Alzó la mirada bastante lento , mostrando un semblante furioso que nunca antes mostró en su vida. Para colmo, el tono rojizo que adquirió por el llanto le dio un toque diabólico.
-Bien- dijo sacudiéndose la manga de su chamarra negra de cuero – Sabemos que estaba en el hospital, pero yo se que fue Kokone quien durmió a la niñera. No preguntes como lo sé. Luego salió… pero ¿Por qué salió? Generalmente no lo haría, aunque fuese para comprar caramelos.
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-Oh… ahora entiendo. Pero si quería asustarme, señor extraño, no lo ha conseguido. Este lugar es más lindo que mi habitación – le sonrió dulcemente.