Podría ser una buena idea, con las mismas condiciones, hacer una sóla historia que los usuarios vayan continuando.
Como sea, soy la primera. >.D
Uvas De Ceniza
Miró con desinterés el panorama que corría al otro lado de la ventanilla de la limusina, y la desagradable sensación de una mano explorando su piel aceitunada. La detuvo con un gesto de fastidio y ella se refugió al otro lado del asiento, consolada por el alargamiento del inevitable momento de pagar sus deudas.
El
granizo golpeteaba el metal con la dureza de un castigo celestial directamente dirigido hacia él. Volvió a dar una lenta calada a su cigarrillo e inhaló el gusto mentolado que dejaba en el aire. Me regresó a ver, hizo esa mueca molesta por enésima vez, y al descubrir mi mirada de compasiva superioridad, buscó en el bolsillo de su abrigo, sacó los cigarrillos envueltos en una empaque dorado con la complacencia e indiferencia del que comete una satisfactoria venganza. Vi reflejada en el vidrio la expresión de incrédula diversión que se había apropiado de mis facciones, e intenté volver a mi estoicismo facial antes de provocar alguna otra reacción ofensiva, pero fue en vano en cuanto se dio cuenta que no tenía ni su encendedor ni los
fósforos de emergencia en el revés de su chaqueta.
Frunció con dureza el ceño, agarró el cuello de mi camisa y con la fuerza para sorprenderme, me acercó a su rostro. Observó con furia mi inexpresividad, y antes de cualquier pregunta, arrepentimiento o consideración, se lanzó a mi boca con la desesperación del hambriento. Un pitido se elevó a mis oídos, agarré su mandíbula y nos obligué a permanecer en los labios del otro hasta que mis pulmones golpearon mis costillas con rencor. Al separarnos, fijé el reto que ofrecían mis pupilas en el terror que empezaba a invadir las suyas, y lo besé una y otra vez, hasta que no pudo resistirse y se entrego de súbito al placer que sabía incorrecto.
—A
uvas... —, susurró antes de atraerlo de nuevo a la caída de sus principios.
Un gritito de indignación llamó mi atención repentinamente, y quise golpear a la muchacha que nos contemplaba con el asco que se le da a algo genuinamente repudiable. Aplastando uno de los tantos botones que adornaban el espacio, el auto se detuvo; lanzando un último chillido furibundo, escapó de la protección en medio de una de las peores tormentas del invierno. Nos pusimos en marcha de nuevo con apretar el botón por segunda vez.
Aterrado, regresé a analizar el rostro frente a mí, y con alivio revelé su confusa y sonrojada tez.
—¿A uvas? —, pregunté sin soltar su rostro, entretenido por el amortiguamiento que parecía sentir el morocho.
Con un poco de dificultad, consiguió explicar:
—Tu boca..., sabe a uvas —, dijo con una voz avergonzada y ronca.
—El sabor a nicotina tampoco está tan mal —, manifesté sonriendo. Realmente no estaba dispuesto a dejarlo ir ni aunque tuviera sabor a alcantarilla.
—Tú odias el cigarrillo —, replicó con una ligera risa al notar su revancha y volvió a besarme hasta casi desvanecerme.
Que el camino sea infinito...
Palabras: 500Quedó bonito. .'D
Bueno, ya, que si lo reviso lo publicaré muchísimo después. Verde, corriente, bar.