Sacó la lengua y tocó su labio inferior, pero eso fue todo. Con una sonrisita maliciosa, se separó de él y fue nuevamente a la estantería, no sin antes pasar por un lado de Dallian y apretarle la mejilla.
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Gimió, sorprendida y maravillada a partes iguales. Si era sincera, en realidad pensó que volvería a jugar con ella y no la besaría. Su lengua se enrolló con la de éñ, pero fue incapaz de tocarlo con las manos, no sabía si sería buena idea.
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Llevó una mano a su rostro apretándose el puente de la nariz con dos de sus dedos. Eso tenía que ser una broma. Haru, la adorable, rebelde y en ocasiones encantadora Haru no podía estar vendiéndose a un depravado.