—Les voy a apretar yo las mejillas— los amenazó.
Enseguida pararon.
—Bueno… ¿Y si comemos los sándwiches?
—De mortadela.
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Artemis hizo lo mismo con todas las habitaciones. Como sus dedos, cuello y bolsillos no daban más de joyas, agarró una canasta que tenía flores de plástico como adorno y empezó a recolectar.
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—Me quiero matar, Artemis se quedó con ese asesino por un descuido mío. Ahora no se cómo ir a buscarla — le dijo Grace a Leon mientras servía te.