Aunque le hubiese dolido aquello, siguió riéndose al recordar todo lo que habían hecho.
—No te sulfures. Ahora me pateas, pero en ese momento me rogabas por más. ¿Por qué ha de cambiar eso? Podemos intentar hacerlo de vuelta — la soltó como si nada, haciéndola caer al piso. Luego se le puso encima — Recuerda que… todo esto es genial— se relamió los labios con malicia.