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Autor Tema: Cronometro en cero  (Leído 4279 veces)

Nin93 Desconectado
« en: Mayo 12, 2011, 10:38 pm »

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Cronometro en cero
« en: Mayo 12, 2011, 10:38 pm »
Un joven rubio yacía solo en la camilla de un hospital. Hacía días que había caído en un estado deplorable, lo que una simple enfermedad sin tratamiento podía lograr, ahora estaba agonizando sintiendo la soledad que siempre lo acompaño, su única compañera. Recién ahora sentía el peso de la soledad, no tener a nadie a su lado para fortalecerlo, la única persona que pudo amarlo se encontraba lejos de su alcance quizás con un nuevo amor a su lado dándole el amor que se merecía.

 
Ahora que no te tengo veo lo importante que eras para mí, mi único amor que deje ir, fue un error no luchar por ti no perdonarte. Maldigo mi orgullo. Desearía que estuvieras aquí, no para volver a amar sino para saber que aun pienso en ti, que jamás deje de hacerlo.

Esos pensamientos de un hombre arrepentido en el último momento. Demasiado tarde. Él lo sabía y eso era más doloroso que la enfermedad que seguía empeorando a medida que avanzaba el día

Al menos nadie llorara por mí, es lo único bueno que tengo, no me llevare lagrimas de nadie

Pero que equivocado estaba. Uno nunca está solo, siempre tiene a alguien. Lo que el joven no sabía ni tampoco quería creer, testarudo con cosas obvias. El orgullo ciega a los seres haciendo cosas realmente irrevertibles, daño a los demás y a ellos mismos.

-Christinne… - Susurro David con un hilo de voz mientras sus ojos se cerraban lentamente.

Llamándola en sus últimos momentos en este mundo. Lentamente se rendía ante la muerte, ya no quería seguir viviendo con esa soledad, esta era la única manera de alejarse de ella, de vivir en paz de una vez por todas sin causarle mal a nadie.
El muchacho se encontraba inconsciente mientras los médicos intentaban reanimar su cuerpo, ellos no lo dejarían ir así de fácil.

-David, levántate… –

Una voz retumba en la mente del joven. No era la de los médicos, tampoco era su vocecita interna. Un voz femenina bastante familiar, aquella mujer que lo crio desde niño enseñándole en sus primeros pasos pero por el caprichoso destino se la llevo antes de tiempo dejando a un pequeño sin rumbo.

-¿Madre?
-Ven conmigo, deja el mundo que tanto daño te hizo
-No, no puedo… aun no, Christinne, tiene que saber lo que siento, quiero solo quiero decírselo y quizás pueda perdonarme, no descansare hasta que no tenga su perdón
-Está bien, tendrás tu tiempo para pedir disculpas pero no será demasiado, apresúrate hijo mío y puede que la recuperes


La voz femenina callo por completo y con esto el joven reacciono. Abrió los ojos encontrándose con las miradas de los doctores y una luz blanca muy brillante. Luego de esa extraña charla tuvo una mejoría casi milagrosa. En unas semanas pudo salir del hospital como una persona renovada, con una sola misión en esta vida, el perdón de la persona que amo y lastimo.

-Debo encontrarla, solo así podre vivir en paz conmigo mismo -

Se decía David mientras caminaba por las pobladas calles de Londres
La pregunta era ¿Dónde encontrarla? No tenía rastros de ella. Ni siquiera sabía si estaba en la cuidad.

No tengo mucho tiempo, debo encontrarla a toda costa

Lo primero que pensó fue buscar en la guía telefónica su vieja dirección, la casa de sus padres. Paso un rato largo buscando hoja por hoja el nombre de su padre, lamentablemente no recordaba su nombre y había demasiados registrados con el mismo apellido.
Toda la tarde y gran parte de la noche se paso buscando y llamando por teléfono a algunas casas preguntando por ‘’Christinne Turner’’ pero nadie la conocía.

¡Mierda! Me volveré loco si sigo buscando así, vamos David piensa… Turner ¿Turner, que? Dios piensa hombre,  Mar… ¿Mark? No, ¿Marco? Tampoco… Mar… Marshall ¡Marshall! Eso es! Marshall Turner

De la emoción y los nervios casi rompe las finas hojas de la guía telefónica. Leyó una y otra vez la dirección grabándosela en su mente, si no fuera por la hora saldría a buscarla desesperadamente. Tan ansioso estaba que no pudo cerrar sus ojos para descansar luego de un día largo.

¿Qué diré cuando la vea? ¿Y si no está, si ya no vive allí? Quizás este con alguien y yo solo llegue para seguir jodiendo su vida

Los malos pensamientos invadieron su mente nuevamente impidiendo aun mas que descasara. Ahora la duda se encontraba presente, ya estaba dudando si sería buena idea buscarla.

Claro que no, la buscare y le pediré perdón como corresponde, no me importa si lo toma bien o mal, estaré limpio con mis disculpas

Por esos mismos pensamientos es que el amor quedo en la nada. Siempre quedándose con la opción mala en vez de pensar en positivo. Que estaba sola, que aun sentía algo por el, nada estaba dicho, todas las opciones eran posibles pero mucho mejor era llegar con las ideas positivas sin dejar en el olvido las malas, una desilusión podría lastimarlo.
Las horas pasaron y el joven quedo dormido desplomado sobre el sofá de su vieja casa. Toda sucia y desordenada, luego de su ausencia todo había quedado un desastre y no le importo, solo quería encontrar a esa chica, dejar en claro varios temas entre ellos, cumplir con su cometido para poder quedar en paz consigo mismo.

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