En ese instante estaba algo dormida, cuando sintió un fuerte abrazo. Al saber de quién era, un río de lágrimas invadió su cara y se deslizaban continuamente por sus mejillas.
No sabía si le estaba tomando del pelo o no.
—Te acordaste de mí demasiado tarde — murmuró con desconsuelo. Sentía que solo había ido a verla por lástima y claro, luego de hacerle las mil y una cosas a Saito, como en el baño.