Hola Damas y caballeros este fic original esta dedicado a mis hermanas y mejores amigas, a todos ustedes que se tomaran el tiempo en leerlo y a esa persona especial de donde vino toda la inspiración te deseo la mejor de las suertes en el camino que elegisteis aunque no sea el mismo que el mio.
CICATRICES DEL PASADO.
“EL PASADO Y SU HERIDA MORTAL HACIA EL CORAZON, UN FUTURO LLENO DE AMOR???
Y UN PRESENTE ENTRE EL DESEO Y EL DOLOR…
EL RENCOR TIENE CURA… NO LO SE”
Capitulo I
La luna llena brillaba como nunca esa noche, cada uno de sus frágiles rayos iluminaba las penumbras de la oscuridad. Como deseaba ser aquel manto negro y frio, que un pequeño y cálido rayo de luna iluminara la penumbra de su herido corazón. Pero en que pensaba aquel sentimiento conocido como amor no existe, si no existe porque lo anhela tanto… si solo era un juego de su corazón y sus sentimientos tratando de doblegar a su razón y su pensamiento.
No podía seguir así ella era una de las pocas chicas inteligentes en esa época, una de las pocas que no se dejaban llevar por el romanticismo… pero si era así como fue a caer con un tarado traicionero, la habían rechazado de la manera mas indigna de la sociedad… esa época en la que una chica rechazada por un hombre era considerada una basura, los hombres dominaban todo, poniendo en un lugar mas bajo que la porquería a las mujeres, algo que ella odiaba con toda su alma. Pero si lo odiaba por que cada noche añoraba aquellos fuertes brazos masculinos rodeándola, era el único que podía hacerla sentir débil…que la hacia sentir mujer y al único que le rechazo una noche de placer.
-Todo por el estúpido sexo - menciono suavemente su voz femenina, poseía una tonalidad seductora como la de una ninfa, sus ojos negros la belleza de la oscuridad y su cabellera violeta lograba una combinación mitológica. Encontrarse acariciando esa delicada y nívea piel era para cualquier hombre ver una musa, que lograba desprender de sus poros una fragancia hechizante que solo las rosas negras de su jardín poseen. Ella era un ser prohibido y eso fue lo que el no entendió - Te odio corazón - menciono apresando sus manos en contra de su pecho, como le hubiera gustado ser un hombre ya que ellos no poseen un corazón y la sociedad no los critica, ya que defendería su “honor” en un duelo de espadas.
Una fina lágrima recorrió su rostro al recordar que su orgullo quedo en el suelo, al recordar como la cambio por una chica de burdel, desde ese momento ella decidió hacerle a su vida un pequeño cambio, dejaría de ser aquella tonta e ingenua chica y se convertiría en lo que el más amaba. Sus oscuros ojos observaron la luna era vergonzoso para su orgullo haber sido atrapada por un tonto niño mimando de la aristocracia.
-Ayame Minamino, aun esta despierta jovencita - le susurro una voz cariñosa introduciéndose en su habitación, la joven desvió su mirada de la luna hacia el intruso, era el único de los hombres que si valía la pena, lastimosamente era su padre - Mi princesita es hora de que usted se duerma - le ordeno de una forma tan afectuosa que ella lo único que hizo fue asentir. No comprendía a su madre y hermana mayor ya que cada día le reprochaban su forma de ser y como perdió a un prospecto como el príncipe Ikuto.
Poco le importaba lo que pensaran esas dos, la única opinión que deseaba era la del único que la amaba de una forma sincera - Padre, usted me odia - menciono ya acostada en su cama, el hombre la arropo mientras le daba un tierno beso en la frente y le susurraba “Como podría odiar al tesoro mas valioso que tengo” ella sonrió débilmente mientras sus parpados lograban cerrase con algo de culpa -“Tal vez tengan razón…he deshonrado a la familia”- pensó cayendo en un profundo y frio sueño.
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Aquella luna le parecía fascinante e intentaba de todas las formas posibles plasmar su belleza en aquel lienzo blanco, pero no cooperaba, donde se encontraba esa inspiración que ella deseaba, antes le resultaba tan sencillo plasmar lo que veía en una pintura… pero ahora le faltaba algo, sonrió con ironía al recordar lo que le faltaba. Dejo con un suspiro aquel pincel y se paro mientras tiraba al frio suelo otro cuadro sin concluir, donde se encontraba aquella facilidad de mostrar romanticismo solo con pensarlo.
-Acaso el no tener corazón - susurro observado en el suelo el desperdicio de lienzos; ella para que deseaba una pintura que ante sus ojos era un horror, soltó un leve suspiro de frustración, la habían mutilado en vida.
Camino en aquella habitación, su cuerpo se paro por inercia frente al espejo - “¿Qué observo?”- se pregunto mentalmente, con su mirada observo su cuerpo estudiándolo con detalle, era una chica nada atractiva; sus ojos eran negros y sin expresión alguna; su cabellera plateada era algo poco común y que la hacia sentir como un fenómeno; su piel demasiado nívea, aun no entendía por que le decía su nana que era tan suave como una pluma o una pequeña flor de algodón. Se observo de una forma mas interna su carácter, era decidida y lo expresaba en cada pincelada; una artista orgullosa que amaba lo creaba y creaba lo que amaba. Nunca nadie la cambiaria - Por eso me remplazaste - susurro con la mirada mas fría, no había mas lagrimas, ya no poseía, los recuerdos del pasado la acechaban a cada momento intentando arrebatarle su tranquilidad - Y todo por ser igual a las tontas enamoradas - dijo para si misma al recordar que casi le entrega todo a ese hombre, recordar como el la abandono por otra y mas doloroso que su familia le dio la espalda- El amor es un veneno para un artista - sonrió de una forma apagada - “Los Misay”- aquella familia que solo podía seguir el protocolo y por no ser unos salvajes, decidieron deshacerse de la mala hierba de la familia.
-Señorita Misay - Menciono su nana con ternura observando como aquella pijama que portaba se encontraba toda cubierta por pequeñas gotas de pintura y en el suelo los lienzos nunca terminados - Asumí duerma - menciono con autoridad, la joven simplemente asintió, observando desde su balcón el hermoso reino “Una noche como esta acabe con mi futuro” pensó observando con mas tranquilidad a la luna - Una noche como esta perdió su ternura, calidez y sus sueños - finalizo la mujer de edad avanzada retirándose de la habitación, no valía mucho la pena mandarla a dormir, era una artista frustrada y sin anhelos de seguir.
La mujer se retiro y la dejo como a ella le encantaba…sola. Sus ojos se cerraron y pudo sentir aquella herida latente en su interior que había logrado acabar con su pasión y amor. Lo único que le quedaba era su orgullo, con eso no podría nunca plasmar al símbolo universal del romance - “¿Cómo planea un artista demostrar amor, sin un corazón?”- pensó, una sonrisa irónica y hasta hipócrita se formo en su rostro, como le agradecía a Kenji Hará por haber acabado con su existencia, sus ojos se cerraron por inercia al sentir aquella cálida brisa marina y mas le agradecía a ese idiota por cambiarla.
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Los suaves y cálidos rayos del sol, la despertaron de su fría pesadilla, dio inicio a otro día en el que prometía seducir a todo hombre de la realeza que se le atravesará en el camino, ninguno se salvaba Príncipes, Condes, Reyes y hasta los guardias. A todos les iba parejo; su único interés era divertirse, demostrar que era la mejor chica de burdel; con una sonrisa orgullosa se levanto con aquella bata blanca cubriendo su desnudez y se dirigió con sigilo al cuarto de baño.
-Por favor señor permítame le mano de su hija - menciono por millonésima vez aquel joven de atractivo ver, su cabellera negra y lacia; aquellos ojos oscuros como la noche; su piel nívea que le hacia combinación con ese cuerpo atrayente y seductor, el era la personificación del deseo hecho hombre.
El rey suspiro de una forma cansina al joven, el le agradaba pero no era lo que su hija necesitaba - Lo siento Yurem, pero mi hija se ira a un convento - menciono con dolor, al aceptar con molestia, la condición de su esposa - Es lo mejor - intento auto-convencerse, ya que su hija se encontraba fuera de control y como padre debía hacer algo - Además que te hace pensar que cambiara su actitud - menciono observando al chico; el no era malo, lo único que tenia era que poseía una igualdad en personalidad con su hija, ambos deseaban complacer a todos; sonrió con ironía mientras recordaba que no le haría un bien esa relación, no la cambiaria la corrompería mas de lo que ya estaba.
-Yo la amo y cuando quiero alguien es con todo mi corazón y no me importa su pasado - menciono decidido y a la vez arto de que todos le mencionaran que era un sueño intentar cambiar a una musa que nació para complacer al mundo.
-----------------------------------------------Flash Back---------------------------------------------
El se encontraba en la taberna del pueblo, un lugar nada digno para alguien de su categoría, si su mejor amigo lo hubiera visto en ese lugar lo reprendería por el mal gusto, el era uno de los reyes mas codiciados de la aristocracia de los ocho reinos… pero eso no lo sabia nadie en ese reino. Habían iniciado hace siete años un viaje para encontrar el amor verdadero y lo único que encontró es la desilusión.
-Saben besa como una ninfa - menciono uno de sus ebrios compañeros con una sonrisa y cara ilusionada, al recordar la noche llena de caricias que ella le ofreció.
-Te apoyo - menciono otra voz masculina con un deje de depravación - pero esas largas piernas ufff… una completa tentación - mientras terminaba de consumir aquella copa de vino barato.
El se sentía ofendido, como odiaba que hablaran así de su futura reina y mas que le dijeran que el seria parte de la centena, no lo entendía - Dejen de hablar de esa forma de la mujer que amo - no podía hacer nada mas que defenderla, pero su reputación no le ayudaba en nada, además que no había tenido ningún encuentro con ella.
-Cálmate Yurem - menciono colocando una mano sobre su hombro - te comprendo pero esa princesa es de todos los hombres del reino - finalizo logrando hacerlo enojar, no ella seria solo suya y de nadie mas, el seria el que curaría esa herida que no le permite amar sinceramente.
--------------------------------------------Fin del Flash Back--------------------------------------
Una atrayente joven bajaba con delicadeza las escaleras, logrando hacer entrar en un sueño de seducción hasta el mas experto de los hombres, aquel vestido negro con violeta que demostraba lo mucho que le encantaba y lo elegante que era; su cintura ajustada con un corset negro que lograba dejar al descubierto su bien formado cuerpo, una falda larga y gruesa que debajo se podían notar las botas negras, que tanto deseaba tener sobre su pecho.
-Hola Yurem - menciono de forma seductora con aquella sonrisa cómplice. Si se lo llevaría en el saco también, lo observo detenidamente mientras se mordía el labio inferior; aquel pantalón negro ajustado a su figura, esa camisa blanca de mangas largas con tres botones desabrochados, tentándola e invitándola a pasar y tomar todo lo que deseara; ese saco negro… era un estorbo para todo lo que planeaba hacerle a ese joven.
-Ayame, nos vamos - la jalo su padre del brazo sacándolo así de su rango de visión - Yurem, ya le ofrecí mi respuesta - fue lo único que menciono mientras se retiraba por el umbral de la puerta.
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Que tenia de atrayente la vida para alguien como el, siempre sentía que algo le faltaba, pero aun no se enteraba que era; ¿Qué le podría faltar a un futuro rey? Las personas de sociedad se lo preguntaban, el era apuesto gracias a eso podrían obtener a la mujeres que quisiera, tenia riquezas, un titulo de la aristocracia. ¿Qué le podría faltar a Julián Misay?
Continuara...
espero que les guste.[/color][/b]