-Genial.
-¡Oye! Yo también quiero esas cosas que se llaman contrato.
El tipo pegó una carcajada. Luego se puso serio.
-Me especializo en voces graves, no infantiles – le tocó la cabeza y le revolvió el cabello, con algo de brusquedad – Bien, puedes venir mañana a mi oficina de la compañía. Solo di en recepción que tienes cita conmigo y ya – le dio una tarjeta.
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Kaede iba caminando por la calle de la mano con Kanade. Se iban acercando a la esquina de una cuadra de Tokio, cuando de repente apareció el señor mafioso y se los llevó por delante a ambos.
-¡Fíjese por dónde camina , joven! – gruñó Kaede sin reconocerlo.