— ¡Ah! Papi, está bien.
Le fueron a devolver la pelota. Aimo sabía que de ahora en más podía defender a su hermano de otra manera.
Mientras los niños estaban jugando, Gakupo podía recordar las vacaciones familiares de hacía unos años atrás, cuando estaba Meian con su famosa trikini morada que la hacía ver tan sexy. Y cuando se escapaban por la noche a hacer sus cosas de adultos bajo la luna acompañados del sonido del mar.
O la última vez, ella estando embarazada de Aimo, se había sacado una foto con el torso desnudo acostada en la arena y mirando a la cámara.
En esa época si bien tenían sus problemas, eran felices. Y Meian lo adoraba.
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Sakura se puso roja y le pegó un fuerte cachetazo.
—Pervertido — Murmuró y se fue a buscar a Oyuky sin importarle lo que le dijeran esos brabucones.
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—No pasa nada — Seguro en su casa ya tendría entradas gratis para el concierto — ¿Vas a querer ir?