—Lleva al perro también. No problem — empezó a llevar las cosas al camión. A Lola no le faltaban las ganas de sacarle la lengua a la vieja bruja esa.
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Una señorita con el cabello en corte bob medio castaño rojizo, bajó de un auto de lujo. Cargaba una niña en brazos, la cual estaba vestida como una muñeca de porcelana en tamaño real, que iba durmiendo.
—Vaya, como pasa el tiempo — sonrió de medio lado sarcástica. Era hora de recuperar su collar. En eso oyó el estornudo de la niña — Mañana tienes el turno con el médico, no te preocupes linda —Aun era una bebe, de un año y pocos meses. No se sacó los lentes de sol para nada.
Fueron al centro comercial de Tokio a comprar unos medicamentos y más ropa, toda de marca, con la que la señora pagó en efectivo sin problemas.
En eso, al voltearse, la niña ya no estaba allí.
— ¿Artemis? — preguntó sintiéndose algo preocupada. Esperaba que le respondiera. Eso no pasó — ¡¿Artemis?!
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Kanade caminaba por el centro junto a su hermana. Ella había insistido en comprar un vestido rosado que estaba de oferta y se veía bastante bonito a decir verdad.
—Kokone, ya vámonos. Me estoy hartando de estar parado — le dijo quejoso viendo como se estaba matando con otras chicas por una prenda a bajo costo.
—Esperas. Ya compramos lo tuyo. Ahora me aguantas — tironeó tanto que se quedó con la prenda.
Empezó a llover.
— ¡KOKONE! — en eso escuchó un sonoro estornudo proveniente de atrás de él. Se giró por instinto. Había una niña, una bebe con seguro un año y algo bajo la lluvia. Parecía perdida por su angelical mirada clara como el agua, sus iris eran como transparentes casi.
— ¿Mami? — preguntaba tosiendo bajo la lluvia. En eso empezó a llorar, pero no a los gritos.
— ¡Pobrecita! — Kokone se dio cuenta de ello y sacó a la niña de abajo del agua, refugiándola debajo del techo de un negocio — ¿Perdiste a tu mami? ¿Cómo te llamas?
La niña parecía no comprender muy bien.
—Kanade, vamos a esperar a que venga su mami.
—Olvídalo. Está lloviendo, hoy hay tormenta eléctrica y nosotros perdiendo tiempo aquí con ropa y una niñita.
—No seas insensible. Si la dejamos le puede pasar algo! — Miró a la niña — Es tan kawaii~ — tenía el cabello negro, corto y simpáticamente rizado. Se notaba que era una extranjera.