—Lo mismo digo… Oh, mi pobre Sakura — le besó delicadamente la mejilla — Gakuko está de viaje, mis hermanos son pequeños, Shoune está ocupada con sus hijos — suspiró — la única es este tipo, pero te juro que cuando reaccione lo castraré.
— ¿Qué onda? — Les preguntó — No vas a castrar a nadie. La bañé, peiné, pinté las uñas, cambié y otras cosas. No pueden decirme nada.
—Estúpido, estás fumando marihuana en mi casa y eso te parece que no es nada? ¿¡De donde sacaste el esmalte de uñas!? — Vio las uñas de Sakura que estaban pintadas del mismo rojo que ella usaba y además traía puesto en ese momento.
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—De acuerdo — estaba tan perturbada que no le hizo mucho caso. Lo único que le quedaba hacer era asimilarlo y resignarse.
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—Entonces voy esta tarde a tu casa y te hago la demostración.