-Gracias… pero aun así, se parecen mucho a ti. Son dos bombones. Y esperaré ansiosa esa grabación, estaré más atenta la próxima, lo prometo. Quiero verlos ya, ya han pasado tres largos meses que no estoy en casa… ya van a ser cuatro. Les llevaré muchos regalos a los tres en cuanto vuelva.
--
-¡Son unos imbéciles! – se movió bruscamente casi cayéndose al suelo. Quería agarrar a cualquiera con sus propias manos y triturarlo. Si había perdido esa vida dentro suyo , iba a matar a uno por uno sin piedad.
--
-Sé que puedo lograrlo. Voy a cantar esa nota aunque no tenga que comer helado por semanas – dijo sumamente decidida.
Al llegar a la elegante casa de la Señora Inoue , donde aún vivía Kanade para cuidar a su madre , este les abrió la puerta. Estaba bastante cambiado, mucho más alto, ya no tenía apariencia de niño y su mirada era tan penetrante como la de hacía unos años atrás.
-Hola hermano – saludó con la mano algo intimidada.