—Conéctate todos los días, pon la webcam, llámame, mándame mensajes… Pero no dejes de comunicarte conmigo — correspondió al abrazo por igual.
Oyuky alzó la cabeza junto con su mirada “nublada” y se notaba que estaba llorando, pero sin siquiera arrugar un poco la cara, como si se tratara de una piedra.
Luego estiró muy levemente los brazos, los cuales temblaban de la debilidad.