— ¿Por qué se supone que me odias tanto? ¿Eh? Tal vez es esa mezcla mezclada con cariño — la volvió a agarrar con firmeza — De igual modo, recuerda: puedes escaparte, pero no esconderte. Menos de mí — fue un poco más osado y le pasó la lengua por la mejilla.
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—Van a llegar, seguro. Aunque no hay rastro de ninguno — Ornella se acostó — Y espero que Margaret nos alcance.