Paró por un momento.
—Haz lo que quieras— sonrió cínica. Esas mentiras no la detendrían para nada. Quería escucharlo gritar, para luego dejarlo como si nada. Le clavó la rodilla en el punto débil de cualquier hombre — Di lo que se te venga en gana a otras, yo soy mil veces mejor. ¿Por qué? Porque soy Meian. Y no hay otra igual — empezó a hacer un movimiento circular con la rodilla en esa zona para quebrar su resistencia. A ver si para la próxima se atrevería a tirarle agua en la cara.
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“Comparo el brillo de las estrellas con el diamante que me diste.
Antes de decirme adiós, prueba mis susurrantes palabras otra vez.
Mira el universo, él está escuchando. De una vez por todas, despídete.
No hagas que me quiebre derramando lágrimas…”
Al caer la lágrima (que se podía debatir entre ser actuada o no), esta se hizo de cristal y al golpear contra un supuesto asteroide se rompió en mil añicos largando unos brillitos blancos preciosos. Estando flotando en el aire, se fundió con la oscuridad del fondo del universo y desapareció en un estallido de estrellas y pétalos de cristal.
El concierto había terminado. Varias personas habían quedado llorando de la emoción.
Incluida Oyuky, que sentía todo el dolor de su hermana. Era la primera vez que lloraba con una canción.
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—Tienes que ver tu cara hahaha…