—Es cierto. Hay que tenerle toda la paciencia del mundo y tratar de no disgustarla con algo, por más mínimo que sea y tampoco ponerla nerviosa. Está teniendo reacciones que no son muy normales o ataques de llanto — dejó las bolsas en el piso y se sentó en el sillón. Tomó a Oyuky y la acostó encima de sus piernas — Te amamos tanto que… no vamos a permitir que esta vez hagas aquello que tanto deseas — le susurró en el oído a Oyuky, la cual continuó durmiendo.