-Gracias, lamento el susto- se agacho para recoger las cajas que por suerte no se habían abierto y soltado todas las boquillas, las levanto y las puso en el mostrador cerca de la batidora.
-¿Cómo cuando éramos niños?- le estiro una manga pastelera llena de crema y un molde.
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Yuna solo llevaba dos bolsas.
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-Me imagino- sonrió suavemente.
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Kaito meció a Shouta en sus brazos hasta que se calmó y abrió sus ojitos mirando la cara de su papá.
-Hola cariño, yo soy tu papá- el bebe lo examinó con la vista unos segundos y luego soltó un chillido, parecía mas feliz.