Sakura tenía un enorme sonrojo bastante visible por su blanca piel, y sus ojitos solo reflejaban un brillo especial que los hacía lucir aun más.
—Oh… bueno, si es así — La verdad es que no le tomó demasiada importancia.
Pero al cabo de unos días la conducta de Sakura le empezó a preocupar. Se la pasaba todo el tiempo al lado de su papá, no se despegaba ni por un segundo de él, y si tenía que irse lloraba a los gritos (cosa que no era muy común en ella).
De vez en cuando lo quería besar y repetía todo el tiempo que se quería casar con él y tener un anillo igual que el de ella.
Se comportaba muy esquiva con ella, incluso mostrándose hostil.
Quería convencerse de que tal vez había hecho algo mal.
— ¡Papi! — Lo llamaba buscándolo por todos lados.