Caminó hasta la casa, eran los dos más retrasados, pues Ozura esperaba a Gyo cada tramo del camino, aparte de que estaba cansado no podía caminar bien así que se retrasaron en llegar. La lluvia no cesaba, la podía parar en cualquier momento, pero era algo relajante para la pelinegra. Se mareó un poco pero sacudió la cabeza para no caer, necesitaban volver a la montaña sagrada, era cómo un hogar para ellos. Peor no estaba segura si ayudar a las personas extrañas a llegar allá.
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Yitán caminó en silencio todo el camino, era quien estaba más tranquilo de todos pues no se había quejado del lugar donde estaban cómo lo hacía Margaret. Aunque claro estaba desconcertado, asustado y confundido, pero quejándose no ganaba nada.