Creo que ya no tenía la venda en los ojos, pero hagamos como que sí:
Aimée bufó, Dallian solo era un chiquillo que no sabía dónde se había metido, se había acobardado y había huido.
Volvió al salón y observó a Ian llamarla. Sonrió, observarlo así, tan necesitado, la hacía sentir bien.
—Aquí estoy~—canturreó.
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—Ya pagarás ese restaurant que has dicho—le guiñó un ojo y comenzó a caminar—. Y como recompensa, me pondré muy guapa para ti.
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Gimió, excitado por su bofetones.
—Pero... me gusta mucho más cuando... eres tú quien me lo proporciona—admitió sonrojado, mirándola a los ojos.
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La observó de arriba a abajo. Parecía tener la misma edad que la anterior chica. Sonrió con cinismo, algún día alguien lo llevaría preso por gustarle chiquillas.
Se hizo a un lado para dejarla pasar.
—Adelante.