CAPITULO TRES.
Meian tragó mucha saliva antes de poder articular siquiera una palabra. En un instante, sintió como la boca se le secaba completamente, como si no hubiera tomado ni un solo trago de agua. Y por otra parte, también le dieron ganas de abandonar la sala para irse corriendo a llorar y a descargar el tanque en el baño.
Temblaba. Y mucho.
Dio una bocanada de aire antes de empezar, hasta que ante tanto silencio, uno de los jueces se atrevió a hacerle una sugerencia que sonó más bien a una orden.
—Preséntate.
Ante ese pedido, se sobresaltó como si le estuviera pidiendo algo indecoroso. Sacudió su cabeza para ver si se le ordenaban un poco las ideas.
—Me llamo Inoue Meian. Tengo diecisiete años.
—Dime la razón por la cual estás aquí.
Ni siquiera ella tenía bien claro del porque estaba ahí.
—Me dio una corazonada. Una corazonada que me dijo que si me presentaba aquí, mi vida iba a cambiar completamente. Que el éxito me iba a abrazar y a su vez recibirme con los brazos abiertos. Por eso mismo vine — Estaba sumamente convencida de lo que decía.
Ella se había peleado con su madre, abandonado su casa y sus cosas, incluso hasta el ostentoso modo de vida que poseía su familia, dejado dos hermanos pequeños atrás e incluso su propia infancia para madurar y vivir en las calles en busca de una oportunidad en la vida. Buscaba no sólo éxito, también el reconocimiento que jamás había tenido a excepción de cuando su padre estaba a su lado; y sobretodo, amor. El amor de ese cantante que tanto le endulzaba los oídos cada noche antes de irse a dormir. O por lo menos, haría el intento por acercársele.
—Firme tu convicción. Entonces, ¿Qué canción cantarás?
—“Born to be my baby” de Bon Jovi — Pronunció pausadamente.
—Adelante, tienes todo el tiempo del mundo para demostrarnos tu talento. Es tu momento — El juez sonrió.
La pista comenzó a sonar de pronto.
Cerró los ojos fuertemente, muerta del miedo, pues era la primera vez que cantaba frente a un público, aunque fuera mínimo. Y más aun, profesional; en el que no solo había cantantes, sino productores y músicos. Eran seis en total.
Se aferró muy firmemente a su micrófono.
— ¡Escuchen mi canción!
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Finalmente, luego de tantos nervios, la canción había fluido desde sus cuerdas vocales hasta afuera con mucha normalidad y seguridad, y ni hablar de potencia.
Estaba muy conforme con lo que había hecho y esperaba que los jueces hubieran sentido la misma emoción y adrenalina que ella al oírla. Su afinación había estado más que correcta (a su parecer) y los agudos salían naturalmente como agua de un manantial.
Saltaba de alegría más o menos.
Se acordó que su compañera de fila, esa chica de curioso pelo azul y rizado le había dicho que la esperaba en la salida. Se preguntaba si ella habría experimentado los mismos nervios, las mismas sensaciones del antes y el después. Lo averiguaría.
Dirigiéndose a la salida, una chica pelirroja, la tomó del brazo bruscamente y la atrajo hacia ella. Después de unos segundos de mirarla a los ojos, cara a cara, le estampó un beso en los labios que dejó petrificada a la pobre Meian.
Ni lerda ni perezosa, tomó a la pelirroja que era bastante más alta que ella, le dobló el brazo y se lo colocó detrás de la espalda; instintivamente, como auto defensa.
— ¡¿Qué crees que haces?! — Exclamó, alterada.
—Nada. Solo me pareciste muy linda y atractiva. Además que tienes unos senos hermosos, bien definidos y redonditos — Acto seguido, largó una risita que daba que pensar.
Meian se asustó más de la cuenta con esa risa picarona, puesto que ella, muy adentro suyo, reconocía que era algo homofóbica; no es que le tuviese odio o algo sobre el estilo, sino miedo. Tal vez porque era algo nuevo y desconocido para ella, o tal vez inconcebible que una mujer pudiera sentir algo por otra de su mismo sexo, o peor aún, por ella misma.
—Además, no solo unos senos redonditos, hermosos y bien definidos — Le dio una palmada en el trasero — También unas nalgas firmes~
— ¡Madre mía! ¡Pero de donde saliste?
La chica ladeó un poco la cabeza, pensativa.
—De mi casa. Aunque hice el casting. Vamos, mi hermana te está esperando — La cogió de inmediato de la muñeca y la llevó arrastrando hacia la salida.
— ¿Me sueltas? — Antes que lo hiciera, lo hizo ella misma — No te conozco. No voy a ir por ahí como si nada. Tienes suerte que no te volé la cara de un puñete.
—No seas violenta. Solo quiero tu linda y colorida amistad — Daba saltitos alrededor de ella como si tuviera cinco años.
—Realmente eres irritante — Masculló entre dientes.
—No seas exagerada. Mi hermana es Tsukiko Shoune, por cierto.
Era el nombre de la chica de la fila.
Inmediatamente accedió a ir con ella a su lado.
—Por cierto, súbete la blusa que las tetas van por dentro. O no, mejor no, déjalas así.
—Tan vulgar — Meian suspiró.
Shoune la esperaba con una sonrisa y un chocolate en la mano.
— ¡Ya verás que te van a aceptar! —Exclamó demasiado contenta. Ella era una chica enérgica y muy positiva. En este último aspecto, tal vez más que su hermana Shaine, la joven pelirroja acosadora de mujeres.
— ¿Lo dices por algo en especial? — Meian se quedó un poco extrañada.
— ¡Tu voz es ultra poderosa! Se escuchaba desde afuera. La verdad que me quedé impresionada. Además que puedes cantar por debajo del do central — Parecía que sabía mucho lo que decía.
—Gracias… Yo no te escuché. No presté atención, en realidad.
—No hay drama por eso. ¡Vamos a comer un helado!
Salieron hacia la calle para ir a comprar los helados y a su vez, buscar una heladería que quedara cerca.
Ese día hacía mucho calor, pues era verano y la verdad es que necesitaban hidratarse bastante. O mejor dicho, refrescarse de una vez luego de haber estado muchas horas, primeramente, bajo el sol antes de audicionar; y luego adentro del edificio con tanta gente acumulada haciendo fila y esperando a por su turno. Agobiante, a decir verdad.
En la heladería, Meian pidió un helado de limón; Shoune uno de chocolate con almendras y Shaine de frutilla, respectivamente.
Una vez sentadas, la castaña se atrevió a preguntarle a Shoune.
—Tsukiko-san , te quería hacer una pregunta… ¿Qué sentiste cuando estuviste ahí arriba , en el escenario?
Tsukiko guardó un rato de silencio.
—Pues ¿Qué te puedo decir? — Se paró enérgica y abrió ambos brazos, como si fuera a abrazar dulcemente la vida con ellos — Sentí que liberaba mi alma a través de mi pecho, pues mi corazón latía a una velocidad increíble, como si carburara y fuera a mil por hora. Y cuando canté… se hizo presente una conexión fuertísima con el universo, como si me fundiera con él y sus confines, y no tuviera límites — Se volvió a sentar.
Era una reflexión profunda que Meian no se había hecho y pensó que tal vez su presentación no había sido lo suficientemente pasional como para impresionar a ese exigente jurado conformado por verdaderos artistas que, suponiendo por la intensidad de las palabras y sentimientos que había expresado Shoune en ese momento, debían sentir lo mismo cada vez que, por lo menos, utilizaban un instrumento, fuera guitarra, piano o voz.
Logró deprimirse en una milésima de segundo.
—Debo ir al baño.
Se paró de repente y chocó con un chico alto, de complexión delgada y cabello púrpura. Le había tirado el cono al suelo.
— ¡Fíjate por dónde vas! — Exclamó, alterado.
Meian se quedó maravillada por la belleza de él.
—Lo mismo puedo decirte — Respondió, desafiante y a la defensiva. Tomó dinero de sus bolsillos y le estrelló algunos yenes en el pecho — Deja de chillar.
Las Tsukiko no pudieron evitar reírse.
—Ay, qué lindo es el amor~ — Canturreó Shaine.