Hola gente, si, sé que me odiáis por haber tardado tanto en venir y por eso como recompensa os he traído un capi el doble de largo de como los suelo hacer normalmente^^
Ya que este fic está muy próximo a acabarse estoy realmente pensándome el hecho de hacer una tercera parte con Hinoiri, la hija de Sasuke y Sakura, como protagonista, seguirían apareciendo todos los personajes de aquí, pero ella sería la prota. No sé que pensáis, espero que me dejéis vuestras opiniones porque si la idea no es bien acogida pues ya ni empiezo a llevarla a cabo xD
Bueno, ahora si que os dejo leer que el capi es bastante... interesante, dejémoslo así xD
Espero que os guste^^
Cuenta de twitter: DrestiChan
19. Obsesión...2º parte
El silencio se prolongó durante tanto tiempo que Alecto llegó a pensar que todos los allí presentes se habían quedado petrificados. Nadie se movía, nadie hablaba, hasta la naturaleza parecía haberse quedado muda ante la aparición del antiguo ser celestial. Él, por su parte, se mostraba muy tranquilo, relajado incluso, y cuando habló… En fin, ella nunca había escuchado una voz como aquella, dulce y aterradora al mismo tiempo.
-El mal se va a desatar sobre este planeta en breve-dijo en un susurro-no hubiera venido aquí sino estuviese en peligro todo ser vivo.
Hablaba en susurros pero aún así su voz sonaba con eco, más que una voz parecía que de él saliesen varias voces a la vez, lo cual resultaba escalofriante.
-Demetrio planea invocar a Lucifer-contestó Suigetsu cuando logró reponerse.
Zael asintió, y no volvió a decir nada.
-Em… bueno, es obvio que ya hemos llegado todos-continuó su tío-su alteza real no ha podido venir a recibiros, por razones obvias de seguridad ella y el resto de su… corte, ha decidido esperar en un lugar más seguro.
-¿Su corte?-preguntó Alecto en un susurro y con una risita.
-Sí, no es el lugar adecuado para decirles quien la acompaña, y en calidad de qué, aunque ya me imagino que la mayoría se imaginan o saben casi todo.
Decir que estaba nerviosa era poco para describir su actual estado de ánimo. Su cuerpo era preso de tales temblores que mientras Tenten, Hinata, Ino, Eishel y Mikoto la preparaban para su encuentro con los sangre pura, había tenido que sentarse.
En ese mismo instante estaban instalados en un Ryokan (hotel tradicional japonés) en medio de la nada. Pertenecía a la familia Hyuga y a Neji no le había costado nada conseguir que se lo alquilasen entero por tiempo indefinido. Los sirvientes habían sido todos obligados a abandonar el establecimiento, en unas “merecidas vacaciones”.
-Si sigues temblando tanto te clavaré la horquilla en la cabeza-se quejó Ino.
Ella y Hinata estaban haciéndole un recogido, lo cual, debido a la extensión de su cabello, era un trabajo harto difícil. Tenten estaba haciendo algo con su cara y Mikoto y Eishel estaban sola en un apartado del cuarto intentando crear con la magia del hada un vestido apropiado. De hecho, había sido Eishel la que había creado las horquillas, el maquillaje y demás utensilios que ellas iban a emplear, porque no sólo Sakura debía mostrarse presentables, aquella reunión era demasiado importante.
-Neji considera que los licántropos debemos aparecer en nuestra forma de lobos, por si sucede algo-comentó la rubia.
Tente negó con la cabeza.
-Podrían tomarlo como una amenaza y una falta de educación por vuestra parte, si aparecéis como humanos daréis a entender que confiáis en nosotros y que no tenéis nada que esconder-contestó-además, no creo que se tomen muy bien ver a un miembro de la familia real transformado en lobo y obedeciendo las órdenes de otro.
-Yo opino lo mismo-asintió Ino-pero da igual lo que opine, si Neji no cambia de opinión no me queda más remedio que obedecer.
-No te preocupes que ya hablaré yo con él-dijo la ojimiel-no dejaré que por orgullo se ponga en peligro ni él ni a los demás-bien ojo-sama, he acabado con el maquillaje.
-Y nosotras con el recogido-añadió Hinata, con voz temblorosa.
Sakura miró a su amiga, Hinata estaba casi tan nerviosa como ella, pues el papel que le había tocado representar en la “actuación” era sumamente importante. Sakura, contraviniendo los consejos y sugerencias de todos, había insistido en nombrarla guardiana suya, ya que Naruto lo sería de los Uchiha. Aquello contravenía todas las reglas, pues un renacido, y mucho menos uno que estaba destinado a ser hombre lobo, podía aspirar al puesto de guardián, que sólo estaba destinado a los nobles. Aún así, la peli rosa hizo caso omiso a todo ello. Además, sabía muy bien el entrenamiento que había recibido Hinata por parte de Naruto y este mismo juró por su vida que estaba preparada para desempeñar un papel como aquel.
-Lo harás bien, Hinata-le susurró.
La pelinegra le devolvió una pequeña sonrisa nerviosa.
-El vestido ya está concluido-dijo Mikoto, resplandeciente.
Todas se acercaron a ver y quedaron maravilladas.
El vestido era todo de color negro, sin mangas, ceñido hasta la cintura, y desde ahí hacia abajo se extendía en una preciosa falda de vuelo toda recubierta de plumas, las plumas más negras que ella había visto en toda su vida. Fue entonces cuando recordó el apelativo que se solía utilizar para referirse a las princesas vampiro, “princesa negra” y sonrió, aquel vestido no podía ser más adecuado.
-Que envidia. Como me hubiera gustado llevar uno de estos para el baile de graduación-exclamó Ino.
-Ino, si tú no te has graduado-contestó la peli rosa.
Todas se echaron a reír.
-Bien, ¿a qué esperar para ponértelo?-le dijo la rubia.
Con ayuda de todas, para no deshacer el peinado, se puso el vestido. Las demás emitieron un grito ahogado.
-Estáis preciosa ojo-sama-dijo Mikoto.
Las demás asintieron.
Sakura se apartó de ellas y se dirigió hacia un espejo de cuerpo entero que había al otro lado del cuarto y ella misma ahogó un grito al ver lo que allí se reflejaba.
Una chica bellísima le devolvía la mirada y la cara de asombro desde el otro lado. Llevaba el pelo arreglado en un elaborado y elegante recogido adornado con pequeñas florecillas negras, solo dos mechones ondulados se escapaban de las horquillas, uno a cada lado de su cara. Su cara… su cara era alucinante, Tenten le había maquillado los ojos con una sombra azul, dejando el acabado en una especie de azul ahumado que junto con el rímel y el delineador resaltaban sus ojos jade, que parecían más vivos que nunca, y los labios iban pintados de rojo borgoña, el color de la sangre, el resto de la cara llevaba un toque natural. El vestido, por otra parte, le quedaba como un guante, la hacía parecer más estilizada y le daba un porte regio, como lo que era, una futura reina.
-Es… precioso…-susurró.
-Vas a maravillar a todos-aseguró Eishel-y ahora ten los zapatos, no pensarás ir descalza.
Los zapatos también eran negros, de tacón, sin ningún adorno, ya que iban a ir tapados por el vestido.
-Perfecto-dijeron todas al unísono.
Le costaba admitirlo, pero en ese momento estaba más nervioso que en todos los siglos de vida que había vivido anteriormente. Él, y el resto de hombres, ya estaban en el salón principal del Ryokan, esperando a los recién llegados y, por supuesto, a las mujeres. Todos iban vestidos de traje, con frac más bien, salvo Naruto, que como guardián que era iba de cuero y armas hasta arriba.
-Pues si que tardan en arreglarse-susurró Sai.
-Son mujeres-le contestó Kiba-¿alguna vez has conocido alguna que tarde en arreglarse menos de dos horas?
Los demás rieron, pero era una risa tensa, nerviosa.
Él estaba apoyado junto a una ventana, con su hija en brazos, que dormía plácidamente. En realidad, Hinoiri nunca había abierto los ojos, era algo que tenía muy preocupada a Sakura, y sinceramente, a él también, pero ahora aquello no importaba, sino lo que estaba por acontecer.
Una de las puertas laterales se abrió y por ella aparecieron las mujeres, que enseguida se ganaron un silbido de apreciación. Tenten llevaba un precioso vestido largo rojo de tirantes con ondulaciones en la falda de vuelo y el pelo, extraño en ella, suelto, llegándole hasta la cintura. Ino, la siguiente en aparecer, iba de azul cielo, en un vestido largo sin mangas y con el pelo recogido hacia el lado derecho en un sencillo pero elegante moño y Mikoto, haciendo gala de su elegancia Uchiha iba en un vestido largo azul marino y el pelo suelto decorado con una especie de diadema plateada. Eishel vestía sus ropas habituales de hada.
Las únicas que faltaban eran Hinata y Sakura, pero ninguna de ellas apareció en los próximos minutos.
-Queremos que Sakura haga una entrada triunfal-dijo su madre al ver que él buscaba a la peli rosa.
Él asintió y le entregó el bebé a su madre, con los nervios que tenía podía caérsele y nunca se lo perdonaría. Mikoto recibió a su nieta con agrado.
El salón estaba decorado también con motivos clásicos occidentales y un toque oriental de la cultura japonesa, era bastante grande, lo bastante como para albergar a varios centenares de vampiros y que aún quedase espacio libre.
-Ya vienen-dijo Naruto en el mismo momento que el aire se llenó por completo de olor dulzón.
-Allá vamos-dijo Tenten, dándole un beso a Neji y dirigiéndose hacia la puerta.
Habían acordado que ella era la indicada para ir recibiendo al salón a los recién llegados y, posteriormente, cuando Sakura llegase, hacer las presentaciones pertinentes.
La puerta se abrió y los primeros en entrar fueron Alecto, Suigetsu e Itachi, que enseguida re retiraron a cambiarse, y luego empezó el baño de sangre pura y nobles, los renacidos tendrían que esperar fuera. Naruto se colocó al lado de su amigo y de su madre, como guardián que era.
-Suerte-susurró.
-No sé si podré hacerlo Hinata-dijo la peli rosa-¿y si me quedo en blanco y no sé qué decir? ¿Y si no soy lo que esperan?
Sakura daba vueltas de un lado a otro del cuarto donde las dos se encontraban esperando.
-¿Bromeas? Claro que podrás hacerlo-le aseguró la pelinegra-hoy mismo Naruto me dijo algo que es muy cierto, si crees y tienes confianza en ti misma lograrás todo lo que te propongas Sakura, y tú ya has demostrado lo que vales, no necesitas la aceptación de nadie.
Sakura se giró hacia su amiga y le sonrió. Hinata estaba irreconocible, toda vestida de cuero negro, pantalones, corpiño y abrigo y llevaba tal arsenal de armas que parecía que iba a asaltar alguna prisión. Estaba nerviosa, eso Sakura lo sabía muy bien, pero estaba haciendo una gala de seriedad y saber estar que la dejó impresionada, después de todo ella no era la única que había cambiado.
-Gracias por ser tan buena amiga, Hinata-le agradeció con un abrazo, que la otra enseguida le devolvió.
El móvil de la pelinegra sonó en ese momento.
-Es un mensaje de Naruto-dijo-ya han llegado todos, debemos salir.
Definitivamente todos los allí reunidos conocían su recién descubierta condición de sangre pura, su relación con Sakura y el hecho de que ambos tenían una hija. Era increíble la capacidad de obtener información que tenían los sangre pura cuando se lo proponían. Lo raro era acostumbrarse a que lo llamasen “alteza” y que la gente hiciese una pequeña reverencia al pasar frente a él y su madre.
Pero lo que más le sorprendía era la presencia de aquel hombre, había oído tantas cosas sobre él, y todas ellas difíciles de creer, que había pensado que era un mito, pero hacía pocos segundos dicho ser se había plantado ante él y su madre y los había saludado con aquella extraña voz y aura que poseía, que incluso a él le ponían los pelos de punta. Zael, el ángel vampiro, un ser único en el planeta.
Giró la cabeza hacia la puerta por donde debía salir Sakura, y donde los cuatro licántropos se hallaban separados de los demás. Los sangre pura y los nobles no se habían sorprendido al verlos y los habían saludado con corrección, sobre todo a Sai, como hermano que era de Sakura, pero aún así las diferencias entre ambas razas no permitían que se generase entre ellas algo más que el simple reconocimiento.
En ese momento Suigetsu e Itachi aparecieron de nuevo en la sala, vestidos con sendos trajes como los demás y se fueron a reunir con él y su madre. Alecto no tardó en aparecer, llevaba un vestido verde botella largo palabra de honor con pliegues y el pelo totalmente suelto. Se quedó un rato dudando en medio del salón, como prima que era de Sakura le correspondía ir a reunirse con Sasuke y los demás, pero sabía del desprecio que su persona causaba entre los allí reunidos y no se movió del sitio.
-¿Qué demonios está haciendo?-murmuró Itachi al ver que no se acercaba a ellos-es la prima de Sakura, es de la realeza, tiene que estar aquí.
-Me parece que se siente poco apreciada por los aquí presentes y no quiere incomodar ni causar problemas-contestó Suigetsu.
Itachi soltó una maldición y fue inmediatamente a buscarla.
-Estás loco-dijo ella cuando se vio arrastrada hacia el lugar principal por el pelinegro.
-La que estás loca eres tú si piensas que voy a dejar que te hagan de menos-contestó.
Pero la discusión no pudo proseguir porque la puerta principal se estaba abriendo, todo el mundo se quedó callado y dirigió la vista hacia allí. Sakura había llegado.
El corazón se le paró en el momento en que la puerta se empezó a abrir delante de ella. Hinata le dio un apretón fugaz en la mano para darle ánimo y se la soltó rápidamente cuando la puerta quedó totalmente abierta ante ellas.
Sakura tuvo que hacer un esfuerzo por mantenerse estoica y no mostrar asombro ante semejante cantidad de gente que en esos momentos tenían su atención fijada en ella y en lo bellamente decorado que estaba decorado todo. Al fondo, pudo ver una especie de trono negro, vacío, en torno al cual estaban situados sus amigos. La voz de Tenten, que estaba junto a la puerta para anunciarla, la sacó de su ensoñación.
-Mostrad vuestro respeto a su alteza real, Sakura Serim, hija de sus difuntas majestades Mitsuhito y Akari Serim, y heredera al trono negro de los vampiros.
Y ante el asombro de Sakura, todos aquellos centenares de seres se arrodillaron ante ella. Tenten, en medio de su reverencia, le hizo un gesto con la mano indicándole que debía caminar hacia donde se hallaba el trono y, sin saber bien como pudo hacerlo, ella empezó a caminar por aquel largo pasillo que le habían dejado libre, con la reconfortante presencia de Hinata tras de ella.
Casi sin darse cuenta ya había llegado al final del pasillo y se encontraba de pie frente al trono. Era muy extraño ver que también su familia, amigos y, sobre todo, Sasuke, también se habían arrodillado ante ella.
-Por favor, levantaros-pidió sin darse cuenta.
Su orden fue inmediatamente obedecida por toda alma presente en aquella habitación, y todos los ojos pasaron a clavarse de nuevo en su persona, con anhelo. Sabía que debía decir algo, era lo que se esperaba de los príncipes y de los reyes, que en momentos aquellos dijesen algo solemne e ingenioso. Pero ella no era ninguna de aquellas cosas.
-Levantaros por favor-volvió a repetir-me siento abrumada ante tanta deferencia no merecida.
Un susurro de sorpresa se expandió por toda la sala ante lo inesperado de aquellas palabras. Un rey o príncipe podía decir muchas cosas pero nunca se había oído decir a uno que la muestra de servidumbre de sus súbditos no era merecida.
-En realidad ni siquiera soy reina-continuó ella con una sonrisa nerviosa-además, apuesto a que para vosotros es igual de incómodo que para mí, arrodillaros ante alguien a quien no conocéis y que desde luego sabéis que no tiene ni la más remota idea del protocolo vampiro y de dirigir batallas y mucho menos reinos.
La sorpresa del público era mayúscula, ver como una princesa reconocía tan abiertamente su carencia de conocimiento era algo insólito, no así para sus amigos que la conocían y se esperaban algo como aquello, lo que más preocupaba no era lo que dijese Sakura, sino cómo reaccionarían los demás ante sus palabras.
-Me he criado entre humanos-prosiguió ella, aún con la voz temblorosa-desconociendo quién era realmente y apartada de este mundo que es el mío pero que se me antoja tan extraño a pesar de que llevo casi dos años siendo plenamente consciente de él, por lo tanto, no, no cumpliré las expectativas que tenéis, no las conozco, no he tenido esa oportunidad, ¡demonios! Ni si quiera como humana era capaz de tomar decisiones importantes.
El murmullo de exclamación se hizo más intenso.
-Nunca fui elegida delegada de clase, ni capitana del equipo de animadoras, a la gente no le gustaba estar conmigo, así que no, no tengo carisma ni dotes de líder, la mayor parte del tiempo no sabía ni que debía hacer yo misma, ¿os parece eso el carácter de una futura reina?-preguntó casi en un grito, se estaba dejando llevar por las emociones, lo estaba sacando todo afuera-no quiero engañar a nadie, si os quedáis os vais a enfrentar a un ejército que nos triplica en número bajo las órdenes de una niña que ni siquiera sabe cómo cuidarse a sí misma.
-¿Acaso sugerís que os abandonemos ojo-sama?-preguntó uno de los sangre pura-¿estáis diciendo que os rendís y os vais a dejar apresar sin luchar?
Una risita se escapó de los labios de Sakura.
-Creo que escapar no tendría mucho sentido, llevo haciéndolo desde que sé que soy lo que soy y no me ha ido muy bien, ¿si voy a escapar, preguntáis? No-respondió-estoy cansada de escapar, iré al campo de batalla y le plantaré cara a Demetrio, Crimilda y a Lucifer si es necesario, aunque me maten, no me importa.
El público escuchaba absorto las palabras de aquella peculiar chica, esa chica que decía que la abandonasen sola en el campo de batalla.
-Lo único que digo es que no quiero que os quedéis porque os sentís obligados por los lazos de servidumbres, o porque penséis que yo con mi sabiduría y mis súper poderes voy a ganar la guerra y después todos seremos felices y comeremos perdices y se acabará el dolor y la miseria-siguió, abandonada ya su inseguridad-eso no va a pasar, si os quedáis muchos moriréis y ni siquiera os puedo garantizar que ganemos.
-¿Entonces qué hacemos, ojo-sama?-preguntó una mujer.
-Quiero que os quedéis porque realmente lo deseáis, porque al igual que yo no soportáis esta situación de continua persecución, porque aunque sea probable que perdamos, al menos podremos decir que lo hemos intentado y que no les tenemos miedo, que hemos intentado con todas nuestras fuerzas mejorar, no quiero que luchéis por mí, yo no soy nadie especial, hacedlo por vosotros mismos.
La estancia se quedó en un silencio sepulcral.
-Ahora me retiraré y os dejaré que decidáis, si alguien quiere marcharse tiene mi aprobación, no habrá castigo.
Y ante la estupefacción de todos abandonó la sala seguida de Hinata.
En el momento en que Sakura abandonó el salón todo se sumió en el más remoto caos. Sasuke continuaba con la mirada fija en la puerta por la que Sakura había desaparecido. Se sentía el hombre más afortunado y orgulloso de la tierra, nadie se había esperado aquello, la peli rosa les había dado una lección a todos, y lejos de lo que ella creía había sido más reina que cualquiera de esos reyes idiotas que se lanzaban hacia cualquier objetivo sin pensar y que se pensaban que lo merecían todo por haber nacido en tal o cual familia.
-Ha sido asombroso-murmuró Naruto-es la primera vez en toda mi experiencia de guerra que oigo un discurso tan pesimista, pero…
-Pero ¿qué?-preguntó el ojinegro.
-Tampoco nunca en mi vida había sentido tantos deseos de enfrentarme y derrotar al enemigo.
Sasuke sonrió de medio lado, él sentía exactamente lo mismo. Ahora sólo había que ver que pensaban el resto de los allí presentes. Sabía muy bien que en ausencia de Sakura era a él, como su compañero, a él que le correspondía dirigirse al público, aunque al igual que ella, o incluso más, le resultaba totalmente molesto.
-¡Silencio!-gritó como si a un grupo de niños se dirigiese-¡ya habéis oído lo que su alteza ha dicho! ¡Los que se queden bien, los que no, ahí está la puerta!-dijo.
-Mi hermano, siempre tan carente de tacto y ceremonia-murmuró Itachi.
El salón volvió a quedarse en silencio, nadie se movió, mirándose unos a otros a ver quién era el que hacía el primer movimiento.
-Nosotros nos quedamos-dijo Neji desde el fondo de la estancia-no nos dan miedo los vampiros y si encima tenemos permiso para matar a unos cuantos miles más que mejor, sé que mi tío y otras manadas se unirán también a la lucha, así que los lobos pelean.
Tenten le dedicó una sonrisa deslumbrante y los cuatro licántropos se reunieron con ellos.
Los vampiros siguieron sin pronunciarse.
-¡Atajo de cobardes mimados!-se oyó una voz bastante peculiar de entre el público-presumís de vuestra sangre y poder y os quedáis ahí callados como nenazas.
Zael abandonó su sitio y se dirigió directamente a Sasuke.
-Yo no tengo miedo ni a Lucifer ni a nadie, así que me quedó.
Sasuke asintió en reconocimiento.
Tras aquel exabrupto por parte del ex ángel todos los vampiros allí presentes empezaron a aceptar con fervor. La verdad era que aquella extraña princesa se había ganado el respeto y reconocimiento de todos.
Sakura llevaba varias horas esperando sola en su cuarto, Hinata estaba a la puerta, la peli rosa había insistido para que entrase pero la pelinegra había adoptado una muy férrea disciplina con respecto su nuevo trabajo y se había quedado montando guardia afuera. “Has revolucionado mucho los ánimos ahí afuera” le había dicho antes de que entrase en la habitación. Y era verdad, habían escuchado el rebumbio nada más salir, y ahora estaba allí, aterrada, esperando a que alguien fuese a decirle algo.
Escuchó como alguien llamó a la puerta y dio permiso, esperando a que Hinata entrase con alguna noticia, pero quien entró no fue otro que Sasuke, que traía una media sonrisa en el rostro.
-¿Y bien? ¿Lo he hecho bien? Seguro que se han marchado todos, si ya dije yo que no valía para esto-dijo en un ataque de nervios.
La sonrisa de Sasuke se hizo más grande aún y se abalanzó sobre sus labios en un potente y exigente beso.
-Todos-dijo-se han quedado todos, te has ganado su respeto con tus palabras.
La cara de Sakura se iluminó y sus ojos se llenaron de lágrimas.
-¿En serio?
El asintió dándole otro beso.
-No sabes lo orgulloso que me he sentido de ti, molesta-susurró contra sus labios.
-Yo no soy molesta-gruñó.
-Hmp, lo eres.
Sin darle tiempo a contestar la agarró por las piernas y la alzó, apoyándola contra la pared y besándola con fervor. Sakura enrolló las piernas en torno a la cintura del pelinegro y emitió un profundo gemido al notar la excitación de él contra su bajo vientre. Hacia tanto que no tenían tiempo para estar juntos que la lujuria barrió toda otra emoción de su sistema.
Sus bocas protagonizaban una oscura y ardiente danza en una pugna por ver quién podía sacar más del otro.
De repente Sasuke se separó de ella, dejándola de nuevo en el suelo.
-Y dime, ¿es mucho el cariño que le tienes al vestido?-dijo mientras le rozaba el pecho con una mano.
-Umm, no especialmente, pero me gustaría conservarlo-dijo perdida en el mar de sensaciones que le provocaba la mano del pelinegro.
-Una pena entonces-dijo antes de rasgarlo por la espalda, dejándola a ella sólo en ropa interior.
-¡Sasuke!-quiso que su voz sonara molesta pero no pudo ocultar lo mucho que la había excitado aquel acto.
Él volvió a pegarse a ella con fuerza, estrujándola entre la pared y su propio cuerpo. Cerró los ojos, era delicioso sentir como sus formas femeninas se aplastaban y se frotaban contra él.
Sakura, que no quería ser de menos, le arrancó la chaqueta y la camisa de una.
-Eso es por mi vestido-dijo antes de abalanzarse a chupar aquel exquisito torso.
Él se inclinó hacia delante y aprisionó su oreja entre los dientes para luego volver a reclamar su boca con auténtico fervor. En una velocidad increíble, incluso para un vampiro, pasaron de estar de pie junto a la pared, a estar sobre la cama en el otro extremo del gran cuarto, él encima de ella.
-Me gusta tenerte así-dijo ella en medio de un ronroneo, con los brazos alrededor del cuello de él.
-Pensé que te gustaba más tenerme dentro de ti-contestó.
-Cierto-sentenció antes de besarlo con furia.
Las manos se Sasuke viajaron como fuego por su espalda hasta el cierre del sujetador, que pronto acabó en el mismo sitio que el resto de la ropa, y sin perder un minuto se abalanzó sobre aquellos exquisitos pezones. Cuando uno de ellos fue rozado por sus afilados colmillos Sakura juró que se sentía morir ante aquella sensación tan placentera.
-Por favor…-rogó mientras con sus manos masajeaba la cabeza de él animándolo a que continuase.
Pero aquel no era el sitio adonde Sasuke quería llegar y pronto abandonó sus senos para seguir descendiendo más. Las bragas no tardaron en seguir al sujetador y Sakura tuvo que reprimir un fuerte gemido cuando la boca del pelinegro entró en contacto con su centro. Aquello era insoportable, toda aquella lava de deseo ardiendo en su interior, y allí estaban sus colmillos rozando su carne de nuevo, si seguía así se correría como nunca.
-Muérdeme-masculló.
-¿Hn?-requirió Sasuke sin retirar la boca de donde la tenía.
-Que me muerdas… ahí abajo…-musitó a duras penas.
Sasuke alzó la cabeza, sorprendido, ¿había oído bien? Pero la mirada que ella le lanzó fue suficiente para saber que sí.
-Puedo lastimarte.
-Yo te lo hice a ti una vez y no recuerdo que te haya molestado, por favor…-suplicó ella entre quejidos.
Y él cumplió, la mordió justo ahí, en ese lugar tan sensible, y en ese momento Sakura tuvo el mayor orgasmo de toda su vida, una mezcla de dolor y placer exquisita que la estaba volviendo loca. Sintió como Sasuke le sellaba la herida con la saliva y de paso saboreaba sus fluidos.
-Nunca dejas de sorprenderme Sakura-le susurró al oído.
Ella se rió, en medio de su nube particular y le quitó a él el resto de ropa.
-Te quiero ya-susurró.
Y él cumplió, enterrándose profundamente en ella.
-Joder…-maldijo al notar su estrechez.
-Sasuke…
El ritmo fue cada vez en aumento, y en un momento dado, sin apenas darse cuenta, habían cambiado de postura, él sentado al borde de la cama con ella encima marcando el ritmo.
-Te amo…-gimoteó la peli rosa-te amo tanto…
Él la ayudó a incrementar el ritmo hasta que el placer fue tan insoportable y ninguno de los dos aguantó más y acabaron por correrse.
Sasuke cayó de espaldas sobre la cama y ella rodó encima de él, sumiéndose en un abrazo. Como iba a echar de menos esos momentos con él, se dijo la peli rosa, ojalá no tuviera que morir, ojalá la visión de Tenten no se cumpliese, sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Sasuke, yo…
-Déjalo-la cortó él-no pienses en nada, nada va a pasar.
Ella guardó silencio, quería creerlo, pero se le antojaba tan imposible.
-Todo está preparado padre-dijo Ánferis, detrás de él.
Estaban en medio de un bosque, el único lugar indicado que se le ocurrió, ya que no quería llamar la atención de nadie, cualquier cosa podía dar al traste con sus planes y él no lo podía permitir, no con la inminente guerra que se avecinaba.
La preparación del ritual le había llevado diez largos y tediosos años, pero nada en comparación con todos los siglos que tuvo que esperar para unir todas las piezas, la última conseguir el resultado de la mezcla de la sangre Uchiha y de la sangre Serim y ahora que ya la tenía en su poder podía conseguir lo que más deseaba, el poder eterno.
En medio del campo habían dibujado una estrella de David rodeada por un círculo y en cada una de las cinco puntas habían colocado un objeto específico. En una, un mechón de cabello de Akari Serim, como parte de la persona que más odiaba en el mundo; en otra, un saquito lleno de tierra de Hokkaido, como representación de su lugar más odiado; en otra, un cuenco con unas gotas de su sangre para que Lucifer lo reconociese como su amo, la persona a la cual debía obedecer; y en las otras dos, una cabeza de macho cabrío y el número 6 como símbolos que representaban al demonio; y por último, en el centro, donde se abriría la puerta, la sangre de la hija de Sasuke Uchiha y Sakura Serim.
Todo el ejército sombra se hallaba en aquel bosque, detrás de él, observando atentamente con temor y fervor la llegada de Lucifer.
Demetrio miró al cielo, observando la posición de la luna, había llegado el momento. Dio unos pasos hacia el centro y se quedó parado a un metro de distancia del círculo satánico. La luz de la luna cayó directamente sobre el centro de dicho círculo, el cual empezó a brillar con una luz cegadora. Luego de unos minutos una especie de grieta se abrió de la nada, sobre el cuenco con la sangre de Hinoiri y de ahí se formó una puerta, a través de la cual se vio una gran silueta.
Demetrio sonrió.
-Bienvenido seas Lucifer, príncipe de los demonios-dijo.
Zael irrumpió como una bestia en la habitación donde se hallaba Sakura con su hija, haciendo que Hinata se levantase de golpe y por pura inercia le lanzase un cuchillo que le pasó rozando el cuello.
“Buena puntería” reconoció para sus adentros.
-Disculpe la intromisión alteza, soy Zael…-empezó con su acostumbrado tono desapasionado.
-Sé quién eres, he oído muchas cosas sobre ti-dijo ella con una sonrisa enigmática-¿en qué puedo ayudarte?
-Bien, puesto que ya sabe lo que soy y lo que fui me creerá si le digo que sé a ciencia cierta que hace unos pocos minutos alguien acaba de abrir una puerta que comunica al infierno.
-Te creo-contestó ella con una mueca de terror-de hecho, lo estábamos esperando.
-¿Esperando?-preguntó, descolocado.
La peli rosa se alzó de su asiento con el bebé en brazos.
-Hinata, corre y vete a avisar a todos los que encuentres, yo iré a buscar a Sasuke.
La guardiana salió de inmediato y la princesa se paró en frente de él.
-Por favor, cuida de Hinoiri mientras voy en busca de Sasuke.
Dicho esto le plantó al bebé en brazos y antes de que él pudiese decir nada abandonó el cuarto, y allí se quedó él, solo, con aquella criatura en brazos.
La observó por largo tiempo, los bebés siempre lo habían intrigado, eran unas criaturas fascinantes y ésta en concreto lo era en gran medida, tenía la piel pálida en contraste a su pelo negro como el carbón, pero lo más extraño eran sus ojos, fuertemente cerrados, como si tuviese miedo de abrirlos y ver lo que la rodeaba. Con curiosidad, y sin saber muy bien lo que hacía la verdad, llevó uno de sus grandes dedos hacia aquella frente tan pequeñita pero enseguida lo retiró. En cuanto la yema de su dedo había tocado la piel del bebé recibió un terrible chispazo que le atravesó todas las entrañas. El bebé se removió, inquieto ante ese contacto y esos brazos extraños que no reconocía y por primera vez en su corta vida, sintió curiosidad por quien era aquel ser que la sostenía y abrió los ojos.
-Santa mierda…-susurró Zael al contemplar aquel extraño pero bellísimo espectáculo.
Nunca había visto nada igual, los ojos de la niña eran fucsia, el fucsia más intenso que había visto en toda su vida. Pero aquello era imposible. Él recordó la última vez que había visto unos ojos como aquellos. En su espejo, la última vez que se había visto reflejado en él antes de que dejase de ser un ángel y sus ojos cambiaran de color. Los ojos de ese bebé eran los ojos de un ángel, pero ella no lo era. La niña clavó su penetrante mirada en él y sonrió, haciendo gorgoritos.
-¿Qué eres tú, pequeña?-preguntó fascinado.