Al cabo de un rato, Meian se fue durmiendo de a poco, mientras escuchaba la suave melodía de un Shamisen que provenía de la sala del estudio.
Unas horas más tardes sintió los brazos enlazados en su cintura desde atrás, lo cual la hizo despertar levemente. Miró hacia abajo, en donde tenía a Gakupo acurrucado en su pecho… entonces ¿Quién era el que la estaba abrazando?
Se dio la vuelta lentamente, horrorizada, contemplando el tatuaje debajo del ojo de Kagura.
Pegó un grito desgarrador y un salto, mientras tiraba bruscamente de la cama al último mencionado.
-¿¡QUE CREES QUE HACES, INFELIZ!?
Kagura solo se rascó el tatuaje del ojo con tranquilidad.
-Nada. Me cansé de tocar el Shamisen , la cama de mi cuarto estaba dura y vi que había un espacio disponible para otro más aquí – sonrió como un completo caradura.
Meian volvió a gritar como loca.
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-Que se yo. Yo no hago los contratos, lo hace la empresa. ¿Hay algún problema con aquella cláusula?