Disclaimer: Todos los personajes de Inuyasha pertenecen a Rumiko Takahashi. En éste fic, algunas de sus características y de sus tramas personales han sido modificadas y llevadas a un Universo Alternativo.
Advertencia: El siguiente fic puede contener escenas Lemon y escenas sobre otros temas que sólo son aptos para mayores de edad.
Espero que disfruten este fic :)
Si les gusta, agradecere sus comentarios ;)
INUYASHA: ME ENAMORÉ DE UNA STRIPPER
CAPÍTULO 1
LA POLICÍA
No era la primera vez que iba a un strip club, pero tampoco solía ir muy seguido. Hay hombres para los cuales ésto forma parte de sus panoramas, pero yo no pertenezco a ese grupo de hombres. Suelo ir a bares, discotecas normales, al cine, etc, pero mis compañeros de trabajo tuvieron la idea y decidimos ir juntos una noche de sábado. Bueno, había sido idea de Miroku específicamente.
A mis 23 años, era dueño de una tienda de tatuajes y piercings cercana al centro de Tokio. Abrí "On Your Skin" terminando mi carrera de Arte y dibujo, junto a mis mejores amigos: Miroku e Inuyasha del instituto y el hermano mayor de Inuyasha, Sesshoumaru. Llevábamos casi 4 años en el rubro y nos iba de maravilla.
Yo vivía en un departamento a solas relativamente apartado del centro de Tokio, en un barrio bastante tranquilo y poseía una Kawasaki ninja 250 en rojo. Mi familia vivía a unos 45 minutos de mi departamento, aún en mi barrio natal.
Hace 2 años y algo que estaba sin tener ninguna especie de relación amorosa seria y en verdad me sentía bastante solo, pero tampoco andaba buscando chica, por lo que me mantenía a la espera de una que me robara el corazón de verdad y valiera la pena totalmente. Por ahora, sólo me dedicaba a observar lo atractivas que eran y admirarlas, como en ésta ocasión.
Hicimos "previa" en el departamento de Miroku con unas harmburguesas a la parrilla y muchas cervezas, y salimos entonces al "Hot Dream". No llevaba mi moto, por lo que iba en el auto de Miroku mientras que Sesshoumaru iba en el de Inuyasha.
Llevaba puesta una musculosa bien rebajada a rayas negras y blancas para lucir todos mis tatuajes en brazos y pectorales, unos jeans pitillo negros, converse negras con caña y mi chaqueta de cuero negra con capuchón. Mi cabello negro y largo iba amarrado en una coleta como siempre.
Llegamos al lugar ubicado en el barrio bohemio de Tokio, a eso de las 1 de la madrugada. La fachada era una simple puerta negra con un letrero de neón en blanco y rosa. Luego de pagar la entrada, nos internamos al subterráneo por las largas escaleras.
El lugar era amplio, muy bien decorado y además, distinguido. La pasarela y escenario principal con caños estaba rodeado de mesas y sillas para los hombres y también de otros escenarios pequeños con caños. Y para qué hablar de las chicas. No había ninguna que fuera despreciable, y todas vestían sólo corpiños y collaless de todos los estilos. Habían meseras, chicas bailando en los pequeños escenarios, otras haciendo shows en el escenario principal y barwomen en la barra. Guardias bastante fornidos y altos rondaban el lugar al total cuidado de la integridad de las chicas.
Mientras nos sentábamos en una de las mesas para beber tragos y poder ver bien los shows del escenario principal, una especie de anfitriona apareció en el escenario con micrófono en mano para presentar el siguiente show.
-Los que se han portado mal, ¡levanten la mano, que serán arrestados!- exclamó con sonrisa pícara, mientras todos le ponían atención -Con ustedes, ¡Christine!- la presentó, abandonando el escenario.
Comenzó a sonar "Unskinny Bop" de Poison y salió al escenario una muchacha vistiendo de sensual policía. Me quedé embelesado apenas la ví, pues tenía un cuerpo fabuloso, bailaba muy bien y demasiado sensual y su actitud me ponía nerviosísimo.
Su cabello era negro y largo hasta sus caderas, con un flequillo recto sobre la frente. Era de piel blanca y tenía unos felinos y almendrados ojos violeta claros. Sonreía sensual, se encaramaba y volaba afirmada del caño con un estilo que jamás había visto. Además, se quitó la ropa hasta quedar sólo en collaless y era... Dios, irresistible. Tenía piernas carnosas, un trasero perfecto, cintura y espalda estrechas, vientre plano y firme y senos bien dotados. Verlos al descubierto fue simplemente como un sueño erótico. También, llevaba un piercing en el ombligo y un tatuaje en la espalda que no logré ver bien. Pronto, mis amigos notaron lo boquiabierto que estaba.
-Koga, cierra la boca- me dijo Inuyasha, riendo.
-Te enamoraste, o qué- me dijo Sesshoumaru, riendo también.
-Toma, dáselos- me dijo Miroku, poniendo en mi mano algunos yenes. Los miré y en un impulso, me apresuré para acercarme. Había terminado su show, y ella estaba arrodillada recibiendo el dinero que le daban los hombres en su collaless. Cuando me acerqué y puse los billetes en su cadera, ella me miró fijo, me sonrió y me guiñó un ojo. Quedé aún más boquiabierto, mientras ella tomaba sus cosas y dejaba el escenario despidiéndose con la mano y todos la aplaudieron.
Volví donde los chicos, aún embobado. Ellos celebraban mi "hazaña" e hicimos un brindis por ello.
-Cielos, es una diosa- dije, aún sin poder creerlo. Los chicos rieron simplemente -¿Ellas salen o sólo hacen sus shows y se van?- pregunté, intentando disimular mi interés por volver a verla.
-Todas salen- me guiñó un ojo Miroku. Yo miré a otro lado y sonreí, en verdad me estaba muriendo por verla e intentar aunque fuera felicitarla por su baile.
Terminando el siguiente show, Sesshoumaru decidió acercarse a la barra a mirar a una barwoman que lo tenía loco. Ni me fijé en la chica en verdad, estaba pendiente de los alrrededores por si divisaba a la sensual Christine.
Y depronto, la ví acercarse a la barra también, justo al lado de Sesshoumaru. Saludaba a la chica con la que hablaba mi amigo, de seguro era su amiga. También, saludó a Sesshoumaru e intercambiaron unas palabras. Luego, se tomaron de la mano con su amiga en señal de despedida y se internó entre la gente. No había hombre que no la mirara, pues era imposible no hacerlo. Ésta vez no vestía el mismo bikini azul fluorescente del show de policía. El conjunto que llevaba puesto era amarillo pastel, cuyo sostén y collaless traían dibujos bordados. La diferencia era que la parte de arriba siendo de media copa sin breteles, tenía los bordados con lentejuelas de todos tamaños y mostacillas.
Dejé a los chicos luego de tomarme el último sorbo de mi campari tónica y emprendí mi camino hacia ella. Varios chicos se le acercaron para saludarla, y por causa de ello, me demoré un poco. En general, tenía la suficiente personalidad para acercarme a una chica que me atrajera aunque tuviera que interrumpir su conversación con la persona que estuviera, pero extrañamente, ahora me daba vergüenza. Cuando ya no le habló nadie más, apresuré mis pasos y ella me miró por fin. Sonrió maliciosamente y mantuvo su vista en mí, mientras fumaba un cigarro.
-Hola- me saludó. Su voz era dulce y sensual, muy femenina.
-Hola, soy Koga- me presenté, sonriendo ampliamente y sintiendo mis mejillas calientes... Bueno, tal vez no era lo único caliente por ella.
-Un gusto, Christine- se presentó ella, acentuando su sonrisa y sonrojándose también. Reí levemente nervioso, y ella me besó muy coqueta cerca de la comisura de mis labios. Me puso aún más nervioso, fuí capaz de oler su dulce y envolvente perfume.
-El gusto es todo mío. Quería felicitarte por tu baile.
-Genial, ¿no?- preguntó, riendo un poco, con confianza y fumando. Aunque suene poético, su risa era melodiosa. Asentí.
-Genialísimo, estoy seguro de que eres la mejor de aquí- comenté con sinceridad, y ella rió gentil -¿Podría invitarte un trago?- me atreví, rogando por un "sí". Se quedó callada un momento y fumó, pensativamente. Después, sonrió ampliamente y asintió.
Le indiqué una mesa para dos vacía, dejándola caminar delante como un caballero que era. Pero, lo caballero se me acabó cuando bajé la mirada hacia su trasero. Para ser sincero, feliz lo hubiera tocado, pero las políticas del strip club no permitían por nada que las chicas fueran tocadas con un sentido sexual. Por ello, todos nos debíamos conformar con mirar todo lo posible. Ella se sentó a la mesa y yo me senté al frente de ella.
-¿Qué bebes?- le pregunté.
-Campari tónica- contestó simplemente y rió al ver mi cara de sorpresa, apagando su cigarro. No a muchas chicas les agradaba tanto como a mí ése trago, por lo amargo que era.
-Yo lo adoro- comenté.
-Y yo- dijo ella. Llegó una mesera e hicimos el pedido de Campari tónica doble. Le ofrecí de mis Marlboro clásicos, y ella los aceptó aunque fumaba Light. Entonces, recordé lo de su tatuaje.
-¿De qué es tu tatuaje en la espalda, si se puede saber?- le pregunté. Ella simplemente volteó hacia su izquierda corriendo su pelo y me dejó sorprendido y encantado. Tenía tatuada en su homóplato derecho una perfecta réplica de una pintura hecha por Brandon Boyd, el vocalista de mi banda favorita, Incubus. Era una mujer de perfil con los ojos cerrados y con una serie de cosas en su cabellera al viento, rodeada de una especie de aura anaranjada.
-El autor es Brandon Boyd, no sé si lo conoces- explicó ella. La miré seriamente como si me hubiera ofendido, y le enseñé mi tatuaje en el reverso de mi brazo izquierdo, de muñeca a codo. Era un trozo de la canción "Make Yourself" que parecía estar afirmado de los dos colibríes que también había creado Brandon Boyd, y decía: "I won't let 'em make me, it's more than I can allow". Ella quedó boquiabierta y reía al igual que yo al ver mi tatuaje.
-Qué coincidencia, los dos somos fans de Incubus- dije, aunque lo primero sonara cliché. En verdad me parecía sensacional y sorprendente, estábamos teniendo varias cosas en común.
-Sí, de pelos- comentó ella, y comenzamos a entablar conversación.
Acompañados de nuestros Campari tónica, por suerte, nadie se nos acercó. No sé si fue mi idea o qué, pero sentí que había mucha química. Tenía 19 años, vivía sola en su propio departamento y poseía un Peugeot 308 CC descapotable en rojo. No tenía operación alguna en su cuerpo, sólo se mantenía en perfecta forma con una inscripción en el gimnasio exclusivo de Madonna y cuidaba de su apariencia en un buen centro de estética integral. Llevaba 1 año trabajando allí, pero ya era una de las mejores y favoritas, por lo que tenía bastantes privilegios y beneficios.
No parábamos de hablar, las cosas en común entre nosotros continuaban apareciendo y cada vez me sentía más atraído hacia ella. Y al parecer ella también hacia mí, pues no miraba a nadie más, así como yo tampoco le quitaba los ojos de encima. Sonreíamos mucho, reíamos, coqueteábamos y nos sonrojábamos, era como si nos conociéramos de antes. Sí, suena cursi, pero yo lo sentía así.
Me preguntó la hora a eso de las 3 y se entristeció un poco. Apagó su cigarro, suspiró y me miró con una sonrisa apenada.
-Ésta es mi hora de salida de hoy, siento tener que dejarte- dijo. Yo sonreí de la misma forma. En verdad no quería que se fuera, pero tampoco podía mantenerla allí como si fuera mi cita... Oh, ojalá.
-Ve tranquila, ten cuidado camino a casa. Espero venir a verte nuevamente- le dije. Ella simplemente guiñó el ojo, se puso de pié, se me acercó y me besó nuevamente cerca de la comisura de mis labios.
-Nos vemos, entonces. Hasta pronto, Koga- dijo coqueta y seductoramente, y volteó para irse caminando. No la perdí de vista... Ni a ella ni a su trasero, claro. Volví con los chicos, Sesshoumaru también había vuelto.
Él y yo comentamos sobre nuestras "experiencias". La barwoman de cabello ondulado celeste hasta los codos y ojos café oscuro se llamaba Vallery y también había tenido mucha química con Sesshoumaru. Lo malo era que había terminado su turno al igual que Christine y no había nada más que hacer. Apesar de que nos pusimos a beber, fumar y conversar con los chicos, no podía sacarme de la mente la imagen de Christine. Me preguntaba si tenía auto o tomaba algún taxi, no sé, de alguna forma me preocupaba. Sin embargo, nada podía hacer. No iban a dejarme llegar a ella por nada, menos aún si su turno ya había terminado.
Miroku me dejó en mi edificio y subí a mi departamento con toda la calma del mundo. Repasaba cada cosa que habíamos conversado con Christine, cada mirada, cada coqueteo. No paraba de sonreír al recordar, en verdad me había sorprendido mucho. No obstante, era como el amor platónico de cualquier hombre. Era como la actriz de la película, la cantante en el video, la modelo en la pasarela. La única forma que tenía de volver a verla era pagar la entrada del "Hot Dream", y me dormí profundamente con la idea de que ésa no iba a ser mi única vez en ése lugar.