tenía razón, Naruto era la tentación en persona.
Bajó su mano para encontrarse con la más exquisita de las tabletas de chocolate que jamás había tocado y visto, ese hombre era perfecto.
Pero luego sus ojos se clavaron en aquella quemadura fea que tenía en el bajo vientre.
Obligándose a abandonar esos pensamientos libidinosos empezó a hacerle las curas para luego vendarlo.
Luego echó un vistazo a su trabajo y se sonrojó al ver que su mano rozaba el cinturón del pantalón del rubio.
Si la bajase un poco más podría sentir que tan hombre era.
Pero la cordura la detuvo y se obligó a sí misma a guardar el kit de primeros auxilios y salir de cuarto antes de que cometiese una estupidez.
FIN DEL FLASH BACK
-Me limité a curarte, no soy ninguna clase de pervertida-contestó mordazmente.
Él sonrió mientras se levantaba.
Se colocó detrás de ella dejando a Hinata apresada entre su cuerpo y la encimera de la cocina.
Llevó sus manos hacia ambos lados de la chica y las apoyó en el frío mármol.
Hinata soltó un jadeo cuando sintió la erección de él apretándola en su espalda.
Tenía que apartarlo, era un desconocido y el único testigo del caso, los polis no hacían esas cosas con los testigos.
Pero su mente se nubló cuando sintió la lengua de Naruto en su oreja.
-Personalmente me hubiese gustado estar despierto y así podríamos haber jugado juntos corazón-dijo mientras lamía su cuello y notaba como Hinata jadeaba fuerte-aunque bien pensado, este es el momento perfecto para jugar.
La giró bruscamente y estampó su boca contra la de ella apretándola fuerte contra él.
Hinata se sintió desfallecer al sentir esa tórrida boca en la suya y aquella devastadora lengua recorriendo con fiereza su cavidad.
Sabía que aquello estaba mal, pero por Dios ese hombre besaba de maravilla y sentir sus manos en su cadera manteniéndola pegada a él la volvían loca.
Llevó sus propias manos al pelo de él topándose con una pequeña coleta la cual le quitó, con sus dedos fuertemente enredados en el cabello dorado lo atrajo más hacia sí.
Naruto sentía que la bestia de su interior tiraba de él, aquella mujer sabía de maravilla.
La alzó con las manos y la sentó en la encimera haciendo que sus intimidades se rozasen a través de la ropa en un lento compás.
Un sonoro gemido escapó de la boca de la chica mientras él empezaba a ocuparse de su cuello y subía una de sus manos hasta uno de sus pechos.
Hinata no sabía como su cuerpo era capaz de resistir semejante torrente de lava, en su vida había sentido lo que sentía en esos momentos.
Naruto la aferró más contra él al mismo tiempo que descendía con su boca hasta el escote y ella enredaba sus brazos en su ancha espalda.
''Estoy loca, voy a hacer el amor con un desconocido'' le decía su voz interior, quería apartarlo pero simplemente no podía, lo único que lograba hacer era gemir como una loca y apretarlo más contra ella.
Se sentía desfallecer mientras la lengua de él trabajaba sin control y sus entrepiernas se rozaban una y otra vez.
Si nadie los paraba acabarían haciendo algo de lo que Hinata sabía que acabaría arrepintiéndose.
Y justo en ese momento sonó el teléfono de casa.
Hinata suspiró y con toda su fuerza de voluntad apartó a Naruto.
-Esto no debe volver a pasar, yo soy policía y tú eres un testigo, solamente eso-dijo bajándose de la encimera y colocándose el camisón-desayuna, después tenemos que llevarte a la comisaría para que prestes declaración.
Naruto suspiró y asintió a regañadientes, su cuerpo todavía ardía a causa del deseo insatisfecho pero se obligó a centrarse en su desayuno mientras ella iba a contestar el teléfono, si este nunca hubiese sonado él ahora mismo estaría terminando con lo empezado.
Hinata salió de la cocina a pesar de que su cuerpo le gritase que se diese la vuelta y volviese a los brazos de Naruto.
Esto solo era culpa de Ino que anoche le metió ideas indecentes en la cabeza.
Con un suspiró alcanzó el teléfono y contestó.
-¿Diga?
-¿Qué tal con el caramelito?-preguntó Ino al otro lado.
-Está perfectamente gracias-contestó molesta.
-¿Lo has visto desnudo? ¿La tiene gra...?
-¡Ino por favor!-exclamó sonrojada-¿es que no puedes pensar en otra cosa? ¿Solo llamas para eso?
Escuchó como la rubia se reía al otro lado del aparato.
-No, solo quería saber si hoy irías a trabajar.
-Claro que voy, tengo que llevar a Naruto a declarar, es el único testigo que no está herido grave en el hospital.
-Ya bueno, yo hoy me pasaré por tu comisaría.
Hinata alzó una ceja.
-¿Y a qué debemos ese gran honor?
-Bueno verás, el jefe-idiota me ha mandado ir a recoger unos informes-rezongó.
-No trates así a Sai, él se porta bien contigo.
-Si, bueno, ahora te tengo que dejar, a lo mejor nos vemos más tarde, adiós.
-Chao.
Hinata colgó el teléfono y cerró los ojos.
Desde allí escuchaba a Naruto desayunar.
Estaba loca, rematadamente loca.
Dejó el teléfono en su sitio y fue hasta su cuarto para vestirse.
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Se encontraba en medio del salón de su apartamento en Los Ángeles con una sonrisa de oreja a oreja.
En su mano tenía un baso de Vodka y sus ojos estaban clavados en la enorme cristalera desde la cual se veía casi toda la ciudad.
Estaba feliz y nada lograría enfadarlo, por fin tras mucho tiempo había logrado lo que tanto ansiaba, acabar con Kyubi.
Él muy imbécil había caído en su trampa y había ido a encontrarse con él.
Él mismo había visto como estallaba la bomba y Kyubi quedaba en medio de las llamas antes de marcharse.
Ahora estaría ardiendo en el infierno.
Lo único que quedaba era encontrar lo que él había buscado durante todos estos años y que lo tenía totalmente obsesionado, un objeto de incalculable valor.
El cetro de oro del dios griego Zeus.
Había desaparecido hacía unos cuantos años y él estaba completamente seguro de que estaba en manos de Kyubi, donde lo tenía, esa era otra cuestión que estaba dispuesto a averiguarlo fuera como fuese.
Sonrió divertido, ¿qué haría Kakashi ahora sin uno de sus huérfanos-ladrones? él muy imbécil siempre había sido un blando con los críos y por eso fue tan fácil de capturar al noveno de sus ladrones.
Bastó con decirle que si él asistía a la reunión nadie del barrio saldría herido, estúpidos sensiblones, el barrio había estallado igualmente en llamas dejando a todos muertos o heridos de gravedad, ese imbécil incluido.
Solo quedaba una última ficha por mover y esa era el mismo peligris.
En cuanto Kakashi se enterase de la muerte de su subordinado viajaría de inmediato a Japón para hacerse cargo de todo.
Al estar Kyubi muerto se vería obligado a sacar todos los objetos robados con los que este se quedaba y llevárselos con él.
Lo único que debía hacer era vigilar a Kakashi, él mismo le llevaría hasta lo que quería, todo era demasiado simple.
Aún así debía ser cuidadoso, Kakashi era un hombre extremadamente inteligente y un rival a tener en cuenta.
Sería una lucha interesante.
Hinata y Naruto iban caminando por la calle en pleno silencio hacia la comisaría.
La pelinegra se obligaba a mirar fijamente al frente aunque de vez en cuando su mirada escapa de reojo a él.
-¿No tienes familia a la que decirle que estás bien?-preguntó.
Naruto se encogió de hombros.
-No tengo familia.
Eso no era del todo cierto, pero él era lo suficiente mayor e independiente como para andar llamando a Kakashi, el peligris tendía a aparecer y encerrarlo en casa hasta que considerase que el peligro había pasado, pero Naruto no estaba dispuesto a ser tratado como un niñito y perderse la acción.
Recordaba aquella vez que su hermano Hachibi, en realidad su mejor amigo ya que él no tenía familia de sangre, se había metido en un lío al robarle un yelmo de César a la camorra napolitana.
Habían sido dos días seguidos de persecución y tiroteo hasta que Kakashi llegó y sin saber como habló con ellos y consiguió que todo se tranquilizase.
-Pero debes tener alguien que se preocupe por ti, ¿no?
-Si, pero realmente no quieres encontrarte con Kakashi-dijo Naruto-en cuanto lo vieses no dudarías en arrestarle.
Hinata se asustó.
-¿Es un delincuente?
-Al menos eso parece-contestó divertido-el Motorista Fantasma al lado de él parece un muñeco de Hello Kitty, en serio, siempre va en moto y con la música rock a todo volumen.
Hinata intentó imaginarse al tipo en cuestión y un escalofrío la recorrió de arriba a abajo.
-Seguramente se llevaría bien con Ino, a ella le gustan los tipos duros.
Mientras hablaba Naruto tenía la mirada fija en el pelo de la chica, siempre le había gustado el pelo negro y el de ella era como la noche y muy largo, le daban ganas de estirar la mano y acariciarlo pero sabía que ella no le dejaría.
Esa mañana había dejado muy claro que nada pasaría entre ellos dos y el podría ser un ladrón pero no un hombre desalmado que obligaba a las mujeres a complacerlo.
Es más, estaba seguro de que aunque lo intentase, no saldría bien parado, una mujer policía y con carácter era algo serio a lo que enfrentarse y sinceramente él quería conservar todo su cuerpo intacto.
Sonrió cuando la pelinegra entró en el edificio de la comisaría y le decía al becario que le dijese al inspector Inuzuka que se reuniese con ellos en la sala de interrogatorios.
Todo aquello era una pura ironía, él era un ladrón y estaba entrando voluntariamente en una comisaría para reunirse con su peor enemigo, le gustaba aquella situación.
-El inspector Inuzuka te hará unas pocas preguntas y luego podrás irte tranquilo a tu casa-dijo ella.
-A mi me apetece más que me interrogues tú, me siento más cómodo-dijo.
Hinata se vio obligada a tragar el nudo que le apareció en la garganta, debía conservar la calma.
Cuando llegaron a la zona de interrogatorios Kiba ya los estaba esperando.
-Este es el testigo del que te hablé ayer por la noche.
Hinata lo había llamado después de curar a Naruto.
Kiba asintió y clavó su vista en el rubio que hacía esfuerzos por no reírse ante la situación.
-Kiba Inuzuka, solo le haré unas cuantas preguntas y podrá irse-le tendió la mano.
-Naruto Uzumaki, un gusto conocerlo inspector Inuzuka-contestó estrechándosela.
Los tres entraron en la sala de interrogatorios y no salieron hasta una hora después.
Naruto se vio obligado a montarse la historia de su vida ya que si les decía la verdad descubrirían quién era.
Los tres se dirigieron a la entrada donde Naruto tuvo que dejar su número de teléfono por si volvían a necesitarlo, después el inspector Inuzuka los dejó solos porque tenía trabajo que atender.
-Eso ha sido todo-dijo Hinata.
Por fin él se iría, no se volverían a ver y ella podría recuperar su normalidad, pero lejos de agradarla no le apetecía ni un poco dejar que ese Dios masculino la abandonase.
-Si, bueno, me marcho ya, ha sido un placer conocerte Hinata-dijo con una sonrisa pícara antes de irse.
Hinata se quedó en la puerta viendo como él se alejaba, por fin todo volvería a la normalidad.
aki dejo stos tres, si algien kiere ir adelantando lectura k se pasa x mi foro(ahi es donde subo primero las contis)arteanime.foroactivo.com ja na^^