—Por estar metida en el reino del acomodo no lograrás intimidarme — se cruzó de brazos y se retiró, dispuesto a hablar con la directora. Claro, antes de irse le sacó una foto a la cafetería para mostrarle en el estado en que estaba.
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Kenji la miró divertido.
—Te beso, preciosa. No te hagas, no te resistas. Tú me dices que no, pero tu cuerpo me dice sí.
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Puso unos ojos chibis enormes.
— ¿En serio?
Ornella rara vez veía a Lia con tanta debilidad.