Le sonrió de igual manera y apretó el agarre de manera inconsciente.
-“¿No estaré soñando o algo parecido?” – de tanto pensar no se había dado cuenta que había llegado al edificio privado donde vivía. Abrió la puerta de entrada y se dirigió al ascensor. Por fortuna no se encontraba nadie merodeando como para que los viera y luego llamara a la prensa. Vivía en el piso número quince. Cuando ingresaron por fin donde era su hogar, ella se sacó sus botas militares negras con desgano y las tiró por ahí. Para ser el departamento de una chica estaba algo desordenado – Siento el desorden, pero últimamente no he tenido mucho tiempo de estar en casa… - se dirigió al refrigerador para husmear lo que tenía. Pura comida chatarra… por fortuna la noche anterior había pedido una pizza que ni siquiera tocó. La puso en el microondas. Se fue hacia su habitación para cambiarse, pero no se dio cuenta que había cerrado mal la puerta y esta se abrió, dejando ver todo lo que hacía.
-Espero que tu hermana se haya puesto contenta. Me imagino que si, ¿No? – Decía sumamente nerviosa y atropellada – Creo que voy a pedir un pie de limón y una coca-cola – seguía arrugando la servilleta mientras miraba para todos lados, algo paranoica.