Ozura corría con su estuche de violín que nunca dejaba en el hombro que se balanceaba de un lado a otro y su cabello se movía con el aire. —¡Voy tarde, voy tarde!- tenía a esa hora clase de canto después de Reiko y ya habían pasado 10 minutos de tardanza desde que debió haber llegado, y si no llegaba temprano Alexandra le castigaría cantando una canción que le disgustaba por la letra, demasiado meloso para su gusto... —Llegué...- volteó en la esquina del pasillo que iba hacia el salón a prueba de ruido pero no parecía que funcionara pues escuchó discusiones, insultos y más gritos por parte de los maestros que se peleaban, sintió el peligro. —Eh...será mejor que los deje solos...- retrocedió lentamente como con un animal dormido y corrió en dirección contraria. —Sus peleas son peligrosas...- y siguió corriendo.