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Autor Tema: Ayame y Bankotsu: Narcotiza mi corazon [Narcotrafico] [Drogas] [Amor] [Lemon]  (Leído 14675 veces)

BadCapri Desconectado
« en: Diciembre 18, 2014, 04:31 am »

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¿Existe el amor verdadero en el mundo del narcotrafico? La mayoria piensa que no, pero la verdad es que nunca habian visto un romance como este. Los caminos de dos narcotraficantes se cruzan dandole un toque irresistiblemente diferente a sus vidas. Sin embargo, uno de los dos le falta el respeto al otro en términos de negocios creando una situacion de conflicto. ¿Competiran o llegaran a un acuerdo? ¿Se enamoraran o los negocios destruiran su romance?... Nadie sabe lo que habrá a la vuelta de la esquina cuando alguien narcotiza tu corazon...

Los personajes pertenecen a la serie Inuyasha de Rumiko Takahashi y fueron tomados para crear este Universo Alternativo el cual se enfoca en la pareja Ayame y Bankotsu. Se advierte la presencia de tematicas como el narcotrafico y las drogas, asi como escenas lemon.




Capítulo 1: Probar algo nuevo.

   La tierna y bella obra de teatro en la Primaria Particular llegaba a su fin y ella no podía estar más embobada con su pequeño disfrazado de príncipe. La maestra les dió la orden a los padres y apoderados de esperar a los niños de Primer Grado afuera y así lo hizo ella. Cuando ya salieron, el pequeño corrió feliz a los brazos de su madre. Ella lo recibió amorosamente con un abrazo.

-Mamá, ¿cómo estuve?- le preguntó el niño.

-Hermoso, mi cielo- contestó ella, acariciando su rostro. Su mirada se puso algo triste cuando reparó por innumerable vez cuánto se parecía a su padre. La piel ligeramente tostada, los ojos celestes y la cabellera negra, larga y lisa amarrada en una coleta de caballo se lo recordaba muy bien -¿Ya nos vamos a casa? ¿Pasamos por un helado?- le preguntó, tomando su mochila y su mano.

   Arriba del Peugeot RCZ plateado, pasaron por un helado para su hijo de camino y llegaron a una mansión en un barrio de clase alta en el gran Tokyo. La mansión de estilo moderno y de dos pisos estaba bien cerrada y protegida por un sistema de alarmas y un cerco eléctrico. Su decoración denotaba el toque femenino puesto por su dueña y sus jardines y patio trasero con su terraza y piscina completaba todo.

   Pero nada era tan atractivo como ella. De piel blanca, tenía un cabello pelirrojo largo hasta su trasero con mechones que enmarcaban su rostro y los ojos de un color esmeralda profundo. Su cuerpo era curvilíneo y hermoso, tonificado y ligeramente marcado por los años de gimnasio. Llevaba puestos unos jeans leggins azules  y unos zapatos de taco alto con plataforma también en beige. El corset beige con bordados dorados dejaba ver el tatuaje bajo su clavícula izquierda, la fecha 21.09.2008. Sus ojos iban maquillados con ligera sombra dorada, rímel y delineador negro y los labios con gloss café.

   Entró alegre junto a su hijo y su criada salió a recibirla.

-¡Kaede!- se acercó a abrazarla el niño tiernamente.

-Mi niño Kouga, ¿cómo te fue en tu obra?- lo abrazó de vuelta ella, alegre.

-Muy bien, a mamá le gustó mucho- dijo el niño.

-Hola, Kaede- le dijo la beldad pelirroja a la mujer de avanzada edad.

-Señorita Ayame- hizo reverencia ella, tomando la mochila del niño.

-Kouga recién comió un helado, así que no te preocupes. Yo descansaré un momento y luego saldré de nuevo a la tienda- le explicó. Tenía una voz dulce, segura y femenina y una actitud coqueta al hablar.

-El señor Miroku está aquí. La espera en la sala de estar- dijo la señora, algo temerosa por su reacción. Ayame hizo un gesto de molestia.

-¡El tío Miroku!- exclamó el niño feliz y se fue corriendo a la sala de estar.

-Ok- dijo ella y fue rápido con su sexy caminar siguiendo a su hijo –Hola- le dijo apenas entró al hombre sentado en el sillón y conversando divertido con Kouga en sus brazos. Tiró su cartera en el sillón.

-Hola, rubí- dijo él, sonriéndole. Era un hombre de unos 28 años, blanco, con su cabello negro amarrado en una pequeña coleta baja y ojos azules.

-Miroku, pretendo descansar e irme a la tienda. Así que por favor, habla rápido- le dijo Ayame, algo incómoda porque hace mucho que nadie volvía a llamarla así.

-Siento interrumpir tus planes. Sé que odias que alguien lo haga pero tenía que hablar urgente contigo- dijo él, ya acostumbrado a sus reacciones.

-Hijo, ve a tu habitación. El tío Miroku hablará con ma ahora- ordenó su madre.

-Adiós, tío- le dijo Kouga, abrazándolo amorosamente. Miroku lo acarició y lo besó en la frente.

-Cuídate y pórtate bien- le dijo él y el niño abandonó la sala de estar.

-Vamos, te escucho- dijo Ayame, manteniéndose de pié mientras él volvía a acomodarse en el sillón y retomaba su cerveza fría.

-Me ofrecieron metanfetaminas a un precio más bajo del normal.

-¿Para eso vienes a hablar conmigo?

-Claro. Tengo que tener tu aprobación- dijo Miroku y hubo unos segundos de silencio. La molestia de ella se desvaneció un poco cuando recordó la razón de por qué importaba su opinión.

-¿Es de buena calidad?- preguntó.

-Sí. Es nuestra oportunidad de entrar al mercado, cuñadita. Tendremos ganancias extras a nuestra venta de cocaína. Y serán grandes ganancias, te lo aseguro.

-No hay nada más que hablar entonces- dijo ella, tomando su cartera y haciéndole un gesto de aprobación como hacen los militares –Nos vemos.

   La chica volteó y lo dejó a solas. En su habitación, puso música y tomó su bong rosa transparente para una dosis de su cultivo personal de marihuana. Y es que era cansador ocuparse de una red de narcotráfico aparte de todas las otras cosas que tenía que preocuparse en su vida. A pesar de que junto con su cuñado eran los mandamases, Miroku le dedicaba mayor cantidad de tiempo mientras que Ayame tomaba mayor parte a la hora de tomar decisiones o tratar situaciones importantes.

   Si, su vida había cambiado completamente hace 6 años. Su novio había muerto a los 26 años de una herida de bala en una persecución de la policía y ella bien sabía que no podía abandonar la red luego de que le hubiera jurado a él que iba a continuarlo, ante las dudas del chico acerca de si algún día moriría sorpresivamente. Y así fue. Kouga fue asesinado dejándola con 16 años y un gran vientre de 9 meses. Nada que hacer. Debía seguir, pues su hijo estaba por nacer y Miroku, el hermano menor de Koga con los demás permanecían allí, dispuestos a continuar.

   Con los millonarios ahorros que le había dejado Kouga, Ayame se dedicó a criar y cuidar de su hijo los primeros años. Posteriormente, Miroku la ayudó y abrió su propia tienda de ropa que tanto soñaba: Queens and Kings.

   Estando lo suficientemente colocada, apagó su equipo, tomó sus cosas y su auto y se fue camino a su tienda. Queens and Kings estaba ubicada al comienzo del barrio alto, muy cerca del centro por lo que obtenía siempre mucha, buena y variada clientela. Había comenzado vendiendo ropa y accesorios de mujer y hombre importados pero luego incorporó diseños propios.  La tienda era variada en estilos, pero el que predominaba era el hip hop.

   Llegando allí, la esperaba su alta y delgada amiga que miraba la ropa de la tienda mientras hablaba por su Smartphone.

-Sanguito- le dijo ella, feliz de verla. La chica volteó sonriendo y haciéndole un gesto indicándole que estaba ocupada al teléfono. Ayame saludó a su par de vendedores y esperó a su amiga –Claro, cariño. Ya debo irme, llegó Ayame. Un beso, te amo- colgó el teléfono, se besaron en la mejilla y se abrazaron -¿Cómo estás?

-Volada- contestó divertida ella. Sango rió con normalidad.

-Podrías decirme algo nuevo un día de éstos.

-¿Y tú?

-Cansada, gracias a Dios hoy fue la última sesión de fotos- comentó Sango. Era modelo, pero su especialidad era la fotografía por su cara simpática y angelical. Sus curvas eran precisas para un buen cuerpo de modelo, con una cabellera achocolatada, lisa y larga hasta sus codos y un flequillo recto sobre su frente, junto a unos ojos marrones –Miroku me contó que planean ganar más dinero con la nueva mercancía- le dijo en un tono bajo. Llevaba dos años siendo la novia de su cuñado y solía estar al tanto de todo lo de la red.

-Sí, hoy me habló de eso y le dije que sí.

-Bueno, les vendrá bien probar algo nuevo- le dijo, guiñándole el ojo y Ayame rió levamente -¿Y qué me cuentas de Sessh? ¿Han hablado?- preguntó con picardía.

-Me invitó a cenar mañana en la noche- contestó la pelirroja alegremente aunque no en demasía.

-¡Genial! Me imagino que a un buen restaurant- dijo Sango, entusiasmada.

-Pues claro que sí.

-Encontré a un estilista que hace una manicura preciosa, mira- le dijo, enseñándole sus uñas maquilladas de una forma que deslumbró a Ayame.

-Están demasiado lindas- comentó maravillada.

-Te llevaré para que tengas las uñas muy bien presentadas mañana en la noche- dijo alegre Sango y ambas rieron.

Kel|Thuzad Desconectado
« Respuesta #1 en: Diciembre 20, 2014, 01:30 am »

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Re:Ayame y Bankotsu: Narcotiza mi corazon [Narcotrafico] [Drogas] [Amor] [Lemon]
« Respuesta #1 en: Diciembre 20, 2014, 01:30 am »
Interesante, la historia tiene buena trama, pero como que debiste agregarle más suspenso  al final en mi humilde opinión :D

BadCapri Desconectado
« Respuesta #2 en: Diciembre 21, 2014, 01:43 pm »

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Re:Ayame y Bankotsu: Narcotiza mi corazon [Narcotrafico] [Drogas] [Amor] [Lemon]
« Respuesta #2 en: Diciembre 21, 2014, 01:43 pm »
Puede ser, Kel! Lo habia pensado pero no se me ocurrio como en el momento  :XD: Lo tendre en cuenta para el proximo capitulo  :neko:

BadCapri Desconectado
« Respuesta #3 en: Diciembre 30, 2014, 04:31 am »

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Re:Ayame y Bankotsu: Narcotiza mi corazon [Narcotrafico] [Drogas] [Amor] [Lemon]
« Respuesta #3 en: Diciembre 30, 2014, 04:31 am »
Capítulo 2: Y ahora, tú

El día laboral transcurría normalmente al mediodía en Queens and Kings. Volada, Ayame cuidaba de la caja registradora mientras sus vendedores asesoraban a los clientes. Estaba tan concentrada en su trabajo y en su iPhone que ignoró la entrada de dos nuevos compradores.

-¡Qué linda ropa!- exclamó entusiasmada la chica, acercándose a ver todo.

-Escoge lo que quieras, Kikyo- le dijo aburrido el hombre que la acompañaba mientras exploraba con la mirada toda la tienda. Él era un moreno alto con un fuerte cuerpo atlético y ojos azules, con una cabellera negra azulada peinada en una larga trenza y una sonrisa maliciosa. No había duda de que la ropa era linda, pero Ayame lo opacaba todo. Nunca había visto mujer más atractiva. Le hechó un vistazo a la pálida y delgada chica con cabellera negra y ojos marrones, confirmando que se encontrara en su labor de elegir una prenda con una de las vendedoras. No podía dejarla pasar, así que fue aproximándose lentamente de forma que no se notara su interés y aún así la pelirroja no reparó en él.

-Me gusta la tienda- le comentó, a lo que ella lo quedó mirando y le sonrió. Él acentuó más su sonrisa, pues ella tenía los ojos tan enrojecidos como los suyos. Adoraba ver a una sexy mujer que le gustara colocarse con marihuana, igual que él.

-Gracias- contestó y volvió a su iPhone.

-¿Eres la dueña?

-Sí. ¿Se nota?- volvió a mirarlo Ayame, divertida. Él rió un poco.

-Algo. ¿Cómo te llamas?- se atrevió a preguntar y ella rió levemente.

-¡Bankotsu, ven!- le gritó la chica que andaba con él. El moreno hizo un gesto de molestia y Ayame rió volviendo a su iPhone. Él fue hasta donde la chica, quién le pidió su opinión para escoger lo que se compraría y de allí no lo dejó más a solas. Bankotsu no paraba de mirar a Ayame apenas podía sonriéndole seductoramente. Ella lo miraba a veces y le devolvía la sonrisa, divertida pues no era el primer hombre con pareja que la miraba.

                Cuando la chica escogió lo que iba a llevar, realizaron la compra y tuvieron que irse sin más aunque Bankotsu se prometió a sí mismo que iba a conseguir su nombre y su número de teléfono cuando le fuera posible.

                Hacia el atardecer, Sango fue a recoger a Ayame para llevarla al centro de alta estética integral. Allí las esperaba ansioso un gay de piel blanca, cabello negro y corto con mechones enmarcando su cara y los ojos también negros.

-Pero qué bellezas vienen a verme- comentó al verlas, poniéndose de pié para saludarlas.

-Hola, querido- lo saludó Sango –Ésta es Ayame- se la presentó y se saludaron.

-Wow, eres muy sexy-le dijo él, graciosamente malicioso. Ayame acentuó su sonrisa.

-Jakotsu- se lo presentó Sango y Ayame creyó haber escuchado su nombre en algún lugar.

-¿Un trago? ¿Un café?- les ofreció el afeminado hombre.

-Un trago- dijeron ambas al unísono y rieron con él.

-Aquí tienen- les dijo luego, entregándoles dos copas de vino blanco frío -Déjame ver tus uñas- le dijo a Ayame y ella le tomó las manos -Muy bien cuidadas, pero nunca estarán mejor cuidadas que conmigo. Vas a ver, cariño- le dijo y le guiñó un ojo.

-Sorpréndeme- le dijo ella y le guiñó el ojo también.

-Tiene una cita en un par de horas más- le dijo Sango a Jakotsu, entusiasmada.

-Oh, ya veo. Uñas estilo ombre te quedará muy bonito. Aunque habría jurado que tenías novio. Osea, ¿qué es eso?. ¿Una mujer tan hermosa y soltera?

-Bueno, hace años que no tengo una relación seria- la sonrisa de la pelirroja beldad se desvaneció un poco.

-¿Algún motivo?- le preguntó Jakotsu, a lo que Ayame suspiró.

-Ninguno en especial- mintió. Lo de Kouga no era un tema que hablara con cualquier persona.

-Te hará bien una cita, entonces. Déjate querer- dijo Jakotsu y luego Sango cambió el tema pues se había dado cuenta de la reacción de su amiga. Jakotsu tenía razón. Debía dejarse querer, pero es que simplemente desde la muerte de Kouga no había conocido a nadie que le hiciera perder la cabeza.

Flashback:

-Kouga era el amor de mi vida, Miroku. Nunca habrá nadie como él- le decía una Ayame de tan solo 16 años vestida de riguroso luto, llorando y llevando una panza muy grande.

Fin del flasback.


No, en verdad ni se había percatado...

                Efectivamente, Jakotsu sabía hacer trabajos hermosos y distinguidos en las uñas. Además, era muy divertido y se pasaron lo que quedaba de tarde conversando y riendo junto a él. Le dejó a Ayame sus largas uñas en punta en un perfecto degradé del azul al blanco con una ligera escarcha plateada. Ella estaba maravillada y lista para asistir a su cita con Sesshoumaru.

                Él la conocía hace un tiempo y la pretendía desde el primer momento. Era un hombre de largos cabellos plateados y dorados ojos rasgados, un hombre elegante y serio, jefe de un bufete de abogados. Ayame se sentía levemente atraída a él y por eso aceptaba salir con él, nada más que por pasársela bien un rato aunque no tuvieran sexo.

                La llevó a un restaurante italiano muy distinguido en el barrio alto. Ella lucía una falda tubo a la cintura color azul rey que llegaba hasta arriba de su rodilla con un tajo en su pierna derecha, el que llegaba muy arriba. Una remera gris con mangas 3/4 y un muy pronunciado escote cruzado, iba adentro de la falda y acompañaban los zapatos blancos con taco alto. Traía su cabello peinado en una trenza de raíz hacia atrás con un pequeño tupé, los ojos maquillados sutilmente de plateado y los labios de color vino, con aros y pulseras plateadas a juego.

               Se sentaron a la mesa reservada por el hombre y miraron la carta. Ayame adoraba la lasagna a la bolognesa, por lo que la ordenó mientras que él ordenó unos fetuccini con salsa alfredo. En el entretanto, les trajeron una botella de vino tinto y conversaron mientras esperaban el pedido. Posterior a unos minutos, Sesshoumaru dejó a Ayame sola para ir al baño. Estaba revisando su celular, cuando el mesero le entregó un papel sin decirle nada. Extrañada, ella simplemente lo leyó: "Te ves aburrida, por qué no me das tu número? Puedo hacer que lo pases mejor". Levantó el rostro, buscó hacia su izquierda y se encontró con el hombre que había visto al mediodía, el de la larga trenza. Le sonreía seductoramente y estaba comiendo a solas. Ella le sonrió sexy también y continuaron mirándose hasta que Sesshoumaru volvió con ella, lo que hizo que Ayame sólo mirara a veces a Bankotsu. El moreno nuevamente no paraba de mirarla y se sorprendió al ver que no recibía respuesta alguna de Ayame.

Luego tuvo que irse pues Kikyo lo había llamado y qué hubiera dado por quedarse un momento más a ver si existía alguna posibilidad de acercarse a la misteriosa y preciosa pelirroja. Así mismo, rogaba por volver a verla.

Sesshoumaru ciertamente la había pasado mucho mejor que ella. Bueno, no se lo había pasado fatal tampoco, pero aún no había nada que la hiciera sentirse de verdad atraída al atractivo hombre.

-Sin duda fue una bella noche, Ayame- le dijo en la entrada de su casa, después de haber ido a dejarla. Ella sólo sonrió y en un arranque de pasión, él la besó suavemente. Ayame le respondió ante un beso que fue como cualquier otro. Cuando él se apartó, se dió cuenta de que no había sentido nada -Pero ninguna noche se compara con lo bella que eres- agregó, con una sonrisa de satisfacción. La beldad pelirroja le respondió la sonrisa y él se fue sin más.

Entró y se quitó los zapatos para no hacer ruido y despertar a nadie. Miró en la habitación del pequeño Kouga y éste dormía profundamente. Fue a su habitación directo a tomar el retrato de Kouga en su velador. El moreno de cabellera negra amarrada en una coleta y ojos celestes sonreía sentado desde su auto, apoyado en el volante. Ayame sonrió apenada.

-Dime Kouga, ¿alguna vez volveré a sentir eso que sentía por tí? ¿Volveré a amar locamente, de verdad? Si puedes escucharme, respóndeme- le susurró. Qué distintas habrían sido las cosas con Kouga aún vivo.

Kel|Thuzad Desconectado
« Respuesta #4 en: Enero 01, 2015, 08:22 pm »

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Muy bueno, la trama de la historia se va perfilando. Dejame decirte que es la primera vez que leo un fic con esta temática y vas bien  :=D: Si hasta me dio hambre  con lo que pidieron en la parte de la cita jajaja

PD: Quizá, mi única observación sería colocar un poco más de descripción en las escenas aunque creo que es cuestión de estilo, de alli todo bien  8)

BadCapri Desconectado
« Respuesta #5 en: Enero 02, 2015, 09:32 pm »

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Muchas gracias, Kel!  :=D: Ya luego subo nuevo capitulo, asi que atento. Espero tu comentario  :ohnoes:

BadCapri Desconectado
« Respuesta #6 en: Enero 04, 2015, 10:34 pm »

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Capítulo 3: Atracción sexual

Ayame llegó a su tienda a eso de las 11 de la mañana. Ese día estaba nublado y hacía algo de viento, por lo que ella vestía unos leggins animal print, unos zapatos de taco alto color camel y un pullover Adidas negro ajustado. El cabello suelto y una snapback Obey blanca. El maquillaje era una suave sombra dorada en los ojos y un gloss rosa encendido, con accesorios a juego. Se había dedicado a tomar desayuno y estar con su hijo hasta más tarde. Llegando, se disponía a fumar la primera dosis de marihuana del día cuando apareció el hombre de la trenza. Bankotsu.

Se sonrieron hasta que estuvieron frente a frente. Él venía con todo su estilo de rapero a lo T.I. y esa mañana se había despertado totalmente dispuesto a hacer lo que estuviera a su alcance para conquistar a la pelirroja.

-Buenos días, linda. ¿Podré saber tu nombre?- le preguntó, a lo que ella rió un poco y no dijo nada -¿Te cuesta tanto decirlo? ¿O te asusto?- continuó, divertido. Ella rió nuevamente.

-Ningún hombre me asusta- dijo y él la miró aún con más atención, alegrándose.

-Ahora, tu nombre- insistió.

-No quiero decírtelo- dijo ella aún más coqueta y Bankotsu se estremeció. Cuánto le excitaba que una chica le dijera que no, era mucho más excitante que una chica diciendo que sí.

-Dímelo y te invito marihuana y un café. Tengo Moby Dick.

-Yo tengo mi marihuana. Purple Kush. De hecho, iba a fumar ahora- dijo, saliendo de la caja. Bankotsu la siguió.

-Vamos, volémonos juntos.

-No.

-Dame una oportunidad.

Ayame rió otra vez y lo pensó.

-Está bien. Sólo ésta vez- aseguró y salió seguida por el entusiasmado y embobado Bankotsu.

La pelirroja lo llevó al parque de enfrente y se sentaron en una banca.

-¿Te llamas...?- insistió Bankotsu.

-Ayame- dijo ella y él sonrió mientras sacaba su hierba y un blunt -¿No tienes trabajo que has venido a verme?

-No es éso, es que soy dueño de una fuente de sodas.

Con facilidad entablaron conversación y luego estaban fumándose un cigarro hecho de cogollo puro. Conversaban entretenidos por conocerse y casi no podían parar de hablar.

-¿Un café?- la invitó él, una vez que se acabó el porro.

-No lo creo, tengo que ir a la tienda- contestó ella.

-Puedes llegar un poco más tarde.

-Ok, pero sólo será un momento- dijo Ayame y se pusieron de pié. Bankotsu estaba embelesado, adoraba la forma en que ella se resistía a todo.

Caminaron algunas cuadras volados y con los ojos rojos y llegaron a un Starbucks cercano. Ayame pidió un mocha blanco y Bankotsu un mocha normal.

-¿Y tu novia, Bankotsu? No creo que sepa que estás aquí y conmigo.

-No es mi novia y no, no lo sabe pero eso no importa.

-¿No es tu novia?- preguntó incrédula ella.

-No lo es. Cree que es mi novia, pero no tiene idea.

-Entonces nunca se sabe contigo- concluyó Ayame y Bankotsu rió como viéndose descubierto. Y es que Ayame sabía identificar a un mujeriego como él.

-No es tan así.

-¿Y cómo es?

-Es que aún no había visto una pelirroja con ojos verdes- le dijo, lo que hizo reír a Ayame -¿Y tú tienes novio?

-No- contestó ella simplemente. Bankotsu lo miró extrañado.

-No puedo creer...- comenzó a decir pero se detuvo al notar la cara de "aquí vamos de nuevo" de Ayame -Muy repetido. Debes tener tus razones.

Ayame lo quedó mirando. Era uno de los pocos hombres que venía recién conociendo y que parecía entenderla.

-Claro que sí, cada mujer soltera las tiene.

-Me encantaría saber.

-Otro día puede que sepas.

Terminaron los cafés y en seguida dejaron la cafetería juntos. Bankotsu la acompañó a la tienda, hasta dejarla en la misma caja.

-Ha sido un placer, Ayame. Me pregunto si puedo tener tu número.

-Está bien- dijo ella y se lo anotó en un papel que tenía a mano.

-Estupendo- dijo él cuando lo recibió, como el ganador que recibe el trofeo -Hablamos y nos vemos, entonces.

Llegando a casa, como de costumbre, lo primero que hizo fue ocuparse de su hijo. Le ayudó a hacer las tareas, después comieron juntos y Kouga la dejó para ver los dibujos animados en su habitación. Era su momento para masturbarse.
Se apresuró a su habitación, fumó un par de dosis de Purple Kush en su bong y se puso a ver porno sin sonido en su tablet.

Bankotsu era tan atractivo, tenía ése "no sé qué" que hace mucho no veía en un chico y su mente había estado toda sucia desde que se habían despedido en la tienda. Se masturbaba a menudo, pero hace mucho que no venía con tantas ganas.

Su entrepierna se mojó rápidamente cuando se imaginó en la misma situación que la chica del video, recibiendo las caricias calientes del chico. Se quitó la ropa de la cintura hacia abajo, abrió sus piernas y comenzó a tocarse. Estuvo un momento así y adelantó el video a la parte del sexo en sí. Se excitaba cada vez más con el video, imaginando cómo sería todo con Bankotsu. La entrepierna del chico, su forma de moverse, sus caricias, sus gemidos por su causa.

No pudo más con el placer y se vino, cuando escuchó a alguien entrar en su habitación. Volteó asustada volada con los ojos rojos, rogando que no se tratara de su hijo.

-Inuyasha, podrías haber golpeado- le reclamó, bloqueando su tablet y procediendo a vestirse. El hombre de cabellos plateados y ojos amarillos rió con picardía.

-Estaba muy interesante- dijo, recordando noches anteriores junto a la pelirroja.

-Para cualquier hombre lo sería- dijo ella, molesta. Apesar de que ambos solían tener sexo a veces, ésta vez no le había hecho gracia ser sorprendida.

-Claro, sobre todo si hace tiempo que no estoy contigo- se le acercó con claras intensiones de sexo. Ayame se alejó.

-No, Inuyasha. Ahora no quiero- le dijo, sentándose para ponerse sus tacos. Él la quedó mirando. La conocía de hace unos 3 años, cuando había comenzado a trabajar para ella como su traficante. No tenían sexo muy seguido, sólo a veces, pero éso le bastaba para saber lo que había gatillado el juego privado de Ayame.

-Te estabas masturbando pensando en otro hombre- dijo, divertido.

-No te interesa- dijo ella, cruzándose de piernas aún molesta. Inuyasha rió.

-Eres una pervertida- le dijo y ella comenzó a reír maliciosa junto a él.

-Está bien, ya dime a qué venías- ordenó Ayame, poniéndose seria e Inuyasha dejó las risas.

-La venta de anfetas ha comenzado bien. Digamos que con el pié derecho. Con Miroku creemos que no durará en aumentar- explicó. Ayame suspiró satisfecha.

-Entonces fue una buena idea. Gracias, ¿ahora sí te vas?.

-No- dijo Inuyasha y se sentó a su lado, haciendo que Ayame volviera a molestarse -Quiero un aumento de sueldo.

-Eso dependerá de la venta de anfetas.

-Aumentará, así que tendrás que dármelo de todas formas.

-Ah, ¿sí?

-Sí.

-Bueno, si estás tan seguro...- dijo y fue interrumpida por el sonido de su celular. Se apresuró a tomarlo al ritmo de su ringtone Man Down de Rihanna y se extrañó al no reconocer el número -Mañana hablamos, tengo que atender. Vete- le ordenó a Inuyasha y éste simplemente se fue -Hola- atendió.

-Hola, sólo te llamaba para desearte unas buenas noches- dijo la voz masculina que reconoció de inmediato y la hizo sonreír.

-Pues yo también te deseo unas buenas noches- contestó ella.

-¿Qué hacías?

-Hablaba con una amiga, ¿y tú?

-Veía televisión, pero está aburrido.

-¿Te vas a dormir ya?

-No, no. Sólo quería hablar contigo.

-¿Sobre qué?

-Sobre nuestra próxima salida- dijo él y ella rió leve y coquetamente -¿Te gusta el cine?

-Sí.

-¿Y tienes tiempo el jueves en la noche?

-Mmm...- lo pensó y recordó que había acordado salir con Sesshoumaru -El viernes en la noche.

-Ok, paso a recogerte a la tienda a las 8. ¿Te parece?

-Me parece.

-Nos vemos entonces, linda.

-Nos vemos, un beso- dijo y le cortó. Bankotsu sonrió ampliamente.

-¿Con quién hablabas?- le preguntó Kikyo, saliendo al balcón a abrazarlo.

-Con un amigo- contestó él y se zafó de sus brazos para volver a su habitación.

-¿Te pasa algo?- lo siguió ella, extrañada.

-Nada- dijo él, sentándose a la orilla de la cama.

-Yo diría que sí. Me has estado evitando.

-No es nada, sólo estoy cansado.

-¿Seguro?- preguntó ella maliciosa y lo besó apasionadamente.

Bankotsu respondió a sus besos, pero luego ella subió el tono cuando comenzó a ponerle las manos en todos lados. Él se dejó llevar, pero la mujer que se le vino a la mente desde el principio no era la misma con la que estaba. Cuánto deseaba que fuera Ayame.

Todo lo que le estaba haciendo Kikyo lo imaginaba como si lo estuviera haciendo Ayame, con la certeza de que Ayame lo haría mucho mejor. Se decidió a hacerle el amor a Kikyo como si fuera Ayame, apesar de saber muy bien que Kikyo no le llegaba ni a los talones.

Tomó a Kikyo de una forma que ella no recordaba, como la primera vez. La tomó con deseo y pasión, como si hubiera esperado tanto para ése momento. Como si la hubiera soñado y añorado por mucho tiempo, como si el mundo fuera a acabarse. Tuvo que guardar la compostura porque su boca estuvo apunto de pronunciar el nombre de Ayame.
Cuando acabaron y pronunciaron el último gemido de placer, Bankotsu se quitó de inmediato de entre las piernas de Kikyo. Ella lo vió encerrarse en el baño, algo confundida por la forma de hacérselo de Bankotsu.

Él se miró al espejo todo sudado, algo extrañado por su repentino actuar. Si se acostaba con Kikyo pensando en todo momento en Ayame, debía ser porque lo tenía impresionado o... ¡tonterías! No podía haberse enamorado a primera vista...

Kel|Thuzad Desconectado
« Respuesta #7 en: Enero 08, 2015, 12:50 am »

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Empezó lo bueno  :O_o: jajaja nah mentira.. uhmm buen capi en general pero como que le falta más emoción, aun no me imagino cual podría ser el nudo de la historia pero no estaría nada mal un poco más de acción  :=D: Saludos.

BadCapri Desconectado
« Respuesta #8 en: Enero 15, 2015, 02:53 am »

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Capítulo 4: Bankotsu

Bankotsu era el mediano de tres hermanos y el que tenía el carácter más fuerte. Había pasado 1 año en la correccional para menores cuando tenía 19 años por ser un ladrón de personalidad intimidante. En su prontuario figuraban muchos robos con y sin intimidación, con armas blancas y de fuego y también robos de sumas considerables a varias entidades. De ahí la cantidad de tatuajes que tenía: brazos completos, ambas manos, el cuello, la espalda, uno de sus muslos y una de sus pantorrillas.

Saliendo de la cárcel, había decidido no volver a cometer delitos pero su hermano mayor Renkotsu simplemente tenía un plan que le fue difícil rechazar. Traficar metanfetaminas.

Cumplidos los 23 años, fue capaz con sus millonarios ahorros poner una fuente de sodas en el centro de Tokyo y también ayudar a su hermano menor gay Jakotsu a abrir su centro de estética integral.

Solía estar siempre con chicas pasajeras, ninguna novia oficial pues nunca se había enamorado en serio. A decir verdad, de adolescente le había gustado mucho más el dinero y no por nada traficaba.

En la mañana, estaba volado vigilando que el día comenzara bien en su fuente de sodas cuando su celular sonó.

-Renkotsu- contestó, dejando todo para adentrarse en su oficina.

-Lamento molestarte, pero es que Hiromi no me ha entregado el dinero aún.

Bankotsu resopló enojado.

-Ok, avísale a Naraku. Los veo en su casa- le dijo, y se apresuró a tomar su auto.

Luego de una media hora, Bankotsu se reunió con ambos en un barrio de clase baja.

-Hola- les dijo a los dos.

-¿Estás seguro de hacerlo?- le preguntó el hombre calvo, Renkotsu. El hombre a su lado tenía los cabellos negros, largos y ondulados y los ojos color vino.

-Claro que lo está- contestó él, Náraku.

Bankotsu los ignoró, se acercó a la puerta de la humilde casa y golpeó. Un muchacho se asomó por la ventana pero luego se escondió asustado. Entonces abrió.

-Hola, Bankotsu- le dijo, haciéndose el tonto. Éste lo tomó y elevó violentamente de la ropa, entrando a su casa siendo seguido por Renkotsu y Naraku.

-¿Dónde está mi dinero?- le preguntó, enojado.

-Iba a llevártelo, en serio- se disculpó Hiromi.

-Lo quiero ahora.

-Hoy no tengo ni un yen, prometo tenerlo todo mañana.

-Ah, no- le dijo y manteniéndolo suspendido en el aire, se dirigió a Renkotsu y Naraku -Tomen todo lo de valor.

-No, mis cosas por favor no- suplicó preocupado Hiromi. Los dos registraron y tomaron todo aquello que fuera de valor, sacándolo de la casa.

-Estaría bueno que te buscaras a otro del cartel. Porque yo no te venderé ni un cristal más- dijo Bankotsu y le propinó un puñetazo que lo dejó sangrando en el suelo. Salió de la casa siendo seguido por Renkotsu y Naraku -Así de simple. Nos vemos- dijo satisfecho y se subió a su auto.

Camino de vuelta a la fuente de sodas, decidió que no era mala idea pasarse a saludar a su hermano Jakotsu. Se quedó en la entrada a observar con cuidado al gay discutir con su pareja. La discusión subió de tono, hasta que el hombre le dió una bofetada a Jakotsu. Bankotsu no controló sus impulsos de rabia y corrió a darle un puñetazo al hombre.

-¡Hermano, no!- le rogó Jakotsu, asustado.

-¿Qué te crees para golpear a mi hermano?- le gritó y todos en el centro de estética se quedaron callados al ver el escándalo. El hombre se levantó asustado y sangrando y se fue corriendo.

-¡Cariño!- lo llamó Jakotsu, comenzando a sollozar.

-Que se vaya- le dijo Bankotsu y lo arrastró al baño -Lávate la cara y cálmate. Ya pasó todo.

Jakotsu siguió la orden de su hermano y mojó su cara.

-Creo haberte dicho que él no es tipo para tí- lo regañó enojado el moreno mientras su hermano se secaba la cara.

-No puedo, hermano.

-"¿No puedo?" ¿Es ésa la respuesta debilucha que vas a darme? Jakotsu, él te golpeó- esperó respuesta de su hermano, pero él continuaba intentando no llorar de nuevo -¿Desde cuándo lo hace?- preguntó y Jakotsu no dijo nada -Te hice una pregunta.

-Ésta es la tercera vez ya.

-¿Tercera vez? No puedo creerlo.

-Estoy enamorado, Bankotsu.

-No puedes enamorarte de alguien que te golpea- dijo el moreno, sacando su hierba para armar un porro.

-Como si supieras mucho de amor. Nunca te has enamorado- le reclamó Jakotsu y él se quedó callado -Cuando te enamoras, aceptas muchas cosas.

-Pues espero no enamorarme nunca.

Jakotsu lo miró un momento y lo dejó a solas. Lo más probable era que tuviera razón pues no era primera vez que veía una situación así. Realmente, siempre le había sonado mal eso del amor. Aunque no podía predecir que estaba apunto de ser su turno.

En un parque, una colegiala de cabellos negros y ojos café llegaba con su mochila a sentarse en una banca. Mirando a todos lados, parecía que esperaba a alguien. Al rato se le acercó un muchacho con uniforme de escuela.

-Hola, Kagome- la saludó éste.

-Hola- lo saludó ella, mientras el chico miraba a todos lados también.

-¿Lo tienes?

Kagome sólo asintió.

-Quiero el dinero primero- ordenó.

-Vamos, quiero verla.

-El dinero- repitió, comenzando a molestarse.

-Muéstramela y te entrego el dinero de inmediato.

La chica se vió obligada. Volvió a mirar a todos lados y con mucho cuidado sacó una bolsa más o menos mediana con algo adentro que parecía vidrio molido.

-¡Arriba las manos! Policía- gritó el chico, apuntándola con un arma. Ella abrió los ojos de sorpresa pero se mostró resignada. Se le acercaron dos policías más disfrazados y le pusieron las esposas.

-Una colegiala bonita como tú vendiendo meta- le dijo uno, enseñándole la bolsa.

-Es una vergüenza- dijo el otro y se la llevaron.

Bankotsu estaba indignado cuando Kagome lo llamó desde la estación de policía. Se le pasó lo colocado que estaba de puro enojo. Al parecer, no era su día.

Asistió a la estación con un disfraz improvisado para pasar desapercibido. Pagó la multa y soltaron a Kagome. No hablaron nada hasta que se subieron al auto.

-Dios, te agradezco mucho que hayas venido tan rápido. Ya me veía pasando la noche aquí- dijo la chica, aliviada.

-Eso no es nada- le dijo Bankotsu, refiriéndose a que obviamente la cárcel era lo peor -Esto te valdrá una rebaja en tu sueldo de éste mes- dijo, muy enojado.

-¿Qué? ¡Pero si fue sin intención!- reclamó Kagome.

-La multa no salió muy barata que digamos y la culpa es tuya.

-No fue mi culpa, fue mala suerte.

-Culpa, mala suerte, como lo llames. Parece que no fue buena idea contratar a una niña de 16 años.

-¿Vas a despedirme? ¡Por favor no!

-Si quieres quedarte, haz el favor de andar más despierta. El material no se muestra sin que te entreguen el dinero. Y una entrega nunca se hace en un lugar tan abierto como un parque, a no ser que no sea tan concurrido. Piensa las cosas antes de hacerlas. Ésto no es un maldito juego de adolescentes, Kagome- la regañó.

-¡Está bien, está bien! Estaré más atenta. Lo prometo- dijo Kagome.

Dejando a Kagome cerca de su cara, era momento de volver a la fuente de sodas. Estaba apunto de irse a su oficina a fumar marihuana nuevamente, cuando vió entrar una pareja de enamorados a la que quedó mirando unos momentos. La chica tenía el cabello rojo encendido, lo que le recordó a Ayame y el chico tenía un leve aire a él. Sonrió levemente sonrojado al imaginarse en la misma situación acaramelada con Ayame. Por primera vez a sus 28 años... estaba pensando en el amor.

Kel|Thuzad Desconectado
« Respuesta #9 en: Enero 21, 2015, 07:25 pm »

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Y la acción, donde está la acción?  :=V: jajajaja no mentira, buen capi, me alegra de que hayas introducido parte de la historia de Bakotsu  :=D: El mundo del narcotráfico tiene varias aristas y mucho contenido que explotar, es bueno que hayas comenzado a  alimentar tu imaginación viendo series relacionadas a esa temática, va ayudar mucho!

PD: Espero siguiente capi
PD2: Yo también espero nunca enamorarme  8)

BadCapri Desconectado
« Respuesta #10 en: Enero 21, 2015, 09:35 pm »

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Entonces podriamos decir que tienes algo de Bankotsu?  :=V: Porque el no tiene interes en el amor, aunque al parecer Ayame lo desperto  :ohnoes: Me alegro mucho de que te haya gustado el capitulo, espero pronto subir uno nuevo y más largo  :=D:

BadCapri Desconectado
« Respuesta #11 en: Enero 22, 2015, 03:08 am »

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Capítulo 5: Mi territorio

Un mes después, Ayame encontraba ya innecesario salir con Sesshoumaru si nisiquiera le gustaba por lo cual decidió reunirse un día con él. Fue bastante clara y le pidió disculpas al explicarle que le gustaba otra persona. Sesshoumaru era un hombre ejemplar para cualquier mujer, pero el problema era que ella no era cualquier mujer.

Con Bankotsu habían tenido citas varias veces ya y la verdad era que se llevaban estupendo. Tenían siempre de qué hablar, se reían y se divertían a montones y tenían mucha química en todos los sentidos. Además, se lo estaban tomando con mucha calma por lo que no les venía nada de mal.

En ocasiones, Bankotsu le recordaba a Koga. No solo por la piel morena, los cabellos negros y los ojos azules, si no que por la sensación que le daba. Ese sentimiento cálido y dulce de mariposas volando en su estómago.

Bankotsu estaba tan embelesado con Ayame, que evitaba por todos los medios no ver a Kikyo. Ayame era todo lo que una mujer nunca había sido con él, lo estaba haciendo sentir lo que en su vida se había imaginado sentir.

Un atardecer, se juntaron a fumar marihuana y decidieron ir a ver una película. Ayame estaba concentrada en ella, pero Bankotsu simplemente no podía resistirse a mirar lo sexy que se veía ligeramente iluminada por la luz de la pantalla gigante en la oscuridad. Respiraba hondo el aroma de su fino perfume dulce y le entraron unas ganas locas de tocarla. Ya se habían besado por primera vez e incluso andaban de la mano como novios, pero ahora quería llegar un poco más allá.

La tomó del rostro haciendo que ella se volteara a mirarlo. La pelirroja sonrió coqueta y se besaron apasionadamente. Sus besos la volvían loco, era como si ella lo llevara al cielo y lo trajera de vuelta. Pronto Ayame comenzó a sentir placer entre sus piernas. Él la hacía delirar cuando la besaba.

Luego de un momento, el moreno interrumpió el beso para acercar su boca al oído de la chica. Había percibido lo inquieta que estaba.

-¿Te gustaría que te tocara ahora?- le preguntó en un seductor susurro. Ayame suspiró ante la idea -¿Se puede?- insistió, poniendo la mano en su rodilla y subiendo hacia la entrepierna. Ella asintió sin más y Bankotsu metió su mano bajo la mini falda de Ayame.

Pudo sentir su calor y su humedad através del satín de su ropa interior y no esperó para bajarlo y gozar ante el encuentro de su tacto con la piel lisa y suave. Ayame volvió a suspirar al sentir los dedos de Bankotsu descubriéndola toda.

Bankotsu empezó a sentir cómo la sangre se agolpaba entre sus piernas y comenzaba a inquietarse también, mientras jugaba suavemente con sus dedos en Ayame. Ella puso su mano sobre la de Bankotsu y lo miró como si le pidiera más, con sus labios entreabiertos y la respiración cortada. El moreno se mordió el labio y centró su atención en su botón de placer. Ayame cerró los ojos para disfrutar y Bankotsu nuevamente llevó su boca a su oído.

-Muero por besarte ahí- le susurró, haciendo que la chica exigiera presión con su mano. Bankotsu la apretó y aumentó la velocidad y Ayame lo besó ardientemente. Para el momento cúlmine, juntaron sus frentes y ella tiró de la trenza del chico mientras se deshacía en un sensual orgasmo. Él quitó la mano húmeda y se lamió los dedos, tan satisfecho como ella.

Llegando a su casa, su sirviente le dijo que Kikyo lo estaba esperando hace un par de horas y no se había ido apesar de que le habían pedido que lo hiciera. Entró a su habitación y se la encontró acostada.

-¿Dónde mierda estabas? Llevo mucho esperándote- le reclamó, levantándose. Él hizo como que no la escuchaba y entró al baño siendo seguido por la pálida chica, quién se le acercó lo suficiente como para poder olerlo -¿Qué es ese perfume? ¡Hueles a mujer!- exclamó e indignada intentó abofetearlo sin éxito.

-Sí, huelo a mujer- admitió el moreno, molesto.

-¿Te la follaste? ¿Quién es ella?

-Es mi próxima nueva novia. Así que me vendría muy bien que tomaras tus cosas y te fueras de aquí- le dijo y quedó sorprendido por sus palabras. ¿"Su próxima nueva novia"?

-¡Desgraciado!- le gritó Kikyo y se le abalanzó a lo que él la afirmó sin problemas.

-¡Señor Bankotsu!- exclamó su sirviente, entrando preocupado.

-Por favor empaca las pertenencias de Kikyo. Que no se le quede nada aquí, ésta noche se va- le ordenó, mientras tomaba a la chica y la arrastraba afuera de su habitación.

-¡Eres un infeliz, Bankotsu!- le gritó ella por última vez antes de poder encerrarse.

El sirviente ordenó y guardó las cosas de la chica y la acompañó para que tomara un taxi luego del escándalo que había armado. Dentro de la habitación de Bankotsu, el moreno se relajaba fumando un buen blunt.

-Mi santo Dios, parece que hubo una guerra en el pasillo- le comentó Jakotsu espantado, entrando.

-Hermano, ¿qué haces aquí a ésta hora?- preguntó Bankotsu con los ojos enrojecidos, curioso y agradado.

-Quería tomarme un trago con mi hermanito- contestó, sonriendo y enseñándole la botella de whisky que traía en la mano. Ya en la cocina, Jakotsu tomó dos vasos y les puso hielo para servir el trago -¿Qué fue lo que pasó? Está hecho un desastre el pasillo a tu habitación- le preguntó el gay, extrañado.

-Fue Kikyo, pero no te preocupes. Mandaré a que arreglen todo- le dijo sin darle importancia, fumando lo último que quedaba de su porro.

-¿Kikyo? ¿Discutieron?

-No, simplemente creí que era hora de que se fuera- mintió. No quería reconocer frente a Jakotsu que todo se trataba de una mujer. Una mujer que lo andaba trayendo de cabeza.

-Me alegra que se haya ido, no me agradaba para nada. ¿Te aburriste de ella y ya? ¿O pasó algo más?- indagó. Bankotsu sólo negó con la cabeza y dejó el pequeño resto del porro en el cenicero. Jakotsu estaba sospechando que había algo más -Mmm...- dijo, mirando fijamente a Bankotsu.

-Qué- dijo el moreno, algo nervioso.

-Mírame- le pidió Jakotsu y él sólo obedeció. Lo pudo ver en sus ojos -Dime su nombre ahora mismo- ordenó, emocionado.

-¿Nombre? ¿El nombre de quién? Por favor, Jakotsu- se hizo el desentendido Bankotsu.

-Te enamoraste. Eso te pasó, por eso hechaste a Kikyo- dijo el gay y Bankotsu se sintió como si lo hubieran desnudado. Su hermano lo había descubierto. Él solo encendió un cigarro y sonrió, sonrojándose -Ha llegado el momento- dijo emocionado Jakotsu.

-¿Qué hago? Quería pedirle que fuera mi novia, ¿será adecuado o espero un poco más? Creo que será mejor que espere- le dijo Bankotsu, ante lo que su hermano rió.

-Ve con calma. Cuando llegue el momento indicado, lo sabrás y las cosas se darán sin problemas- le aconsejó.

-Tendré que pedirte consejos. Tú sabes que no tengo idea de éstas cosas- dijo Bankotsu, riendo avergonzado y Jakotsu se sumó a sus risas.

No podía creerlo. Se había enamorado y nisiquiera había intentado negarlo. Era su realidad.

Habían pasado un mes desde que Bankotsu la había masturbado en el cine, y ésa noche la había invitado como otras veces a cenar a su lujosa casa. Sin embargo, ésta noche tenía un aire de no ser igual a las demás.

De hecho, Bankotsu había pagado para que todo fuera mucho más especial. Le cocinó risotto con espárragos y un filete de carne de wagyu asada acompañada de un vino tinto tibio. Primera vez que le cocinaba a una mujer y le había quedado delicioso. Tenía velas encendidas por todo el comedor e incienso con una música suave de fondo. Para el postre, había preparado un pastel de chocolate amargo y naranjas. Ayame estaba encantadísima pues nisiquiera Koga le había hecho algo tan especial.

-Cariño, todo estuvo delicioso- le comentó Ayame, muy feliz.

-Y aún falta lo mejor- dijo Bankotsu y Ayame se extrañó un poco. Él se puso de pié para tomarla de la mano y hacerla levantarse -Ayame, yo... necesito saber si quisieras ser mi novia- le dijo, sonriéndole nervioso. Ayame abrió los ojos de sorpresa y sonrojada, lo besó apasionada y profundamente.

Bankotsu la abrazó de la cintura y en cosa de segundos, la llama del amor provocó un incendio en los dos. La pelirroja era como una fiera desatada, ya no aguantaba las ganas de hacerle el amor y el moreno tampoco podía contenerse más.

Mientras se besaban, se tocaron un momento, jugueteando el uno con el otro con mordiscos y lamidas hasta que él la arrastró a su habitación.

Allí, ella se desvistió lenta y coquetamente dejando completamente a la vista su hermoso y sexy cuerpo. Bankotsu se la quedó mirando como si fuera lo más hermoso y ella lo ayudó a quitarse la ropa.

-Quiero chuparte ahora mismo- le dijo él, haciendo que la pelirroja se acostara en la cama y abriera las piernas para él.

Por fin puso su boca entre sus piernas y adentró en ella sus labios y su lengua, dándole el placer que hizo a Ayame gemir ardiente. Luego, fue el turno de ella de complacer a su ahora novio, poniendo su boca entre las piernas del moreno y demostrándole lo bien que sabía hacer sexo oral.

Ayame volvió a recostarse y recibió a Bankotsu entre sus piernas, quien no tuvo problemas para penetrarla como siempre había querido. Entonces comenzó un carnaval de amor y placer. Ninguno de los dos había sentido algo así en la cama con nadie más.

Era increíble la forma en que los dos se compenetraban tan bien entre caricias, movimientos, besos, lamidas y mordiscos. Sus cuerpos sudaban y despedían un calor exquisito que ayudaba a aumentar el placer y desenfreno de ambos. Bankotsu no podía creer lo que le estaba pasando, era como si depronto todo su universo estuviera concentrado en el interior de Ayame. Ella sabía muy bien que ésta era la vez que definitivamente estaba aprendiendo la definición de hacer el amor. Bankotsu la trataba con tanto amor y deseo que le era difícil resistirse, lo único que quería era entregarse y lo estaba haciendo con todas sus letras.

Estaban los dos de lado, Ayame delante de Bankotsu cuando él sentía que ya se acercaba a la cima junto a ella apesar de que ella había tenido varios orgasmos anteriormente. El moreno aumentó la velocidad, subiendo el volúmen de los gemidos de ambos y abrazando a Ayame de los senos, el orgasmo los hizo gritar fuerte a los dos.

-Ayame, estoy enamorado de tí- le susurró al oído mientras dejaba sus fluídos dentro de ella. Ayame sintió su orgasmo acabar y se sorprendió nuevamente, sonrojándose hasta las orejas.

Bankotsu la soltó y ella volteó para verlo mientras él la recibía entre sus brazos para mirarla a los ojos.

-¿Es en serio?- le preguntó, ilusionada.

-Claro que sí.

-Porque yo también lo estoy de tí- le dijo ella, sonriéndole. Los ojos de Bankotsu brillaron y se besaron suavemente. El amor lo había alcanzado sin previo aviso.

Cuatro meses después, una sorpresa de mal gusto venía de las manos de Renkotsu, Naraku y Kagome. Le pidieron a Bankotsu que asistiera a la casa principal que poseían para empaquetar las anfetaminas.

-Ya me tienen aquí, chicos. ¿Pasó algo?- les preguntó, entrando serio pero tranquilo con los ojos rojos.

-No tenemos buenas noticias, hermano- le contestó Renkotsu, preocupado. El moreno resopló molesto.

-Por favor, si son malas noticias díganlas ya- ordenó.

-Han habido varios clientes que han dejado de comprar nuestra meta- explicó Naraku. Bankotsu lo miró muy extrañado.

-Ha habido una baja en las ventas- continuó Renkotsu.

-Según nuestros cálculos, hemos quedado con la mitad de los clientes- terminó Kagome. El moreno golpeó la mesa en la que estaba apoyado, en un arranque de rabia.

-¡¿Qué?! ¡¿Hemos perdido la mitad de los clientes y ustedes recién ahora me lo dicen?! ¡Malditos ineptos!- exclamó furioso.

-Pensamos que era temporal- se excusó Kagome. A decir verdad, todos tenían miedo de la reacción repentinamente furiosa que era obvio que Bankotsu iba a tener y por eso no se habían atrevido a decirle. También, habían dado lo mejor de sí para mantener los clientes sin éxito.

Bankotsu resopló, tratando de contar hasta 10.

-Tranquilo, podemos conseguir nuevos clientes- intentó consolarlo Naraku.

-¡¿Nuevos clientes?! ¡¿De dónde?! ¡¿Debajo de las piedras?!

-Encontraremos una solución- le dijo Renkotsu.

-¿Encontraremos? Ustedes van a encontrarla. Después de todo, fueron ustedes los que no me avisaron a tiempo- les dijo y todos le pusieron atención -Van a averiguar quién es el dealer hijo de puta que nos quita los clientes y através de él daremos con el jefe.

-Pero hermano, eso sería muy peli...- comenzó a decir Renkotsu y su hermano lo interrumpió.

-Estará todo bien, Renkotsu. Ustedes sólo hagan lo que les mando.

-¿Y si nos metemos en problemas?- le preguntó Kagome, preocupada.

-No te preocupes, mi niña. Puede armarse una balacera, pero nadie va a meterse en mi territorio. Ése bastardo debe saber quién es el que vende los cristales en ésta región. El cartel es de mucho respeto, ¿saben? Y meterse conmigo, es meterse en problemas- contestó, convencido y desafiante.

Nadie en sus años de narcotráfico se había metido ni con sus metanfetaminas ni con sus clientes. Él era un dealer muy respetuoso además, por lo que ésta no la iba a dejar pasar. Pues si se esperaba respeto de los demás, había que empezar en casa.

Kel|Thuzad Desconectado
« Respuesta #12 en: Enero 22, 2015, 08:22 pm »

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Parece que ya va a empezar la acción y eso es bueno :D Las escena lemon esta bien, pero yo hubiese preferido una mejor descripción :=3: Esperando ansiosamente el siguiente capi !

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