A los treinta días, si es hembra; a los treinta y uno si es varón, son conducidos al templo que les corresponde, y tirando de un grueso cordón, a cuyo extremo tiembla un gran cascabel pendiente del techo,
piden a los dioses que les conserven todos sus sentidos.Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
Interior de una casa japonesa, donde lo occidental contrasta con lo típico. En cada parque florido de sakura (cerezo), que visto desde lejos semeja un ramillete colosal de rosadas flores, o en cada estanque encantado con su lluvia de grandes racimos de glicinas,
hay siempre uno o varios templos erigidos en honor de algún emperador, nieto de dioses, de algún heroico guerrero poeta, o de algún samurai valiente que supo dar su vida por el Mikado.Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
Nurses al cuidado de los pequeñuelos, jugando en un jardín público. En el vocabulario japonés no existen palabras insultantes. Todo él es un florido ramillete de cortesía y de buena educación. La palabra más ofensiva es ajó: tonto; intolerable hasta entre niños del colegio, poniendo cada cual de ellos de su parte cuanto es menester para que nunca se les pueda aplicar.
Algunas cosas cambian conforme la era moderna llega, y ciertos tecnicismos que se agregan al dialecto (tal y como ya hay nueva gama de "insultos") pero costumbres perduran, tal y como en cualquier otra cultura.En el Japón se rinde verdadero culto al aseo personal, y el baño es para los nativos un verdadero deleite. Esta lámina representa tres beldades japonesas ultimando su cuidadoso tocado.