Tachán tachán, creo que me quedó muy bien, vosotros diréis ^_^
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Vragon se acercó sorprendido de ver como la gente se volvía asustada. Pero él no era consciente de la situación.
Aimee se reía, con las rodillas en el suelo y luchando por mantener el equilibrio. Tampoco parecía consciente de la situación.
La gente del local, en cambio, si se había dado cuenta. Aprovecharon la gran amplitud del local para ir “desapareciendo” de la zona de conflicto. Cuando ya solo quedaban los últimos rezagados recogiendo sus cosas, la visión ya era lo suficientemente clara para apreciar lo que ocurría. Lo suficientemente clara, y lo suficientemente pavorosa. Dos individuos molestaban a las chicas, aunque había otro que se mantenía al margen, solo observando, pero que por el estilo -y por su sonrisa- se identificaba claramente que pertenecía a la banda de los otros dos.
El primero tenía la ropa muy mal cuidada. También muy mal combinada. Un brillo metálico destacaba en su labio. En la oreja se apreciaba un aro. Los pantalones eran de pitillo, y apretaban fuertemente sus piernas delgadas y torcidas, en armonía con el resto de su cuerpo. Un cuerpo maltratado por las drogas, y quién sabe si cosas peores.
El segundo elemento destacaba por su cabellera naranja. Su cuerpo era corpulento. Vragon no apreciaba su cara, ya que el sujeto estaba volteado, examinando a las muchachas, pero si le hubiera visto la cara, se imaginaba Vragon, seguro que parecería un cerdo fosforito.
El último se ocultaba en las sombras, pero su chaqueta de cuero viejo aun brillaba mortecinamente ante las luces de neón, mientras que unos dientes amarillentos asomaban desde una sonrisa torcida.
“Esto no se ve bien” se dijo Vragon mientras iba acercándose a las chicas.
La única respuesta que recibió fue ver como una mano gorda se estiraba hacia un collar hermoso. Y como con un ligero tirón, el collar se convertia en un millar de cuentas brillantes que volaban en mil direcciones.
-Eres un idiota!!!- gritó Izumi. Vragón fue consciente del golpe emocional que Izumi acababa de llevar. Ese colgante significaba mucho para ella. Se lo había dicho antes.
La serenidad -disfrazada- de Ozura, como si le hubieran golpeado a ella, cambió radicalmente. Su rostro tranquilo dio lugar una expresión hasta el momento imprevisible.
Sus ojos verdes se abrieron, sus dientes caninos relucieron en una macabra sonrisa y sus músculos se tensaron. Un impulso nervioso recorrió el cuerpo de la joven hasta su mano cerrada.
Aimee, por un momento, apartó de su cara esa socarrona sonrisa, llena de júbilo sin sentido y alcohol.
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Rick y Yume, al otro lado del pub, más allá de barras y taburetes, muy lejos de peleas o chismes, se centraban en los ritmos caribeños de la pista de baile. Ninguno de los dos era excesivamente bueno en la danza, pero sobrevivían sin resultar ortopédicos.
Yume dejaba que el ritmo la traspasase. Dejaba que el instinto le guiara, y funcionaba a las mil maravillas. Su cuerpo bien formado y su vestido largo hacía que alguna mirada despistada se posara sobre ella, quizás demasiado tiempo que excedía los límites de lo educado.
Rick se había guardado las gafas. Mantenía el control absoluto de la situación. Sus pies, al no poder seguir los impulsivos movimientos de Yume se mantenían en sincronización con el ritmo, en una secuencia ordenada de pasos lo suficiente mente distintos como para que nadie se diera cuenta de que los estaba repitiendo cada cierto tiempo. Aun así, a nadie le importaba. Las chicas de alrededor se centraban en la música. Algunas provocaban a los chicos, y se dejaban provocar. Pocas bailaban. Aunque las pocas que lo hacían eran realmente buenas en ello, y conseguían centrar en ellas la atención del numeroso público. Yume pertencía a estas últimas. No era la que mejor bailaba ni la mas bella, otras chicas llamaban más la antención. Pero eso no impedía que algún curioso soltara la baba al verla. Pero ella no se daba cuenta, estaba concentrada en el son. Y en Rick.
Rick, sin perder el compás, desarmaba con una mirada burlona a los mirones lascivos. Una mirada que decía “es mía”.
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Vragon no sabía nada de anatomía. Pero se imaginó como una descarga eléctrica recorría el cuerpo de la joven. No sabía de física, pero se atrevería a decir que el pelo azabache de Ozura se encrespó por la tensión acumulada. Tampoco sabía de odontología, pero no era dificil adivinar que el puñetazo que Ozura soltó, le había roto la mandíbula al gordo.
Aimee se volvío a reír, intentó levantarse y volvió a resbalar. Tras un pequeño quejido, volvió a troncharse de risa en sonoras carcajadas.
El gordo calló a su lado. Los dos en el suelo casi llorando.
Resultaba irónico que mientras ella lagrimeaba de la risa el otro llorara del dolor.
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Pero eso no consiguió despertar a Izumi del shock en el que estaba sumida. La reservada chica tenía una navaja en la mano, pero no reaccionaba. Estaba como hipnotizada. Sus ojos en blanco destellaban de forma extraña. Estaba sentada con los ojos abiertos y las manos aferradas al arma. Sin ver lo que ocurría.
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La escena tampoco duró mucho. Ozura, ciega de rabia, se tiró sobre el convaleciente obeso y sus puños siguieron maquillando su cara a golpes.
El secuaz de piercings, más de lso que parecía a simple vista, fue a socorrerle. Pero Vragon fue más rápido y le agarró el aro de la oreja. El propio maleante fue el que produjo el tirón, lo cual le obligo a pararse y llevarse las manos a la zona dolorida.
-Un consejo: yo no iría. ¿Quieres acabar como tu compañero? -Preguntó con respeto el chico de ojos verdes al delgado de las perforaciones. Lógicamente, el delgaducho no contestó con palabras. O almenos no con palabras coherentes:
-De que vas, cabrón!!!- y lanzó una patada recta adelante. Muy lenta.
-Deberías aprender respeto!- Vragon ya estaba encima de su cabeza con un salto por delante. Enganchó uno de sus pendientes, -Tantas perforaciones y narcóticos no son buenos para un cuerpo tan débil.- le gritó al payaso mientras tiraba del ornamento.
El yonki no había tenido tiempo de reaccionar apenas, cuando Vragon aterrizó con la rodilla sobre la cabeza de aquel maleducado. Un golpe increíble. Vragon sonrío. Se sentía libre. ¿Sería eso lo que Ozura sentía en su frenesí de puñetazos?¿Era placer sádico? No tenía tiempo para preocuparse.
Vragon vio como el gordo de Ozura era teleportado al hospital. El encantamiento de emergencia.
El señor Agujeros escapó corriendo a duras penas agarrándose la cabeza. El golpe había sido casi perfecto. Seguro que el pobre flacucho tendría al día siguiente una resaca peor que la de Aimee.
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Yume jadeaba ligeramente. Rick comenzaba a perder el compás. No les importaba. El mundo para cada uno de ellos ahora mismo terminaba en el otro. Como si la diosa de la fortuna se estuviera fijando en ellos, la casualidad quiso que en ese momento la canción cambiara a un ritmo lento. Por cansancio o por instinto, la joven se apoyó en su torso. Él, muy caballero, le miro a los ojos. No veía bien sin gafas, así qué se acercó más a ellos.
Entonces ella los cerró y le besó.
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Izumi susurraba. Su voz sonaba como el cristal ahumado.
Decía algo incoherente sobre planetas y voluntades quebradas.
De la venganza de los dioses y de la ira del mundo.
De las sombras que le agarraban y de la luz que no perdona.
Sobre guerra y odio.
Una espiral de violencia que se nutría de más violencia.
Era un sueño horrible. No era más que una pesadilla. ¿No?
¿Por qué no se despertaba?¿Por que era tan real?
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Rick ladeo la cabeza para corresponder a su dama. Ladeó la cabeza, ¡y todo el cuerpo! Un muchacho delgado y lleno de piercings salió corriendo del local agarrándose la cabeza. Y por el camino lo derribó.
Yume no vio lo que sucedía, hasta que notó como su beso no era correspondido. Se ruborizó.
Rick maldecía en su interior. Ese idiota punk había estropeado el momento más importante de su vida.
No hicieron falta palabras. Otro chico estaba también en el suelo y una muchacha había sido empujada por el idiota de pantalones pitillo en su huída.
El momento se había ido a garete. Al igual que el ambiente del local.
Un montón de gente curiosa y otra con ganas de riñas se acercaron a la zona del incidente.
Sería mejor irse. Ya era bien entrada la madrugada. Habían perdido la noción del tiempo.
Su primer beso tendría que esperar, pero nada les impidió cogerse de la mano e ir a junto de los demás.
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Ozura se quejaba, observando el charco sanguinolento dejado por su recién desaparecida víctima.
Se miraba las manos manchadas de sangre relamiéndose. Daba miedo. Y decía que quería más.
-¿Quieres más? No queda!! Así que si quieres, tu invitas!- decía ebria Aimee, señalando la botella. Ozura recuperó el control. Ambas se rieron.
Vragon sabía que aun quedaba otro rival, lo buscaba disimuladamente. Tenía ganas de repetir esa sensación liviana pero intensa de que el mundo no le ataba. De que era dueño de su vida y tener a su merced a las demás. Como cuando atropelló a aquel niño.
Buscaba al gandul vestido de cuero viejo. Podía esconderse... pero algún día tendría que salir. Podía esconderse, pero no correr más que él. Vragon había despertado en él cierto instinto cazador desconocido hasta entonces. Y quería ponerlo a prueba.
Eso era lo que pensaba Vragon. Pero todo lo que su mente maquinaba fue más rápido que un relámpago. Una fracción de segundo en la que las dos muchachas aún no habían acabado su primera carcajada.
Lo que no sabía Vragon, ni ninguna de las muchachas, era que el enemigo ya se había ido. Y que les haría mucho más daño del que se imaginaban, aun sin estar presente.
Tampoco sabía que le pasaba a Izumi. Ozura y Aimee se fijaron en ella y pararon de reír. Parecía grave.
La joven susurraba algo. Mientras sus ojos relampagueaban. Luego se cayó dormida, con la navaja en la mano y con la otra mano en el fantasma de un collar que ya no existía.
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-Bienvenido, hacía tiempo que no te veía, Coiro Bello.- dijo una voz grave.
-Llamame Coiro solo, por favor. Mi apellido no me hace justicia- dijo un muchacho de dientes amarillentos, y que vestía una chaqueta de cuero viejo.
-Bueno, el caso es que aquí te tengo, otra vez¿Algún trabajillo que me hayas cumplido? La última vez lo hicisteis bien tu y tus chicos. ¿Dónde están? Gastándose mi generosa recompensa por el último trabajo. ¿Tal vez?
-Dónde están esos zopencos no tiene importancia ahora.-disimuló Coiro- el caso es que no tengo ningún cumplido más trabajos de los tuyos.
-Hayá tu. Sabes que mi paga es generosa. No te presiono ni te pido explicaciones. Ni siquiera te pongo fechas para cumplir tu cometido. Pero ya sabes que sin resultado no hay paga...
-Ya ya!! No me eches el sermón viejo!- interrumpió el joven de aspecto descuidado, cuyo apellido decía lo contrario- Aún tengo suficiente dinero para no arrastrarme a por más. El caso es que encontre algo de tu interés. Algo surgió. Pero como tu dices... sin paga no hay resultado.
-Aprendes rápido. Toma. Espero que lo que me digas valga la pena.
Un saquito con algún billete grande y alguna moneda tintineó dos veces en las manos de Coiro cuando lo recogió.
-He encontrado una de esas personas que adivinan el futuro. Como se decía.. ¿Pitonisa? ¿Oráculo?.. vah... una veedora de esas. Se llama Izumi, según les escuché a sus compañeros. Se desmayó y sus ojos brillaron y comenzó a decir cosas raras. De esas que te interesan.
-Bien, bien, bien. Te creo. Veo por tu descripción que dices la verdad. Rara vez me has fallado en tus encargos. Y ahora aun por encima me traes premios antes de que siquiera te lo diga. Ve y descansa. Disfruta tu bien merecido dinero.
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Izumi, Izumi!!
-¿Que, dónde...?- “menos mal, solo fue un sueño”- Estoy bien! Estoy bien!- dijo apartando una mano femenina que la intentaba reanimar zarandeándola suavemente.
-Esto es grave! Se encuentra fatal!-Dijo Rick
-Si acabo de decir que estoy bien!
-Tu no! Aimee...
La joven rubia resacosa apoyaba su cabeza en el sofá blanco, y las piernas altas, apoyadas sobre Vragon quién permanecía impasible. Preocupado por algo. Cuando le miraron contestó:
-Ya se durmió por fin.- Vragon aun seguía despistado. Demasiadas emociones para tan poca noche.
-¿Que ocurrió exactamente?- preguntó Izumi, ya de pie.
Ozura le comenzó a relatar lo sucedido. Haciendo incapié en los golpes que le había dado al gordo. Se le iluminaba la mirada al recordarlo. Siguió durante un buen rato explicando:
-...así que tu estabas dormida. Te desmayaste al somperse tu collar. Aunque dijiste algunas cosas raras antes. No se, no atendí. Luego los trabajadores del local empezaron a decir que nos marcharamos. Nosotros teníamos que esperar por que Rick y Yume aun tardaron mucho en llegar -Ozura lanzó una mirada perversa- Y teníamos que darnos prisa por que el dueño del local quería echarnos por medio de la policía. No fue agradable. Así que yo te llevé como pude y Vragon tuvo que cargar al hombro a Doña Borrachera, como si fuera un saco de patatas. Menos mal que ella no tiene un buen cuerpo.
-Dormida es linda.- dijo con mucho sueño Vragon, resultando casi inaudible.
El sueño ya comenzaba a acentuarles el mal humor.
-No deberías insinuar eso de Aimee, Ozura-san- dijo Yume, tal vez con cierto rencor por el primer comentario de su amiga.- que mala es la envidia...
-Si no me refiero a si es guapa! Se ve a simple vista lo sexy que es. Lo que me molestó es que se pasó todo el viaje golpeándole la espalda a Vragon y pidiéndole que la bajara. Casi sin dar pronunciado! Pero lo peor fue cuando se puso a cantar...
-Dicen que la música es otra forma de magia- dijo Rick tras su libro.
Él hacía como que leía, aunque estaba demasiado cansado para diferenciar las palabras. Menos mal que ya era sábado y libraba. Aun no había pegado ojo. Si tuviera que trabajar esa mañana, (por que no faltaba mucho para que amaneciera), probablemente acabara peor que Aimee.
-¿Fin de la historia?-añadió el peliverde- haha digna de un cortometraje de serie B- el cansancio no conseguía doblegar su carácter sarcástico.
-Deberíamos dormir- dijo Yume.
-¿Habrá suficientes habitaciones? ¿En casa de quién estamos?-preguntó Izumi
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sigue Candy-chan y su patito :P