-No vas a arruinar mi buen humor con tus chistes pedorros – comentó Kagura con fastidio.
-Y tú no logras asustarme. Para mi eres lo suficientemente idiota como para no tomarte en serio.
-Mira nena, es imposible que me pongas de mal humor. Pero… toda regla tiene su excepción – sacó un cigarrillo y se lo puso en la boca - Compuse esa estúpida canción solo para sacarte de mi mente, porque siempre estuve cansado de no ser ni la sombra de este tarado, incluso en asuntos del amor. Y por cierto, perdí mi tiempo trayéndote este estúpido regalo al pedo– se lo tiró bruscamente casi por la cabeza- para que al menos tengas un poco de respeto por mí. Pero no… soy tan ciego que se que nada ha cambiado y nunca lo hará, pero siempre vuelvo al mismo punto de antes para asimilar que la mujer que mas amé en toda mi vida ya está ocupada y me desprecia, para luego volver a intentar conquistarte, luego resignarme, ponerme triste no se para que y volver al punto del principio. ¿Sabes? Felicidades por tu matrimonio – se paró y se marchó , dejándola con la boca abierta.
Abrió el regalo sintiéndose culpable y resultó ser una tarjeta que decía en letras de oro (de verdad) : “Te amo , ¿Quieres casarte conmigo? Porque yo si…” junto con un anillo de bodas.
En ese momento soltó la caja de golpe y se le llenaron los ojos de lágrimas.
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-Puedo hacerte mas popular entre las chicas si gustas – comentó el hombre sin siquiera mirarlo.
-Oh , yo quiero este coctel de camarones – dijo Grace tratando de ignorar todo.