Así como la abrazó, a los cinco minutos quedó sumida en sus sueños. Su cara por fin transmitía algo de paz, aunque esta solo era artificial. Solo se oían sus leves ronquidos y el sonido de su regular respiración.
Al rato llegó Meian y subió corriendo las escaleras. Abrió la puerta de la habitación sumamente agitada y vio que la niña estaba durmiendo.
—Gracias al cielo que no se hizo nada — murmuró acercándose. Se agachó y la veía dormir profundamente — Toma mi pequeñita — le abrió los brazos y le puso el peluche de unicornio que había comprado en el centro comercial esa tarde, para que lo abrazara — ¿Suspendemos las vacaciones por una semana? — le preguntó.
Yeah , los dibujos en la pared rulean.