-De acuerdo… - cogió unas botas del bolso del asiento de atrás, cerró bien su abrigo y bajó del auto – Mi vida era tan gris y descolorida antes de conocerte, querido… - recordó que antes de empezar a trabajar solo se la pasaba el día encerrada en la habitación de su casa escuchando los CD que compraba mensualmente de oferta, mientras escribía alguna que otra canción y tocaba su guitarra criolla.
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-¡Meiko! ¿Cálmate si? Mira, aquí tengo un cafecito para que se te pase tu estado de… emh… mucha agitación – le alcanzó la taza con la mano temblorosa y una sonrisa – Y luego podemos seguir componiendo canciones y empezar a trabajar en tu proyecto para Append – ensanchó mas la sonrisa.